Rafael Tur
13/09/2025
5 min

Como cada temporada de verano, el Gobierno de las Islas Baleares publica los datos de consumos y pérdidas en la red de suministro de agua de los municipios isleños. Este año estos datos han salido en septiembre, a la vez que el propio Govern anunciaba la entrada en alerta de sequía en la isla de Eivissa y de gran parte de los municipios del Pla de Mallorca. El resto de los territorios de las Islas no se salvan del todo y se sitúan desde hace tiempo en una preocupante situación de prealerta de sequía. Sólo Formentera se encuentra en una situación de normalidad, en gran parte porque no depende del agua subterránea, dado que el 100% del consumo urbano de agua y el consumo en suelo rústico es suministrado con agua desalinizada. Puede decirse que sin la desalinizadora, Formentera estaría muerta hídricamente. O en otras palabras, es como tener a un paciente haciendo vida normal sin saber que depende completamente de la tecnología y la dependencia energética asociada, con el riesgo que esto supone.

Pero volviendo a los datos de consumo y pérdidas, llama la atención cómo el consumo urbano de agua sigue creciendo año tras año en todas las Islas, acelera la sobreexplotación de los acuíferos y nos expone cada vez más a una situación de escasez hídrica crónica. Pero lo más preocupante de todo es como a la vez se mantienen las elevadas pérdidas de agua en las redes urbanas de suministro de muchos municipios. Esto hace que la sobreexplotación sea más fuerte porque debe extraerse más agua debido a toda la que se pierde en las tuberías hasta llegar a nuestros hogares. Un ejemplo es el Pla de Mallorca, donde los acuíferos se encuentran en mal estado y los municipios llegan a perder más de la mitad del agua potable por el camino (52% en Maria de la Salut, 51% en Ariany y 30% en Llubí). Esta situación es bastante generalizada en Mallorca, donde se repite un mal estado de los acuíferos y elevadas pérdidas en las redes (67% en Campos, 54% en Artà y 35% en Sa Pobla). En las islas de Eivissa y Menorca también nos encontramos esta situación en los municipios de Sant Josep, Santa Eulària y Ciutadella. Todo ello produce un círculo vicioso negativo de sobreexplotación continuada hasta llegar, en muchos casos, a los cortes de agua y pérdida de calidad del agua en nuestros grifos.

De la lectura de estos datos también destaca que muchos de estos municipios con elevadas pérdidas acaban pidiendo ayuda al Govern para conectarse a la red de agua desalinizada, como ha ocurrido recientemente en sa Pobla y Ariany. Pero no debemos olvidar que no haría falta un recurso adicional de agua desalinizada si las pérdidas estuvieran por debajo del 17%, tal y como establece el vigente Plan hidrológico de las Islas Baleares, como objetivo obligatorio a cumplir antes del año 2027. Utilizando nuevamente el paralelismo de la salud, es como darles a un enfermo medicina. Es una tendencia que se ha repetido en todas las Islas: sólo cuando se agotan los recursos hídricos subterráneos, empieza a utilizarse el agua desalinizada como recurso alternativo, pero queda todavía pendiente la renovación de la red de suministro después de décadas de falta de mantenimiento. Es triste pensar que nadie se preocupaba del agua que se perdía por el camino cuando había agua o era muy barata.

Otra realidad que no debemos olvidar es que gran parte de la crisis hídrica que sufren muchos municipios de las Islas no es por falta de agua, sino por estas pérdidas en la red de suministro; es lo que algunos llaman 'sequía técnica'. Un ejemplo es la sierra de Tramuntana en Mallorca, donde los acuíferos se encuentran en buen estado, pero los ayuntamientos deben aplicar cortes de agua o reducción de presión cada verano. Así, este verano han sido noticia numerosos municipios de la Serra por la falta de agua, aunque realmente el problema era que perdían más de la mitad de las aguas que extraían de sus pozos (59% en Esporles, 42% en Banyalbufar y 40% en Fornalutx). Por eso, es fundamental que los municipios aceleren sus inversiones para resolver esta hemorragia de agua que sufren. Es verdad que muchos municipios son pequeños y carecen de recursos humanos y técnicos para resolver un problema que viene de lejos y, por este motivo, es clave que los consejos insulares se involucren más para apoyarlos, no sólo con inversión sino también con medios humanos. También es una buena noticia que el Gobierno de las Islas Baleares haya incrementado las ayudas a los municipios del dinero recaudado con el impuesto de turismo sostenible, pero, de nuevo, estas ayudas económicas tendrán una escasa ejecución si no se refuerzan los ayuntamientos con recursos humanos y técnicos.

Una última cuestión a debatir detrás de estos datos es cómo en muchos municipios las pérdidas se producen en pequeñas redes de suministro privadas en urbanizaciones y barrios de las que no se hacen cargo los servicios municipales y por tanto todavía tienen mucho menos mantenimiento. Un ejemplo reciente es Palmanyola, donde históricamente se gestionaba por una empresa familiar y finalmente ha tenido que estar municipalizada por el Ayuntamiento de Bunyola para garantizar un mínimo mantenimiento. En Ibiza existen muchas urbanizaciones y barrios con una histórica gestión de pequeñas empresas que, una vez se encuentran las redes con una necesidad de una fuerte inversión, es cuando los consistorios las acaban "rescatando". En Santa Eulària pasó con Aigües del Fornàs, que suministraba agua al pueblo de Jesús y alrededores y se va acabando municipalizando. En otros municipios como Sant Antoni todavía no se ha hecho del todo y eso provoca que, aunque las redes municipales tengan un buen rendimiento, las pérdidas globales del municipio estén por encima de lo permitido de acuerdo con la normativa autonómica.

Pero no todo son malas noticias y también hay que decir que muchos municipios han logrado mejorar mucho sus redes de suministro. Palma, Pollensa, Sóller, Calvià y Andratx en Mallorca; Maó, San Luis y Alaior en Menorca, y San Juan y Formentera en las Pitiusas, han reducido sus pérdidas hasta llegar a un rendimiento óptimo de las redes. También hay que decir que en muchos de estos municipios se consume agua desalada y es cuando el agua es cara cuando se trabaja en no perder ni una gota. El ejemplo más claro es Formentera, donde el 100% del agua suministrada es desalada y las pérdidas en las redes es de sólo un 14%. También es muy importante no olvidar que deben acelerarse las actuaciones en todo el ciclo urbano del agua. En la planificación y regulación, muchos municipios todavía deberían redactar planes de gestión sostenible del agua, ordenanzas de ahorro y nuevas ordenanzas de tarifas del agua, como punto de partida. También es fundamental que los municipios y el Gobierno tengan como principal objetivo cerrar el ciclo del agua y reutilizar el agua depurada para usos agrícolas, urbanos o, incluso, por la recarga de acuíferos. Desgraciadamente, todas estas medidas son inútiles si no se pone límite a la saturación turística y al crecimiento urbanístico que es la raíz de todos los problemas, no sólo del agua, que sufren nuestras islas.

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