Usted nunca estuvo aquí

Mallorca es el paraíso de mucha gente y muchas cosas. También es el paraíso de los bugues, de los karts, de los quads y de las bicis y motos de montaña

Dos bugues por las carreteras de Mallorca
17/10/2025
3 min

Palma¿Quién dice que el verano haya terminado? En Mallorca estamos a punto de conseguir el milagro del verano de todo el año. Es cierto que con el otoño llegan lluvias, que un tiempo a esta parte se han vuelto torrenciales y desbordadas: no hace tanto tiempo esto ocurría de vez en cuando, ahora se convierte en la norma. Los expertos nos cuentan una y otra vez, con paciencia de santo, que el cambio climático consiste precisamente en esto: se vuelven frecuentes, y más intensos, fenómenos que años atrás (pocos años atrás) eran puntuales o esporádicos, y tenían menos fuerza.

Para muchos, el verano comienza y acaba con la temporada turística, que oficialmente pone punto el próximo día 31. Sentiremos o leeremos los balances del sector, a la baja como siempre, con lloriqueos como siempre. Sin embargo, si alguien se pasea durante el mes de octubre por la costa, o por el centro de Palma, difícilmente notará un ambiente de fin de temporada. Hay un gentío por todas partes, mayoritariamente turistas en pantalones cortos y manga corta que lo retratan todo con sus móviles y se hacen selfis o graban vídeos de sí mismos para colgarlos en las redes y dejar constancia audiovisual de su paso por Maiogca. Se muestran eufóricos: es porque hace buen tiempo. En octubre tenemos unos cielos azules y una luz del sol radiantes, acompañados de una temperatura que durante el día no baja de los veinticinco grados, y por la noche llega a menudo a los dieciséis oa los diecisiete: en los países de donde vienen muchos de estos guiris –Alemania, Reino Unido, etc.– esto es ya más verano de lo que tienen ellos en el momento más álgido de sus veranos continentales. Cuando se generalizó y tomó protagonismo el debate sobre el cambio climático, algunos de nuestros hoteleros más conspicuos vieron de repente, por fin, la oportunidad de desestacionalizar la actividad turística. Cierto, como explican en IB3, que nuestros hoteleros, cuando mueren, se convierten en estrellas que brillan más que las demás en el firmamento: es a consecuencia de su inteligencia privilegiada. Algunos ingenieros ya defienden la tesis de que el cambio climático no se puede combatir, sino que debemos aprender a convivir con ellos: en resumen, adaptarse. Ésta es justamente la máxima de los hoteleros mallorquines. En caso de desastre nuclear, ellos sabrían encontrar la forma de defender los encantos de unas playas radiactivas. Tal y como estamos actualmente, de vez en cuando el máximo problema es que se presente alguna dana, o algún levante, que cause destrozos o incluso muertos. Pero esto no le importa a nadie.

Lo que verdaderamente importa es poder ir en bugue por las carreteras de la isla. El bugue, el ruido del motor del bugue, es la medida de la felicidad: si hace tiempo para ir en bugue, es que es verano. En esta fotografía de Ismael Velázquez podemos ver un bugue y un kart bajando por la costa del hotel Delta, una playa de Llucmajor cerca del Arenal o Cala Mosques, quizás más conocida como Cala Blava. Pero como se llamaran los sitios tampoco importa. Importan el bugue y el kart bajando la carretera pletóricos frente a un mar espectacular, con un azul abismal rodeado del verde y los ocres de la garriga. La foto está tomada a mediados de octubre, pero es idéntica a cualquiera que pueda hacerse en pleno julio o agosto.

Vehículos de fantasía

Mallorca es el paraíso de mucha gente y muchas cosas. También es el paraíso de los bugues, de los karts, de los quads y de las bicis y motos de montaña. Son vehículos de fantasía que sólo se utilizan en una tierra de fantasía, por la que no se sienta ningún cariño en particular porque en realidad no existe. Una tierra donde sea verano todo el año, o por lo menos cada vez que usted vaya. Como el Brigadoon de la película, pero en versión turbocapitalista. El paisaje natural se convierte estrictamente en decorado para las aventuras de fantasía de los pilotos de estos bugues, quads, karts y otros inventos similares. Puro infantilismo para adultos, escapismo en un tiempo y un espacio que dejan de ser reales para convertirse en algo inmaterial: una foto, una sensación, el sueño de una noche o de un día de verano. En realidad usted nunca estuvo aquí, sólo corrió con un kart, o con un quad, o con un bugue. Usted, por tanto, es inocente, no ha hecho nada para que la isla se degrade, se desfigure, se destruya y deje de ser un bonito decorado dentro de no tanto tiempo. Entonces, siempre podemos decir que ha sido culpa del cambio climático: con ese calor en verano, y estas danes destructoras en otoño, no hay forma de hacer carreras a sus anchas.

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