
Lo ha sabido transmitir deliciosamente Víctor Erice con su última película: cerrar los ojos no siempre significa negar la realidad, tampoco expresa necesariamente un deseo de huir del mundo, puede ser el gesto que participa de un instante absoluto y supremo de revelación, de epifanías y de epifanías. Libro de los minutos de Gemma Gorga, recién recuperado por Stonberg Editorial, que regresa después de años de descatalogación, pero más que un regreso se trata de una auténtica resurrección: el libro incorpora ahora una cubierta y una ilustración del añorado artista plástico Pere Salinas, así como el epílogo del siempre cosmogónico Màr, potente pórtico en el que deja claro que estamos ante un libro extraordinario. Veinte años después lo sigue siendo. Es curioso que estos días hay gente que defiende que la nueva e inesperada compra de una editorial independiente por parte del grupo Planeta no significará pérdida de identidad: casos como el de Columna, sello que sacó a la luz la primera edición del volumen con el que Gorga consiguió el prestigioso Premio Miquel de Palol 2006, pero demuestran cambios radicales. Por recuperaciones dignas y necesarias como ésta es necesario brindar con esperanza.
Un libro de horas era un libro de devoción que se popularizó durante la Edad Media. Contenía pisales, textos espirituales, cánticos, rezos, oraciones y plegarias para que cada persona pudiera seguir las dinámicas litúrgicas cotidianas. Sin embargo, con el tiempo fue enriqueciéndose con otros elementos, hasta el punto de que muchos de estos volúmenes han acabado siendo fundamentales para entender iconografías de un período concreto de la historia. Por su esencia, el libro de horas invita a la reflexión, al recogimiento, al diálogo con Dios. Interesada en profundizar en lo pequeño, mínimo, inadvertido e inexplicable, Gemma Gorga se adentra dentro de este fascinante territorio y no perpetra un libro de horas, sino de minutos, en los que cada segundo cuenta como si fuera el definitivo, y habla con otras divinidades, o también con serafines, y comulga con la hermosa. Que no se equivoque quien crea que aquí hay beatería, porque no es esto. De hecho, la poeta proporciona también algunos poemas muy sensuales que dialogan con los de Teresa de Jesús, y pensamientos acertados sobre el dolor, la alegría, la vida.
Construido a partir de sesenta deliciosos poemas en prosa que funcionan como enigmáticas secuencias de un todo orgánico en el que se combinan el tono reflexivo y las confesiones emocionales llenas de prodigios cotidianos, Gemma Gorga recupera un precioso libro que huye de lo previsible, que sella génesis después de las génesis después de las maravilla.