22/07/2025
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Estos días de lucha contra este tren soplador que nos quieren imponer, he recordado mucho a mi madre y mi padre. Supongo que a vosotros os ocurre lo mismo. Sus inquietudes, sus sueños, ese trabajo extremo de sol a sol. Su determinación de salir adelante, de flotarnos. Horas y horas de trabajo y pasar pena… a menudo por sobrevivir y poder pagar cuatro facturas. ¿Qué dirían si estuvieran vivos? Creo, estoy convencido de que sacamos fuerzas de su memoria y de su legado. Cati Mayol escribió una frase en el Facebook de la Plataforma Cívica, que dice: "Este grupo nace del amor por su tierra y de la necesidad urgente de proteger lo que somos". Con una sola frase glapió la esencia del mundo en el que creemos y nos sustenta. No desfallezca... juntos podemos detener este desvarío.

Cada día los bajos de la Sala –el Ayuntamiento– se llenan de gente para ir a mirar los trazados del tren hacia Alcúdia que ha enviado el Govern Balear. Los sentimientos de miedo, temor y preocupación están a flor de piel en el campesinado poblera. La gente queda asombrada ante las rayas negras y rojas que marcan, surcan y descuartizan las tierras de Marjal (me niego a poner "la"), se lo miran, se frotan los ojos. ¡No puede ser!, dicen. Esta tierra la cultivamos desde hace cinco, seis o siete generaciones, no puede ser que el Gobierno de na Prohens nos quiera tanto daño. Éstas y otras palabras son las primeras que escuchamos día tras día. Evidentemente, en el pueblo no se habla de otra cosa.

Otros reaccionan con más contundencia: cuando tenemos que sacar los tractores, ¿piden? Nosotros, ¡los de Este tren no!, les pedimos sensatez y calma; sabemos que es fácil de decir y difícil de llevar a la práctica. El corete y el cuerpo nos piden acción, pero el espíritu debe estar tranquilo. De momento es el tiempo de hacer alegaciones a un estudio presentado por una Consejería de Movilidad que no ama ni tiene ninguna sensibilidad hacia la tierra marjalera. En el trabajo presentado, sin demasiadas concreciones ni precisiones, hay demasiadas preguntas y pocas respuestas. No saben la anchura de la vía más los viales, no saben la altura de los puentes ni de los túneles. Aún todo está por definir. Tampoco saben si la estación del tranvía (que no es tranvía) está a la derecha o izquierda de la avenida Tucan. No tienen claro el punto donde empezará o terminará el túnel. No se han mirado el patrimonio protegido y catalogado de los molinos, lavaderos y norias. Entonces ¿qué saben o qué quieren esa gente? Más de hora y media para ir de Alcudia a Palma. Nos preocupan las afectaciones a 50 metros entre ambos lados que tendremos que sufrir de por vida.

De la montaña de Son Fe y de Sant Martí no saben nada. ¿Qué espíritu las habita? ¿Los fósiles que se han encontrado? Cabe suponer que si tenemos los fósiles guardados en Sa Vileta, la zona está protegida. La DG de Agricultura dice en su informe que en el caso de hacerse el tren dentro de Marjal, supondría la estocada definitiva a un campesinado y agricultura ancestral. Parece también que los técnicos de movilidad no han hablado mucho con los compañeros de la DG de Emergencias, y eso que son del propio Govern. Pablo Gárriz, el DG de Emergencias les está esperando con una batería de planes (Meteobal, Inunbal, etc.) que no se han leído y podrían incurrir con una negligencia o vulneración de graves consecuencias para las vidas humanas en el futuro. Todavía recuerdo las inundaciones de Sant Llorenç del 2018 y las personas que murieron ahogadas.

Tampoco saben de los pozos, ni de las tuberías de aspersión por regar, ni de los motores, ni de los accesos, de todos los sueños y el dinero invertido en nuestra tierra. Sólo saben que quieren un tren; un tren del miedo. No importa si las lágrimas rodan por las mejillas de las marjaleras, de los pobleres, de los alcudienses. En la reunión de Alcúdia una voz dijo fuerte: "¡yo quiero muchos trenes y gratis!". Esto es todo, muchos trenes y gratis. A cualquier precio, cueste lo que cueste. Marc Valens, afectado e ingeniero de carrera les hizo tres preguntas en la reunión de Alcúdia, y Joan Mas, jefe de Departamento de la DG pudo responder ninguna.

Cada día que pasa me pido en qué pensaban los ingenieros que redactaron el estudio presentado, si son de otro planeta o qué aprendieron en la escuela. Me pregunta si vinieron a las tierras marjaleras, a hablar, a escuchar su latido, la gente, su aliento o si sencillamente hicieron el proyecto con la proyección de un satélite y una lupa, dentro de un despacho con aire acondicionado y lo arreglaron todo con cuatro rayas. Señores Sebastià Ribot y Carlos Vilés, que firman los papeles, venid a Marjal y escucha a la gente de manos desnudas y callosas. Señora Presidenta Margalida Prohens, fue al mar de Alcanada para mostrar a los medios un vídeo publicitario y para escuchar las mamballetas de sus acólitos. Ven a Sa Pobla en Marjal, habla con los afectados y no afectados, más de 240 propiedades rústicas. ¡Ven, escucha el pueblo! Después ya nos dirá si es justo el precio que nos pide. Está bien invitado a dar un paseo por la tarde y sentir a sus pies una tierra ganada con los brazos en las marismas que la rodean.

Ahora mismo, la gente, la ciudadanía poblera, tiene dos retos colectivos a trabajar, por un lado, tenemos demasiado miedo. Miedo al 'poder', a la 'autoridad' de lo que dirán, también a la gente encorbatada que manda en Ciutat. El segundo reto es una feroz crisis de confianza y de credibilidad en las administraciones públicas, tanto locales como autonómicas. No es retórica, es algo constatable y palpable. Habrá que ver cómo afectará y qué consecuencias tendrá toda esta problemática dentro de dos años, cuando nos llamen a votar. ¡Este tren no!

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