07/11/2025
Escriptor
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El título de este artículo toma prestado el de una obra dramática de Josep Maria Benet i Jornet, uno de los grandes autores de la literatura catalana del siglo XX, de quien naturalmente nuestros gobernantes no tienen ni idea de quién es. Sin embargo, quizá hubiera sido mejor hacer un pequeño retoque y hablar, en vez de olor, de un viejo, conocido hedor: el del odio contra la lengua de Baleares, que es el catalán. Este odio es una verdadera fiebre de la derecha españolista, que no da signos de remitir. Al contrario: pasan los años y las legislaturas, pasan los líderes y las generaciones de diputados digamos conservadores, y la obsesión contra la lengua persiste.

Como la ignorancia es atrevida, en Vox han tenido una ocurrencia esta semana: pedir a la UIB si pueden utilizar el artículo salado en las transcripciones del diario de sesiones. La UIB les contestará que no, naturalmente, porque el catalán (que es, repitámoslo, la lengua de Baleares, y no el mallorquín, el menorquín o el ibicenco, el formenterero; tampoco el porrerenc ni el santantonier) tiene una gramática, algo que sus señorías también desconocen por completo. De todos modos, la UIB también podría responderles que sí, pero a condición de que Gabriel Le Senne presida las sesiones vestido al ancho, y que Manuela Cañadas y Sergio Rodríguez bailen un copeo al inicio o al final de cada pleno. La gente de Vox, también la del Partido Popular, viven todavía en la idea –franquista– de que la cultura y la identidad de los ciudadanos de Baleares son un asunto meramente folclórico, de campesinos, campesinas y rebosillos. Ya que tanto les gusta el folclore, que le rindan condigno homenaje.

Ni que decir tiene que, si la absurda, ignorante petición de Vox ha sido aprobada, es porque ha contado con el voto favorable del PP, que no deja ni por un momento de alinearse con Vox en la obsesión de gobernar contra la lengua catalana. De hecho, el PP ha presentado estos días otra propuesta que también es un disparate, pero bastante más peligroso: convertir al castellano en lengua vehicular en la escuela pública. Esto sería un duro golpe para la lengua que sufre un retroceso en el uso social, y convertiría de rebote a la escuela pública, una vez más, en un escenario de conflicto y ruptura social a cuenta de la lengua. Es la idea que quieren transmitir a las familias: el catalán y la escuela pública son conflictivos y le darán problemas; venid a la privada o concertada en castellano y todo será paz y armonía. Que gobernantes mallorquinísimos como Prohens, Sagreras o Vera se avengan a esta grosera comedia es una bajeza que en adelante les acompañará siempre.

Piensan que necesitan maltratar al catalán porque de este modo hacen algún tipo de favor en España, oa lo que sea que España está dentro de su imaginación. Pensar y actuar de esta manera en el año 2025, a un cuarto ya pasado de siglo XXI, es una antigualla rancia, con olor a naftalina. Una forma de retroceso ideológico y mental, de oscurantismo, de fanatismo, que no lleva a ninguna parte, pero que causa malestar y crispación social, que son los combustibles de este tipo de trumpismo de provincias con las que nos obsequian cada día el PP y Vox. Dicen también que piensan transcribir las intervenciones de los diputados de Vox en el Parlament únicamente en castellano, porque les hace ilusión ver esta lengua en las transcripciones del diario de sesiones. Que hagan lo que quieran, pero si tanto aman el castellano, lo primero que podrían hacer es aprenderlo, porque le hablan tan mal como los diputados 'peperos' hablan el catalán.

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