Salida de emergencia

Modelos: de Málaga en el País Vasco

17/10/2025
Escriptor
3 min

Hace dos años y pico, el Partido Popular ganó las elecciones en Baleares con una consigna que sus representantes repetían a diestro y siniestro: querían importar aquí el modelo de turismo cultural de Málaga. En especial, el alcalde Jaime Martínez y su número dos, Javier Bonet, querían hacer de Palma una 'ciudad cultural' como presume de serlo Málaga, desde luego también gobernada por el PP. Las comillas las he puesto yo, porque en realidad, más que una ciudad cultural, Málaga funciona como una ciudad escaparate que atrae turismo con un supuesto reclamo cultural que acaba siendo una simple operación publicitaria, vistosa pero banal. Málaga, en efecto, se ha especializado en acoger museos-franquicia, llenos de grandes nombres pero vacíos de contenido artístico, y con un valor cultural nulo. Un pretexto para hacer venir aún más turismo de selfie e instagram.

Es cierto que Martínez, Bonet y compañía están consiguiendo hacer algo más o menos parecido al de Málaga: la última demostración fue la fiesta de la patrona, con una gala de DJ y otros elementos aproximadamente musicales. Tanto si se trata de artes plásticas, como de música, el modelo de Málaga busca siempre lo mismo: artistas con discursos y actitudes convenientemente descomprometidos, de deglución rápida y complaciente como un panecillo bao. De lo que se trata, en realidad, es mover grandes cantidades de gente con cualquier excusa que les permita divertirse y, además, decir que han hecho algo 'cultural'. Y, por encima de todo, consumir, que es de lo que se trata. El modelo de Málaga ya fue descrito y criticado en el ARA Baleares hace tiempo por Cristina Ros: desmontaba el carácter pretendidamente cultural de una simple operación de marketing turístico y oponía el modelo de Bilbao, una ciudad que ha apostado por un único museo, el Guggenheim (o por dos, si contamos el Museo de Bellas Artes), con un discurso artístico, museístico y cultural que es coherente y sólido, y que a su vez.

En el ARA Baleares también puede leer una entrevista muy interesante de David Marquès en Joaquim Coello, un destacado ingeniero barcelonés con domicilio en Ciutadella de hace cuarenta años, y que este año impartió la lección inaugural del curso académico del Círculo Artístico de esta ciudad. Coello se muestra decididamente partidario de limitar en serio la llegada de turistas a la isla, para no ahogarla en la saturación. Y también invoca al modelo vasco, no sólo en cultura sino también en turismo. En efecto, en el País Vasco el turismo se mantiene en unos parámetros de éxito pero no de masificación, convive con otras actividades económicas que forman parte del tejido productivo y tiene una buena interrelación con el mundo cultural del país, desde grandes equipamientos como el Guggenheim o el Festival de Cine de San Sebastián hasta la música, la cultura popular tradicional o la literatura vascas. El modelo turístico vasco se basa en la idea de responsabilidad a todos los niveles: la responsabilidad individual del turista, la responsabilidad corporativa de las empresas y la responsabilidad institucional de la administración pública: todas deben velar por el cuidado y el respeto al territorio, al medio ambiente ya la cultura del país. Para ello, han desarrollado un concepto, la inteligencia turística, que pasa por el despliegue de un Sistema de Inteligencia Turística (SIT), que funciona como un repositorio de información útil, relevante y ordenada, a fin de potenciar las buenas prácticas en el sector turístico.

Debemos recordar que el gobierno vasco no está en manos precisamente de bolivarianos revolucionarios, sino de la derecha jesuítica del PNV. Pero quizás existe todavía una derecha capaz de pensar en ideas de productividad más allá del dinero fácil y de los anuncios de parpadeo.

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