Impetigen, la enfermedad de la piel que se ha disparado entre los niños de Baleares
Habitual en verano, es oportunista: la provocan las bacterias de la dermis, que aprovechan las heridas para penetrar en la epidermis y acceder a la sangre


PalmaEs un día de verano, hace humedad y el aire está cargado de mosquitos. Pican a un niño de tres años en la mejilla y él empieza a rascarse con fuerza hasta el punto de que empieza la piel. Se le cura y se le pone una tirita y, en principio, todo queda resuelto. Pero al día siguiente le empieza a salir un enrojecimiento y se le forma progresivamente una costra de color miel. Para los pediatras, el diagnóstico está claro. Tiene impétigo, una enfermedad de la piel habitual en verano y que la provocan las propias bacterias de la dermis. Normalmente, están en la barrera dérmica, pero si existe una herida o una picadura pueden penetrar y provocar una infección. Puede ser localizada o esparcirse por la piel, sea porque el niño se ha rascado en otras zonas con las manos sucias e infectadas, o porque los gérmenes han entrado en el torrente sanguíneo y van sembrando lesiones en todo el cuerpo.
Según los datos de IB-Salut, la evolución de los casos muestra una tendencia ascendente desde 2021, cuando se registraron 5.619 diagnósticos, de los cuales 4.279 fueron en menores de 14 años. Al año siguiente fueron 8.606 y 6.827, respectivamente; en 2023, ascendieron a 12.738 y 10.027. El pasado año fueron 12.391 y 9.627. Este año ya se han contabilizado 5.173 casos, de los cuales 3.919 en niños.
El perfil habitual de paciente, explica la pediatra en el centro de salud Es Blanquer de Inca, Nerea Gallego, es el de niños de entre 2 y 5 años. "Son los que más contacto tienen entre ellos, se rascan con las uñas sucias, se hacen herida, se vuelven a rascar, caen al suelo, llevan las manos aún más sucias, lo que facilita la propagación del germen", explica. Generalmente, las lesiones comienzan por la zona de la nariz y de la boca, al ser partes del cuerpo que los niños se tocan más. A partir de ahí, si se toma a tiempo y se visita al médico, se puede frenar el progreso. Si no, se entra en un círculo vicioso de propagación donde el niño se vuelva a rascar. "La mayor parte de las veces los niños no notan prácticamente nada, más allá de un ligero picor. Se ven la costra y se la arrancan", dice Gallego.
El impétigo puede generar dos tipos de lesiones en función de cuál de las dos bacterias la produzca. Hay las que forman una corteza de color miel, más habituales en la zona nasal o de la boca, y las que tienen el aspecto de una quemadura de cigarrillo con botella, más frecuente en las piernas y los glúteos, explica la pediatra en el centro de salud de Santa Ponça, Rocío Casado, que también es vicepresidenta de la Asociación de la Asociación de la Asociación de
Expansión postpandemia
¿Por qué es más habitual en los niños? "Su sistema inmunitario es mucho más inmaduro, se hacen heridas de forma más frecuente y los mosquitos se ensañan con ellos. A todo ello se suma que su piel es mucho más fina y es más fácil que se rompa", explica la doctora, que también analiza las cifras de casos. "Antes de la pandemia también teníamos muchos casos, pero con el confinamiento encerramos a los niños dentro de una burbuja y cuando lo hemos salido, los casos se han disparado", dice Casado. A este incremento ha contribuido que ahora hay más mosquitos que antes, muchos de ellos de tipo tigre.
El período de incubación desde que se produce la infección es mal de estimar, pero es de entre uno y tres días. Ahora bien, en 24 horas ya puede notarse la primera lesión y ya es posible que se haya propagado por el cuerpo a través de la sangre. Según la experiencia de Casado, el 60% de los casos de impétigo son de lesiones localizadas y el resto, repartidas por todo el cuerpo. El tratamiento habitual es con crema antibiótica. "Con la pomada tradicional el germen típico ha generado resistencia, pero salió un nuevo producto en el 2018 que es efectivo. Si la lesión es localizada, con la quema basta. Ahora bien, si ya está en la sangre y corre por todo, puede hacer falta antibiótico oral para atacar la enfermedad desde dentro del cuerpo", expone Casado.
Más allá que genera unas lesiones vistosas y que pueden alarmar a los padres, es una patología que los pediatras ya tienen dominada, porque en verano ven casos cada día. Los niños acuden a la piscina, a la playa, a los campamentos y van con la piel más expuesta. Se abrazan, se pegan y comparten toallas. Si hay cualquier herida, ya existe riesgo. "Es una enfermedad típica, no tiene efectos secundarios y es inocua. Es algo incómoda para el niño, porque puede picarle, pero nada más. Siempre ha habido impétigo y no hay que crear alarma", explica Edelmiro Vergés, pediatra en Atención Primaria, que también está preocupado por el incremento de las res.
En caso de que un progenitor vea una lesión extraña en el niño, cerca de la boca o de la nariz, no hace falta que vaya a Urgencias. "La mayoría de los centros de salud podemos dar cita rápida. Mientras tanto, hay que intentar evitar el contacto con otros niños, al menos hasta un día después de empezar el tratamiento", advierte Gallego. Como en todas las enfermedades infecciosas, la prevención es clave. Se deben llevar las uñas cortas, los dientes limpios y si hay una herida o corteza, limpiarla con agua y jabón. Si se ve que la herida vuelve roja, que empieza a supurar o que amarillea, toca visitar al médico, que iniciará un tratamiento.