14/10/2025
4 min

Muchas familias no sospechan que conviven con troles digitales y botes coordinados en su casa y que sus hijos adolescentes se han convertido en campesinos nocturnos en las granjas de Vox. A nosotros nos enseñaron que las realidades eran objetivas o subjetivas; hoy nuestros hijos las han convertido en sintéticas. Por tanto, no debe extrañarnos que en las próximas elecciones (sean las que sean), a pesar de haber educado a los jóvenes dentro de un ambiente de centroderecha moderado o de un socialismo domesticado o licuado, los jóvenes votarán mayoritariamente la extrema derecha. ¿Qué está pasando? ¿Qué nos está pasando? ¿Pasa por todo el mundo occidental? ¿Cuándo y cómo empezó este proceso de manipulación? ¿Qué personas o nos son quienes dirigen este entramado global? ¿Qué perfil tienen?

No seamos ingenuos y encaramos, con dignidad, la antropología de la historia de la humanidad. La "gran masa", las comunidades sociales, siempre han sido engañadas por la necesaria "gran mentira". Cuando empezamos a madurar y fuimos capaces de convivir entre el pensamiento mágico y el pensamiento racional, pudimos descubrir y entender que no existen las verdades absolutas. Realmente, hemos vivido rodeados de grandes mentiras, dogmas que han guiado a la humanidad. Es como si, de alguna forma, desde siempre hubiéramos ido detrás de las ideas. A pesar de estas idas y venidas a lo largo de la historia, hoy en día estamos haciendo variaciones de un deseo colectivo de personificarnos en deidades y demonios con rostros conocidos. El deseo de la sociedad hace que los líderes políticos actuales sean el equivalente de los magos, druidas y sacerdotes de las culturas pretéritas. Lo que sí ha cambiado más son las formas de liderazgo: ya no hay una selección natural, el proceso se ha convertido en sintético, precocinado.

¿De repente la sociedad actual ha vuelto más vulnerable a la manipulación? ¿Sólo ahora es así o desde siempre ha sido manipulada? ¿Sociedad controlada o sociedad manipulada?

Muchos de nosotros añoramos aquella "modernidad sólida", en la que la familia, el trabajo estable, el barrio o el pueblo nos daban una apariencia de seguridad. Cada cosa estaba en su sitio. ¿Por qué hoy en día, si miramos a ambos lados, encontramos o percibimos a más personas inseguras, solitarias y frágiles? Una fragilidad que nos predispone a una manipulación atractiva, porque nos prometen seguridad e identidad, da igual si es política, comercial o religiosa. El miedo difuso –del cambio climático, del terrorismo, de los inmigrantes– domina nuestra vida cotidiana. Un miedo que nos resulta difícil de controlar y localizar; de ahí que las masas, la sociedad, se dejen guiar por líderes o partidos que ofrecen respuestas simples y claras. El miedo –desde el primer día de la humanidad– se ha convertido en una herramienta de manipulación de masas, quizás la más poderosa.

Los jóvenes son los más frágiles del escenario, su psique no ha terminado de madurar, está en proceso. Sus "nervios" están en crecimiento. Necesitan interactuar, compartir con personas que hayan realizado el proceso de maduración y que les ayuden en esta investigación. Desgraciadamente, caminamos al revés. Los jóvenes actúan mayoritariamente con máquinas que procesan y guardan información, pero que de momento no están entes vivos con capacidad crítica y emocional. La nueva etapa digital nos invita a quedar aislados dentro de nosotros mismos, olvidando que el aprendizaje de las herramientas necesarias para poder vivir "tranquilos" está en el mundo analógico de fuera: en la calle, en la familia, en la escuela. Con la llegada reciente de la IA, este proceso de cierre y confusión se ha acelerado mucho más y ya no hablamos de que a menudo tratamos a los sistemas de IA como sustitutos de los humanos. Ya tenemos ministros, conversadores, amantes y truhanes en la IA. Con todo, hay que tener claro que estamos en los inicios de una nueva era donde, tarde o temprano, deberemos poner límites y filtros que de momento no están. El reto será conseguir no perdernos por el camino.

En relación con el aprendizaje y el papel que juega la escuela, me pareció interesante lo que escribió Carme, una estudiante de bachillerato del IES Can Peu Blanc de Sa Pobla, en un trabajo relacionado con el tema. Ella decía: "...la escuela no es sólo un lugar para aprender materias, sino un espacio vivo donde se crece como persona. Cuando los niños participan en consejos escolares, hacen de mediadores o asumen responsabilidades dentro del centro, aprenden que su voz importa. Se convierten en protagonistas de la vida escolar y eso les da confianza, sentido de la responsabilidad y espíritu crítico". entrenamiento valioso para otros campos de su vida". Profundizando en la conversación con Carme, pronto te das cuenta de que el tema de la manipulación y de la realidad sintética preocupa poco a los estudiantes. Se habla poco, no genera debate y con un poco de suerte puedes encontrar a dos o tres alumnos por aula a los que les preocupa en serio.

Necesitamos pensar que el paisaje que tenemos en frente no es tan desolador. Mientras los jóvenes reciben su dosis de romantización diaria del fascismo, con el objetivo de camuflar una ideología autoritaria, quienes tenemos los nervios más tensados ​​o madurados debemos seguir apuntalando y construyendo, como dice Carme, el pensamiento crítico en todas sus vertientes. Éste sería uno de los eslabones de futuro. Sin olvidar que las relaciones humanas, especialmente las familiares y escolares, son el mejor antídoto ante la manipulación y la deshumanización.

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