Teatro del Mar, Teatro de la Lagartija y otras aventuras escénicas
Un informe de la época aseguraba que una empresa de teatro en Mallorca era inviable
PalmaCuando Iguana Teatre prácticamente iniciaba su trayectoria, un informe de un economista les aseguró que una empresa de teatro en Mallorca era inviable. Esto les hizo pensar, explica Carles Molinet, que "no sólo debía crearse una compañía sino un sector": una profesión, con toda la infraestructura correspondiente. Fue así como Iguana y Molinet, con mucha más gente de la escena mallorquina, fueron creando un teatro –el Teatre del Mar– y unas asociaciones profesionales –la de empresas, Illescena, y la de intérpretes, la Asociación de Actores y Actrices Profesionales de las Islas Baleares, AAAPIB– y un circuito de los territorios de habla catalana. Molinet redactó también el proyecto para la creación de la Escuela Superior de Arte Dramático de las Islas Baleares y participó en la constitución de entidades de ámbito aún más amplio, como Gescénic para los estudios y la formación, la Federación Estatal de Asociaciones de Empresas de Teatro y Danza (Faeteda) y la federación Insulares, común a las.
Fue hacia 1990 cuando la entonces joven compañía descubrió un espacio con unas posibilidades ilimitadas: la sala Rex, antes salón parroquial, en el barrio del Molinar, en Palma. Dos años más tarde, y con el apoyo de un centenar de personalidades –entre ellas el escritor Josep Maria Llompart–, se constituyó la Fundació Teatre del Mar, presidida por Joan Mas Vives y con el apoyo de las instituciones, que haría posible la rehabilitación de este espacio y la temporada regular que ha llevado a cabo hasta nuestros días. Fue Iguana quien estrenó la sala con Rondayas, a partir de los textos de Antoni Maria Alcover, pero pronto se incorporaron nombres muy destacados de los escenarios, como Toni Albà y Sergi López, Albena, Vol Ras, Yllana, Leo Bassi y Flyhard Produccions, entre otros. El Teatre del Mar creó también una colección de textos, una asociación de espectadores –con un boletín y el premio Jaume Damians al mejor espectáculo de cada temporada–, el proyecto Teatre i Literatura y un sello propio de espectáculos, Produccions del Mar.
Iguana Teatre tiene desde 1996 a un hermano pequeño –o no tan pequeño, porque pronto cumplirá treinta años–: Teatro de la Lagartija. Otro reptil, éste más autóctono, si se quiere, que es el sello para la producción de espectáculos dirigidos al público más joven. Fue la entonces actriz de Iguana Bárbara Quetglas quien se planteó un Frankenstein con títeres. Así nació La historia de Frank Stein, a la que siguieron otros títulos memorables como La experiencia Verne, Historias de la tienda encantada y ¡La fábula!, divertidísima adaptación escénica del clásico medieval de Guillem de Torroella.