Por pan y por sal

Cocina de fábula

Os explicamos cómo preparar torta rosada en casa

Coca rosada a partir de la receta del libro La Cocina de las Rondaies Mallorquinas.
02/07/2025
3 min

PalmaUna de mis lecturas preferidas para el verano son las fábulas. Nunca sigo un orden, busco aquellas que me gustan de siempre, otras las voy descubriendo y recordando a medida que las leo. Mi padrino nos contaba alguna y guarda todavía una primera edición del volumen I de las Rondayas mallorquinas, de Jordi des Racó, que tenía en su casa. Reconozco su hablar en las expresiones de los personajes, porque también las decía él. Ahora el vocabulario de los cuentos resulta poco comprensible para los más jóvenes; un bote gigantesco para una lengua.

La alimentación es un elemento clave en las fábulas, un factor que nos permite comprender la vida cotidiana de la gente más sencilla y también los valores y deseos colectivos que estas historias transmiten. En un contexto en el que la mayoría de la población vivía en condiciones de precariedad y escasez, la comida adquiere una poderosa carga simbólica: la comida aparece como premio, como sueño, como símbolo de una vida mejor que a menudo sólo se alcanza a través de la astucia, la bondad o la intervención mágica. La cocina de los cuentos nos habla de los productos de la tierra, de primera mano. Los alimentos básicos son el aceite, el vino y, sobre todo, el pan. También se habla del cerdo, el me y el queso, las legumbres, frutas como los higos, la caza y la pesca, entre otros. Se contraponen los platos sencillos y austeros del campesinado a los platos abundantes y festivos propios de los monarcas y la nobleza. Según La cocina de las Rondaies Mallorquinas (Caterina Valriu, Paula Valriu y Bárbara Sagrera, Diecisiete Edición, 2022) la mesa real es la mesa soñada por quienes sufren hambre. Lo imaginan abundante y deliciosa y por eso se describen muchos más platos, propios de la cocina de casa buena. Muchos personajes comienzan su aventura en una situación de miseria donde la falta de comida funciona como el motor que les empuja a actuar. El alimento también puede aparecer en forma de banquetes mágicos, tablas que se paran solas u ollas que hierven sin cesar, simboliza la aspiración de una vida liberada de las penurias materiales.

Reflejo de la moral de la época

Por otra parte, la alimentación en las fábulas también refleja la moral de la época. La comida se presenta a menudo como recompensa para la generosidad o la inteligencia, pero también puede ser una forma de castigo para quienes actúan con avaricia, egoísmo o maldad. Es frecuente encontrar personajes que comparten lo poco que tienen con un desconocido, a menudo jayetes que comparecen en el camino del personaje. Gracias a ese gesto, reciben alimentos mágicos o prosperidad inesperada. En cambio, aquellos que se niegan a compartir o que abusan de los demás, acaban sufriendo el hambre o siendo engañados. Estas situaciones no sólo refuerzan la ética popular, sino que también ofrecen modelos de conducta a quienes escucha o lee.

Arroces amarillentos, greixoneres de toda clase, cocinado, sopas, pollos y capones rellenos, asados, pan y queso, higos, buñuelos, tortas y otras delicias aparecen a menudo en muchos cuentos. Hoy la receta será una versión de la torta rosada del libro La Cocina de las Rondaies Mallorquinas que hemos comentado antes. Según las autoras, el calificativo 'rosado' no se debe al color, sino al agua de rosas que aromatiza la torta. Si no tiene puede sustituirla por otro aromatizante, como el agua de azahar, extracto de vainilla o piel de naranja o limón.

Ingredientes

Para la levadura

l 40 g de harina de fuerza

l 25 g de levadura fresca de panadero

l 62,5 g de agua

Para la picadura

l 460 g de harina de fuerza

l 175 g de azúcar

l 125 g de agua

l 3 huevos

l 80 g de manteca

l Toda la levadura

l 2 c/s de agua de rosas

l 150-200 g de manteca más para untar la pasta

Torta rosada

Fundir la levadura con el agua y añadir la harina tamizada. Lo taparemos con un trapo y lo dejaremos que fermente. Cuando veamos que ha subido de volumen y que tiene muchas burbujas será señal de que ya está lista.

En un ribell o en un cuenco grueso, ataremos los huevos con el azúcar, el agua de rosas, la manteca y la levadura. Pondremos la harina tamizada y mezclaremos hasta que tengamos una pasta homogénea. Una vez hecha, empezaremos a trabajarla aireando la pasta. Lo levantaremos de abajo hacia arriba, abriéndola y recogiéndola como si abriéramos un abanico. La trabajaremos entre cinco y diez minutos. Cuando haya pasado este tiempo, nos untaremos las manos de aceite y recogeremos la pasta de las manos y del ribell untándola también con el aceite. Es muy pegajosa, así que le aconseja también la ayuda de una espátula. Taparemos el ribell y dejaremos que doble su volumen.

Romper el blando, trabajaremos la pasta cinco minutos y la pondremos en el molde untado de manteca. Dejaremos que blanda y hornearemos a 180 ºC unos 20 minutos o hasta que veamos que está bien cocida. Si quiere puede hacer coquetas individuales dividiendo la pasta en porciones pequeñas. Haremos bolas y las dejaremos en una palangana de horno separadas unas de otras.

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