El PP balear hace malabares por frenar los ataques de Vox al catalán

El veto a la propuesta de la extrema derecha de modificar la Ley de educación ha evidenciado la apuesta de Prohens por evitar la confrontación sobre lengua

La presidenta Marga Prohens en el pleno, durante una intervención de la líder del grupo parlamentario de Vox, Manuela Cañadas.
09/11/2025
4 min

PalmaNunca había sido tan visible en el Parlament balear el doble juego que el PP de las Islas ha hecho a lo largo de la legislatura: frenar a Vox en su obsesión contra el catalán, pero, al mismo tiempo, intentar retener al votante españolista. Los populares han votado esta semana en contra de la propuesta de ley del partido de Santiago Abascal para arrinconar al catalán en la escuela, desatando la ira de sus socios. Pero en un movimiento casi simultáneo, han registrado su propia modificación de la Ley de educación para introducir al catalán y al castellano como lenguas vehiculares. La táctica refuerza el discurso del Gobierno de Marga Prohens a favor de un "bilingüismo amable", en palabras de uno de sus adversarios. Pero en la práctica, la propuesta del PP no tiene efectos: mantiene tanto la Ley de normalización lingüística como el Decreto de mínimos, que establece que al menos el 50% de las clases deben realizarse en catalán.

Los equilibrios de Prohens sobre el catalán contrastan con el discurso de otros varones del PP, como la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. La jefa del Ejecutivo balear evita "la crispación" sobre lengua. Por eso se desmarcó de Ayuso durante la Conferencia de Presidentes de junio, cuando saludó en catalán y reivindicó la "riqueza de las lenguas del Estado". En el Parlament –a diferencia del ya dimitido presidente del País Valenciano, Carlos Mazón–, Prohens mantiene el catalán en sus interacciones con Vox. Durante las negociaciones con la extrema derecha, los consellers han puesto una línea roja a cualquier exigencia que pisara los consensos lingüísticos reflejados en el Estatuto de autonomía y la Ley de normalización.

Desde que accedió al poder, la obsesión de la presidenta balear fue no repetir el error de su antecesor, José Ramón Bauzá. El expresidente perdió la mayoría absoluta en el 2015 tras las protestas masivas contra la implantación del trilingüismo en las escuelas. Esto condenó al PP a una travesía por el desierto que duró ocho años. "Tenemos un tipo de votante que no es independentista, pero es muy mallorquín", apunta una fuente de PP: "Desde el primer momento, nuestros alcaldes nos pidieron que no cediéramos ante Vox".

¿Cómo recibe Génova esta posición? El vicepresidente primero del Govern, Antoni Costa, asegura que "se entiende". "Tenemos una lengua propia y dos lenguas cooficiales", dijo el viernes: "El Gobierno ya expresó ese posicionamiento a la dirección en el último Congreso".

Media legislatura haciendo equilibrios

Sin embargo, la dependencia que Prohens tiene de Vox –no sólo como socio, sino también porque no para de subir a las encuestas– ha tenido consecuencias. El catalán ha sufrido retrocesos en esta legislatura. Desde la eliminación del requisito de conocerlo para los sanitarios, hasta la rebaja del nivel solicitado en determinados cargos de la Administración. Pasando por algunas conquistas de la extrema derecha en las negociaciones por los presupuestos, como la aplicación de la elección de lengua en la primera enseñanza y el impulso del Plan piloto de segregación lingüística. "El PP no defiende la lengua", advierte una fuente socialista.

Pero lo cierto es que el Gobierno ha estudiado al milímetro cada uno de estos pasos para que tenga unos efectos prácticos limitados, lo que ha desesperado a Vox. Así, los recortes del requisito de catalán en la función pública se han hecho de forma quirúrgica y el Plan de segregación, que el Govern planteó como voluntario, ha tenido una adscripción exigua: de tan sólo 19 centros (aproximadamente un 4% del total), y todos concertados. Por si fuera poco, la última propuesta del PP para introducir la vehicularidad del catalán y el castellano en la Ley de educación, "no tiene ninguna aplicación práctica". Lo asegura el alcalde de Pollença (PSIB), Martí March, quien fue el conseller de Educació que impulsó la ley en el 2022. "Es una modificación estética del articulado que el PP plantea como una operación de marketing político, para lavarse la cara", continúa. De hecho, este punto del texto contó con el apoyo de todos los grupos durante la tramitación de la norma, pero en el último momento se sacó para no incomodar a MÁS por Mallorca. Vox también niega que la iniciativa tenga una afectación real. "Esta jugada maestra que han presentado es una estafa, un engaño y un gesto en la galería", dijo el pasado martes el portavoz adjunto de Vox, Sergio Rodríguez, a los populares, a los que acusó de "traición".

Tras dos años y medio de tira y aflojas con la extrema derecha por la lengua, la plantada del PP ante Vox por la Ley de educación ha marcado un punto de inflexión. En los pasillos del Parlament balear, los dirigentes del PP no disimulaban su alivio. "Hemos dicho basta", apuntaba una fuente. ¿Eso puede suponer la ruptura definitiva con Vox? La misma voz lo puntualizaba: "Es que no sabemos exactamente qué romper". Por las idas y venidas de Vox, que rompe o recupera alianzas a escala autonómica al dictado de Abascal, el PP ya no da nada por sentado. "Llevamos tiempo transitando en territorio desconocido", señala un miembro del equipo de Prohens.

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