Reproducción asistida

"Saber a 37 años que somos hija de un donante de semen fue muy traumático"

Hijos de este método reproductivo quieren conocer sus orígenes y prevén reclamar por vía judicial que se elimine en España el anonimato de los donantes de gametos

Los expertos consultados por el ARA señalan el interés económico como la razón para mantener el anonimato.
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Barcelona/PalmaLa mallorquina Henar (nombre ficticio) tenía 18 años y estudiaba Biología cuando vio por televisión un reportaje sobre la primera muñeca española concebida mediante la fecundación in vitro. A continuación, con curiosidad, se puso a hablar con su madre del tema y le dijo: "Nosotros también te concibimos por inseminación artificial". Pero le aseguró que habían empleado el semen de su padre.

Diecinueve años después, mientras mantenían una conversación sobre los métodos de reproducción asistida, a su madre "se le escapó" que el semen que habían empleado en el proceso era de un donante anónimo. En ese momento, Henar todavía no sabía que su madre tenía alzheimer. "Me sentí engañada. Me enfadé muchísimo con ella porque cuando me lo contaba, parecía que ella pensaba que yo ya lo sabía. No me cuadraban las cosas que me decía. Por eso, le pedí a mi padre y me lo admitió", cuenta.

Según asegura Henar, los padres se turbaron "mucho" a recurrir a este método. "Antes no estaban tan normalizadas estas cosas y la familia de mi madre era muy religiosa. Sólo lo sabían sus hermanos y mis primos, y por parte de mi padre nadie lo supo nunca", relata. Tampoco lo había sabido antes porque no figuraba en ninguna parte.

"Saber a 37 años que somos hija de un donante de semen me hizo pasar un proceso muy traumático", confiesa Henar. "Te lo dicen cuando ya eres una persona formada, con ideas de quién eres y cómo eres, y te lo dan la vuelta todo de un día para otro. He tenido que pasar un duelo genético sola, como si hubiera muerto una parte de mí. Me miraba en el espejo y me costaba reconocerme", recuerda.

Critica que se lo escondan. Considera que fue una "irresponsabilidad" de los padres y asevera que le crearon "un trauma". "Cuando tienes un hijo, debes asumir sus consecuencias y debes entender que hay cosas que, aunque no te guste hacerlas, te toca. ¿Tienes más derecho tú a ser padre o tu hijo de conocer sus orígenes?", pide. Tampoco entiende por qué sólo la consulta privada donde los padres la concibieron puede tener los datos de quién es realmente su "progenitor", que es así como la llama ella. "No le veo sentido más allá de una cuestión económica", opina.

Como ejemplo de los efectos que esto tiene en su día a día, explica: "Durante 37 años, cuando el médico me preguntaba si tenía antecedentes de enfermedades, contestaba que mi padre sufría un cáncer de pulmón y que su hermano tenía esquizofrenia. Y ahora resulta que todo esto no me afecta". Por otra parte, admite que a veces se plantea si alguna de las personas con las que ha tenido relaciones sexuales podrían ser parientes suyos: "No es ningún doi. Conozco a dos hermanos que coincidieron en la misma escuela y no lo sabían".

Aunque nunca ha pedido a la clínica ninguna información sobre su progenitor porque es consciente de que pondrán "muchos problemas" para decírselo, sí envió una muestra de saliva a una empresa americana para que le dijeran la procedencia y si tenía (o no) coincidencias con su banco genético. recurso

Henar es también miembro de la Asociación de Hijas e Hijos de Donantes, creada a finales de 2022 e impulsora de una propuesta para modificar la Ley estatal de reproducción humana asistida. Una de sus demandas es eliminar el anonimato de los donantes de gametos, de modo que los nacidos de estas donaciones tengan la opción de saber cuáles son sus orígenes y si tienen hermanos del propio donante. Hasta ahora, la reforma legal que propone la asociación ha recibido el portazo de todos los colores políticos. Por eso, se plantean abrir la vía judicial para forzar una reforma que permita conocer el origen genético y que, aclaran, no supondría un vínculo legal de paternidad con el donante.

Una de las fundadoras de la asociación es Maria Sellés, que critica que muchas clínicas de reproducción asistida ponen "excusas" por no facilitar la información no identificativa del donante al que, según la ley, sí pueden acceder los hijos de donantes. A partir de las experiencias de más de un centenar de personas que se han vinculado con la asociación, Sellés explica que "algunas clínicas dan datos como el color de piel o el grupo sanguíneo, otras van más allá e incluso dicen qué estudiaba o trabajaba el donante". En cambio, denuncia que en otros casos en la clínica "no dan ni los antecedentes médicos", aunque la ley establece que, en casos de riesgo para la vida, la empresa debe facilitar esa información. "Queda a criterio de cada empresa y, en la práctica, lo mínimo que nos da la ley ni siquiera se cumple", critica.

Además, son sus madres quienes pueden hacer la petición, no ellos mismos. Y hay que tener en cuenta que en los países en los que sí se revela la identidad del donante, los hijos, por ley, no pueden reclamar la paternidad en el sentido legal, por lo que no tienen las obligaciones que un padre o una madre sí tienen respecto a su descendencia.

La vicepresidenta del Comité de Bioética de Catalunya (CBC), Núria Terribas, apunta que eliminar el anonimato de los donantes, tal y como propone esta asociación, también evitaría la posibilidad de que alguien no descubra hasta ser adulto como fue concebido, o incluso que nunca llegue a saberlo. "Si los padres no se lo dicen, no hay ninguna manera de que la persona nacida de un donante pueda saberlo. No figura en la historia clínica, ni en el Registro Civil ni en ninguna parte", advierte Terribas, que lamenta el secretismo en torno a estas concepciones. "Antiguamente, también ocurría con las adopciones. Se tapaba y es peor", dice. Siguiendo el paralelismo con las adopciones, añade que en el caso de las personas adoptadas sí se ha reconocido el derecho a conocer los orígenes, y cree que debería regularse para que sea igual con las personas concebidas con donantes.

Mantener el anonimato

Ahora bien, el posicionamiento de las clínicas es firme en favor de mantener el anonimato. La Sociedad Española de Fertilidad (SEF) atribuía ya en un documento de 2019 el "liderazgo de España" en el sector de la reproducción asistida al blindaje del anonimato. La misma entidad indicaba que el 20% de los tratamientos con donación de gametos que se hacen en el Estado están a pacientes extranjeros, para ilustrar cómo de demandadas que están las clínicas españolas. Entre sus argumentos para mantener el anonimato de los donantes, indican que "desde el punto de vista psicológico, el apego se hace en las primeras etapas de la vida" y por eso consideran que si la figura de los padres se ve "amenazada" por la de un donante, esto "puede conllevar consecuencias negativas a la familia".

Camino judicial

La abogada Maria Vila asesora a la Asociación de Hijas e Hijos de Donantes en las posibles acciones judiciales que pueden tomar contra la industria reproductiva para que clínicas y bancos de semen dejen de blindar el anonimato de los donantes. Hasta ahora ha habido reclamaciones directamente contra las clínicas, pero no existe ningún precedente judicial en el Estado. Consciente de que es probable que de entrada no prosperen, Vila ya prevé la posibilidad de ascender hasta el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH). "El TEDH tiene muy claro que conocer los mismos orígenes forma parte del artículo 8 del Convenio Europeo de Derechos Humanos: toda persona tiene derecho al respeto por la vida privada y familiar", afirma la abogada.

La Ley estatal de reproducción humana asistida se aprobó en 1988 y garantiza que las personas que han nacido a raíz de una donación de gametos puedan acceder a información no identificativa del donante, incluyendo antecedentes médicos en casos de riesgo para la vida. Sin embargo, la asociación ha recogido diferentes casos de trabas e impedimentos para conseguir esta documentación. El acceso a información no identificativa se blindó en 1988, lo que deja en un "vacío legal" a las personas nacidas por reproducción asistida antes de ese año, apunta Henar. "Pero yo nací en 1985 y no me dan información. No entiendo por qué la ley no es retroactiva. Tampoco pido que me pasen el historial familiar del donante, pero sí me den un mínimo de datos", añade.

¿Caerían las donaciones?

Tanto los portavoces de la Asociación de Hijas e Hijos de Donantes como las especialistas consultadas por el ARA coinciden en señalar el interés económico como la razón que explica la reticencia del sector de la reproducción asistida en poner fin al anonimato de los donantes. "El anonimato es la piedra angular de este negocio, por eso quieren protegerlo", resume el hijo de un donante de Catalunya. Coincide la doctora en derecho de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) Noelia Igareda, quien en sus investigaciones ha constatado que en los países donde se ha abolido el anonimato de los donantes ha habido una disminución de las donaciones, lo que explicaría las reticencias del sector. "Mucha gente no daría si hubiera la posibilidad de que en un momento determinado se sepa que ha dado".

Ante esto, Terribas pregunta: "¿A qué damos más valor? ¿A los derechos de las personas nacidas o al negocio de las clínicas?". También apunta al caso del Reino Unido, donde cayeron las donaciones cuando se eliminó el anonimato de los donantes, "pero después remontaron con un perfil de donante distinto, personas más adultas, que quizás ya habían tenido hijos y querían ayudar".

España, un "destino favorito"

España es "uno de los destinos favoritos" para tratamientos de fertilidad, en palabras de Igareda, y "la cantidad de bebés concebidos con técnicas de reproducción asistida aumenta cada año, los últimos datos son alrededor del 12%". Además, asegura que no existe ningún país en Europa que pueda compararse con España en cuanto a la fuerza de la industria de reproducción asistida. Por ejemplo, apunta, la donación de óvulos no está permitida en muchos países, mientras que en España sí.

Uno de los aspectos que hacen tan "atractivo" el estado español es que, "si pagas, no hay listas de espera", asegura Igareda. Además, el personal sanitario está autorizado a buscar la similitud fenotípica entre donante y receptor. "Para la gente de otros países de Europa es atractivo buscar óvulos de mujeres blancas y europeas. Además, aquí la sanidad tiene cierto prestigio y hay muchas infraestructuras, también turísticas, que organizan paquetes reproductivos", añade.

Enfermedades genéticas y ADN

Terribas, también jurista especializada en bioética, advierte de los riesgos de no saber que se es hijo de donante. "Si tienes un problema de salud grave, que puede ser genético, y has nacido de un donante, tú mismo puedes perjudicarte porque pedirás al médico que haga las pruebas genéticas a tus padres", advierte. También alerta de que puede dar pie a "situaciones de conflicto si los padres no han querido explicarlo y los hijos deben buscar los orígenes genéticos".

Igareda expone que esta situación puede repetirse más a menudo ante el hecho de que "cada vez es más fácil y barato hacerse un análisis genético" para investigar los orígenes, incluso por curiosidad. Además, cada vez hay más información sobre enfermedades genéticas y este tipo de pruebas también se realizan para descartar complicaciones médicas. "Imagínate que haces esto, lo comparas con tus padres y resulta que no tienes ninguna relación con ellos. O que te diagnostican alguna enfermedad de origen genético y entonces te das cuenta de que no tienes nada que ver con ellos", alerta.

¿Cómo se regula en otros países?

La doctora en Derecho de la UAB también ha estudiado las legislaciones de distintos países sobre reproducción asistida y su relación con el derecho a conocer los orígenes. "En la mayoría de los países europeos de nuestro alrededor, que son los más parecidos cultural y legalmente, la tendencia ha sido a eliminar el anonimato en la donación. Ahora sólo el Estado y pocos más, como Bélgica, lo mantienen, pero la legislación belga permite cierta investigación propia si el donante quiere", dice Igareda. La razón es que "han interpretado la obligación de hacerlo de acuerdo a la Convención sobre los Derechos del Niño", asegura.

La jurista también apunta a un cambio en la opinión social: "Todos esos niños y niñas que han nacido gracias a las técnicas de reproducción humana asistida son ahora adultos que están reclamando su derecho a investigar los orígenes, como ocurrió con la adopción". En este sentido, cree que "el caso español es raro porque el debate no está nada vivo, mientras que en otros países está sobre la mesa y es un tema presente en la opinión pública".

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