14/10/2025
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Da la impresión de que Núñez Feijóo ha decidido cambiar quien le escriba los discursos. Y, el nuevo escribano no se detiene en pequeñeces, el líder gallego no apunta a hombre de estado porque la plurinacionalidad aún le atraganta, sino a líder ideológico principal del conglomerado de la extraextrema derecha española. No importa hablar de "esencialismo identitario", en relación a la emigración, como decir que "nos han hecho creer que era mejor la democracia más que la prosperidad". Cabe recordar que el 'esencialismo identitario' fue la base del Holocausto y, ahora, lo es del genocidio palestino y la violencia contra los emigrantes; y priorizar la prosperidad sobre la democracia ha sido la principal justificación de lo que podríamos llamar 'modelo de desarrollo asiático', en países como China y Singapur, donde el crecimiento económico se utiliza como argumento para restringir las libertades políticas, modelos que sirven de inspiración para Trump y los oligarcas tecnológicos americanos. Actúa de líder del orden, pero la instantánea más recordada la comparte con un narco.

En el 'Irreal Madrid' la estrella es Isabel Díaz Ayuso, adalil de la libertad como ausencia de obstáculos exteriores para elegir y consumir libremente. Idea corrosiva en una sociedad que deja al individuo frente a sí mismo, atrapado en la presión de tener que escoger constantemente, para no quedarse atrás, y el miedo a no equivocarse. Es el libertarismo neoliberal en su lado oscuro, que genera autoexplotación y frustración e ignora las condiciones materiales y sociales que influyen en esa supuesta autonomía personal, desatendiendo la interdependencia y la vulnerabilidad humana. Díaz Ayuso, mejor que nadie, encarna el miedo al sistema a la solidaridad, a la lucha social ya la organización colectiva que puede poner en peligro elstatu quo del poder. Ella actúa deinfluencer bocazas a quien le "agrada la fruta" para desprestigiar a la oposición y los movimientos sociales, con el fin de preservar la mala costumbre neoliberal de utilizar lo público en beneficio del capital privado.

Mark Fisher en el libro Realismo Capitalista insiste en una "extraña compulsión" del neoliberalismo al repetir algunos vicios del estalinismo, así que tiende a "implementar iniciativas cuyos efectos reales en el mundo sólo importan mientras se registren al nivel de apariencia y las relaciones públicas". De esta forma llegamos a la tercera protagonista del escrito: el discurso de Prohens en el estado de la comunidad muestra una prolífica inclinación a enumerar epígrafes que posiblemente tengan escasa o nula proyección efectiva. Un listado completo de deseos que será vulnerable en la medida en que los hechos y la eficacia no lo corroboren. La futilidad del relato podría convertirse en un problema para la presidenta.

Parece rehuir la profundidad y hace como si no fuera con ella el triángulo 'emigración - prosperidad versus democracia - libertad individual versus movimientos sociales', definido por los correligionarios estatales. Pero no sólo no es así, sino que lo interpreta de forma radical. "Necesitamos dar respuesta a las necesidades derivadas del crecimiento poblacional ya experimentado hasta ahora", sería uno de los argumentos centrales del discurso, pero no plantea ni un solo paso atrás en toda su legislación expansionista dirigida a contentar las demandas de un mercado inmobiliario para extranjeros, ni en la que consolida el escape de vivienda hacia el mercado de vacaciones. La radicalidad de Prohens se encuentra en lo que ha venido y sigue haciendo o ha dejado de hacer, no en lo que dice. Radicalidad negativa.

"Somos el máximo exponente de la España que se llena"; pero se mueven como pez en el agua en un sistema donde la democracia cede espacio a la lógica implacable del mercado, y que la prosperidad, entendida como crecimiento y atracción de capital, se erige por encima de las necesidades reales de la sociedad. Unas islas en las que el aparente brillo del crecimiento esconde las grietas de la desigualdad y la pérdida de espacios de participación efectiva. Si no hay voluntad de actuar globalmente sobre el modelo económico, sin excluir a la gente, hablar de demografía es entrar en el peligroso camino de acotar quién es 'dentro' y quién queda 'fuera' y, muy posiblemente, alimentar exclusiones basadas en criterios identitarios. Lo corrobora la ambigüedad de las tesis de los conservadores sobre inmigración, en las que existe una sistemática y peligrosa deshumanización del 'otro', hasta llegar a convertirlo en enemigo.

Pese a la atmósfera de ingenua de teatro regional que a menudo se intenta transmitir desde la presidencia del Gobierno, este escenario insular no está aislado, sino el reflejo a pequeña escala de una dinámica global que enmarca el predominio del capital corporativo y tecnológico como nuevo eje de la política mundial. En Baleares, la apuesta por un modelo económico ultraliberal y tecnocrático está al servicio del capital riesgo que especula con el territorio. Reiter el eslogan inmobiliario, que ya he utilizado en escritos anteriores, para ilustrar el momento económico propiciado por los conservadores: Don't wait to buy Real Estate, buy Real Estate and wait (No esperes para comprar inmuebles, compra inmuebles y espera). El paraíso de las segundas residencias para europeos que diseñaron los conservadores en los años 80 y 90 del pasado siglo, ahora se ha convertido en la Babel de la especulación. Radicalidad en el sometimiento al mercado.

Las perspectivas de éxito que genera el discurso de 'revolución' tecnológica y diversificación, que averiguó la presidenta en una retahíla de partidas presupuestarias, son más bien escasas. No existe ninguna posibilidad real de diversificación sin abordar en paralelo la macrocefalia turística, que históricamente ha ahogado al resto de sectores. No existe un turismo de futuro sin platear el decrecimiento de la oferta. No puede ir hacia una sociedad diversa y equilibrada sin revertir la especulación inmobiliaria. Nada de esto hay en el discurso de la presidenta: la presencia de la ausencia como radicalidad negativa.

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