Es Pou Bo, el bar de Palma donde se bailó la muerte de Franco
Con sólo dos años de existencia, este establecimiento se convirtió en refugio de activistas, artistas marginales, letraheridos, progresistas y antifranquistas


PalmaEn 1974, y de forma repentina e inesperada, Climent Picornell, Guillermo Frontera y Aldo Spanhi se unieron para crear el bar Es Pou Bo, un establecimiento en Génova que sólo estuvo abierto dos años, pero que se convirtió en el espacio de encuentro del mundo cultural, progresista y antifranquista de Mallorca. Su apertura fue tan sorprendente e inesperada como su cierre; de un día para otro los socios decidieron abandonar el proyecto y Es Pou Bo, como refugio de los activistas, artistas marginales, letraheridos y progresistas, desapareció.
Así lo explica uno de los socios fundadores, Climent Picornell, quien reconoce que el trabajo "era muy sacrificado" y que sus carreras profesionales les hicieron abandonar este proyecto, ya que era imposible compaginarlos. "Guillermo Frontera y yo nos alternabamos para pasar las noches detrás de la barra mientras teníamos otros trabajos y proyectos en marcha, y llegó un punto que no podíamos vivir así", explica Picornell.
Es Pou Bo no parecía un bar sino una casa mallorquina tradicional grande. De hecho, el nombre del local era el mismo que tenía su casa antes de convertirse en un bar. Anchos sofás, mesitas de mármol y sillas de mimbre y bova, muebles antiguos... los propietarios consiguieron crear un ambiente mágico que ofrecía a los clientes "familiaridad, libertad y confianza", explica un cliente habitual. El bar se creó como un punto de atracción para la cultura y se ofrecieron numerosas exposiciones, conciertos, recitales y presentaciones literarias. Allí se hizo la primera exposición de Miquel Barceló, uno de los primeros conciertos de Maria del Mar Bonet y presentaciones de las obras de la escritora Carme Riera, entre otros.
Es Pou Bo también se convirtió en el refugio de los antifranquistas mallorquines, donde se encontraban después de sus reuniones clandestinas. El auge de este público fue tal que la noche que falleció Franco se congregaron muchos clientes para celebrar su muerte. "Regalamos champán a los clientes y bailamos y hicimos fiesta hasta las tantas", explica Picornell. El socio también recuerda que "estaba acojonado que compareciera el gobernador de aquel tiempo, el ultraderechista Carlos de Meer, y nos enviara una guerrilla".
Celestí Alomar, cliente habitual y fiel de Es Pou Bo asegura que el bar fue "un símbolo de ruptura generacional, de rebelión ante la sociedad antigua y los estereotipos". "Era una época en la que los jóvenes teníamos un espíritu reivindicativo y queríamos romper con el modelo tradicional y antiguo de sociedad, y Es Pou Bo fue refugio y espacio donde plasmar esa voluntad de ruptura y cambio", cuenta.
En Es Pou Bo ofrecían también comida, pero de una manera peculiar. "Solo teníamos un plato todos los días y pan con aceite, si no te gustaba lo que había, no podías cenar", recuerda con humor Picornell. El socio remarca también que tenían una carta muy corta pero "de gran calidad" y que uno de sus puntos fuertes era la bodega. "Teníamos una gran lista de vinos mallorquines muy buenos", destaca.
Con todo, el bar se convirtió en un punto de encuentro donde los clientes sabían qué encontrarían y se movían diferentes sectores del mundo cultural y progresista de Mallorca. "Los pintores sabían que podrían encontrarse con otros pintores, los escritores con escritores y los antifascistas con antifascistas, se vivía un ambiente muy sano y muy familiar donde la libertad siempre estaba presente, algo que no era habitual en esa época", recuerda Picornell. "También venía de vez en cuando algún despistado que no había encontrado sitio en otros bares de la zona, pero nuestra clientela era muy fiel", sentencia.
Alomar recuerda que muchas veces iba al bar solo. "Cogía mi dos caballos y me plantaba allí, sin haber quedado con nadie, pero sabías que encontrarías gente siempre. Era un espacio de confianza y seguridad durante el franquismo y teníamos esa libertad que en los bares tradicionales y en la misma calle no podíamos tener".
Otro hecho destacable es que la clientela era 100% local. En la época en que empezó el boom turístico, Es Pou Bo se convirtió en un "refugio" para los locales. "No nos mezclábamos como que en cualquier establecimiento encuentras turistas, era un bar de gente de aquí, con las inquietudes, reivindicaciones y preocupaciones de una España que luchaba por salir del franquismo", dice.
El local donde en los años setenta estaba Es Pou Bo ahora está la conocida pizzería Sa Ximbombaque abrió sólo tres años después de que cerrara el establecimiento de Climent Picornell, Guillem Frontera y Aldo Spanhi y que todavía mantiene parte de la esencia estética de aquel local y muebles y decoraciones de la época.
El bar responde:
¿Qué música solía sonar?
— Música californiana, hippie, contracultural... también sonaba mucha música francesa y rock catalán.
¿Qué bebida era la más solicitada por los clientes?
— Principalmente los gintónics, pero también pedían mucho vino.
¿Cuál diría que era la marca del bar?
— El atractivo cultural, las exposiciones, recitales, conciertos, presentaciones...
¿Alguna anécdota que le haga reír cuando la recordáis?
— Pared con pared con el bar había un horno y algunas noches, a la una o las dos de la madrugada, aparecía el panadero con un pan en forma de pene. Todavía recuerdo cortar los testículos y repartirlos entre sus clientes.