'Twist&Chéjov', la reposición
El Teatro del Mar acoge la reposición de nueve cuentos de Anton Chéjov como si fuera uno solo


PalmaQuien piense que el inolvidable recuerdo de la primera representación, en 1995, de Twist&Chéjov mermaría o eliminaría alguna de las posibilidades de disfrutar de la reposición va errado. Lo único que se ha perdido por el camino es su carga asombrosa. Después de cuarenta años de Iguana Teatre y treinta de este montaje, lo único que podría sorprendernos de la formación sería un buñuelo teatral, pero, como decía el torero: "Lo que no puede ser no puede ser, y además, es imposible". De lo que no hay ninguna duda es que Twist&Chéjov fue la gran revolución teatral de nuestra historia. Fue una bocanada de aire fresco en el mundo del teatro, ya no sólo por la manera de encarar la interpretación, sino desde la elección, concepción y estructura de la obra. Cuando lo habitual habría sido recrear La gaviota, El tío Vania o El huerto de los cerezos, que el autor cotizaba al alza, Pere Fullana se sacó de la cesta una inverosímil y maravillosa miscelánea hecha de nueve cuentos de Anton Chéjov como si fuera uno solo. Un pequeño fundido a negro va sembrando el escenario de las diferentes historias abonadas con rasgos beckettianos, que transcurren a un ritmo tan ágil como ligero. Quedamos boquiabiertos. Había un buen motivo.
La reposición, tal cual, porque ni es revisión, ni relectura, ni una nueva versión, tenía un cierto peligro, que no dejaba de ser un reto, el de la nostalgia. Un reto que Iguana Teatre ha franqueado con nota y, además, lo ha hecho sin demasiados cambios. Casi ninguna mínimamente perceptible, incluso con la misma escenografía e idéntico vestuario. Éste Twist&Chéjov, que también es aquél, lo protagonizan Carles Molinet, que repite personaje, como si no hubiera pasado el tiempo, acompañado por Catalina Florit y Xavier Frau, quienes han alcanzado el relevo con idéntico resultado. No era ni es sencillo ponerse en la piel de veintisiete personajes, nueve por parte de cada uno de los protagonistas, con tanta fluidez como eficacia. Van de uno a otro con un sencillo y minúsculo cambio en el vestuario. Ahora unas gafas, ahora un sombrero, ahora una chaqueta, para ir de una historia a otra de forma casi indiscernible. De hecho, no queda muy claro que no sean los mismos personajes, que no lo son, pero como mínimo, todos tienen algún minúsculo a menos que les ensambla de forma muy subliminar con el anterior.
Por otra parte, de forma inverosímil, el montaje tampoco ha perdido contemporaneidad. Con treinta años encima, la dramaturgia que firman Carme Planells y Pere Fullana aún atesora todas y cada una de las virtudes que encaramaron la formación para no bajar ni un peldaño a lo largo de su existencia. Han sido cuarenta años, que no son pocos ni han sido un camino de rosas, siempre en la curruca. Celebrar el cumpleaños con la reposición de Twist&Chéjov, además de un acierto, es un regalo, doble para los que la vimos en su día e inmenso para los que podrán hacerlo ahora por primera vez.