12/08/2025
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En una época marcada por las emergencias ecológicas crónicas, las desigualdades sociales y la barbarie crecientes, y la vulnerabilidad de los sistemas y cadenas globales de producción, la reflexión sobre el territorio, la gestión de los recursos y la soberanía colectiva es urgente y fundamental para trazar presentes que nos conduzcan a futuros más justos, deseables y vivibles, y relocalizados en la tierra propia, la que pisamos, la que verdaderamente nos sostiene y podrá sostenernos. En este contexto, los terrenos, los valores y el trabajo comunal requieren una especial atención, una mirada para engendrar posibilidades y revisitar imaginarios colectivos que han sabido funcionar de otra manera.

Tal y como explica David Algarra en su artículo 'Bosques comunales de los Països Catalans' publicado en la revista Caramella, existió durante siglos una extensa red de bienes y una cultura comunal potente y arraigada en nuestro territorio: bosques, prados, pastos, fuentes, matorrales, caminos y tierras, gestionados colectivamente por las comunidades locales. No estaban destinados al lucro, sino a garantizar la subsistencia de todas las familias. El derecho de empleo –de uso colectivo– permitía aprovechar leña, pastos, frutos silvestres, agua o tierras de cultivo, todo ello bajo reglas de conservación y aprovechamiento decididas colectivamente. En Mallorca, topónimos como la comuna de Lloret, la comuna de Caimari y la comuna de Bunyola, entre otros, son vestigios de este pasado vivo y colectivo.

Algarra explica también que este modelo de gestión sufrió un desmantelamiento sistemático. Con la consolidación de los estados liberales modernos, las tierras comunales fueron parceladas, vendidas o apropiadas por las oligarquías locales. A través de procesos como las desamortizaciones del siglo XIX, la privatización de lo común se convirtió en norma. La idea de propiedad colectiva fue sustituida por la de propiedad privada absoluta. Una propiedad privada que ahora se ha convertido en 'sagrada' por las políticas ultraneoliberales que afectan a nuestro territorio. Así es como se rompió profundamente con las formas comunitarias de vida, apoyo mutuo y sostenimiento de la vida que habían caracterizado el mundo rural durante siglos también aquí en Mallorca, por impensable que nos pueda parecer, dado el momento que vivimos y lo pronto y devastadora que se ha borrado de la memoria colectiva.

Y es precisamente ahora, cuando el territorio, en las Islas, está a punto de sufrir una de las embestidas especulativas y destructivas más bestias de la historia –al materializarse las consecuencias de la gran amnistía impulsada por el Gobierno PP-Vox y la Ley de las reservas estratégicas de suelo. Y en un momento en que, en un contexto más amplio, la crisis ecosocial nos exige repensar las estructuras que sostienen nuestras vidas, la propuesta de recuperar los comunes se convierte en una necesidad casi podríamos decir que pragmática. Recuperar tierras comunales, ressignificar la propiedad, el común, la legitimidad de los comunes y de la apropiación colectiva de éstos, podría ser una estrategia clave para hacer frente a las lógicas que siguen impulsando dinámicas de cesión de bienes públicos –ahora suelo público– para desarrollo y lucro de la iniciativa privada. ¿En qué momento se ha normalizado la irracionalidad manifiesta de pensar que esto puede ser una práctica que revierta las problemáticas sociales y ecológicas de la sociedad del 99% que queda fuera de las dinámicas de acumulación de riqueza que tienden a mercantilizar y monetizar las desgracias –dile injusticias, desequilibrios de violencia- estructural ¿primigenia de estas mismas dinámicas?

La reapropiación de la tierra, la legitimidad de reivindicarla como lo común que es, recuperar, reconocer y reinventar si es necesario, formas de organización y gestión colectiva, recuperar el espíritu del trabajo comunal como forma de participación política, de pertenencia y de cuidado mutuo, se convierte en este contexto, en este contexto. gestión, explotación, perversión e instrumentalización. Gladys Tzul Tzul, socióloga quechí guatemalteco, define el trabajo comunal como "una forma de gobierno y de resistencia, orientada a la sostenibilidad de la vida colectiva" Y esto constituye una alternativa radical.

Así, necesitamos grietas en los muros de la irracionalidad en que hemos convertido la propia razón, que se conviertan en posibilidad de otros mundos, otros territorios, otras sociedades, deseables y posibles y buscar esas aceras y ensancharlas es lo que hace y mueve la Fundación Emprius con su intención, determinación y perseverancia. Y es lo que promueve con la segunda edición de sus premios Emprius con los que quieren reconocer iniciativas de propiedad, uso y gestión comunales y comunitarias en los territorios de habla catalana. Iniciativas que se inspiren en la tradición comunal no como algo arqueológico, sino como semilla de otros presentes y futuros posibles y deseables. Promover los pensamientos y las formas de hacer críticos por una relación diferente con la tierra, el trabajo y la vida que se contrapongan frontal y radicalmente con los usos privativos, explotadores y lucrativos de lo que nos pertenece a todos ya la que pertenecemos nosotros mismos, la tierra y la vida misma.

Esta mirada ecosocial, colectiva y arraigada es la que comparten muchas iniciativas que hoy se despliegan en nuestros territorios: cooperativas agrícolas de base comunitaria, proyectos de custodia del territorio, bancos de tierras, agroecología comunal, recuperación de derechos de uso sobre bosques municipales... Proyectos que. Es imprescindible que estas prácticas no queden en la periferia, sino que se conviertan en centrales en las estrategias de futuro. No sólo por su eficacia social y ecológica, sino porque recuperan valores esenciales que debemos reivindicar: la corresponsabilidad y el compromiso con la vida.

Recuperar a los comunes es, hoy, un acto de radicalidad y de esperanza. Es confiar en que como colectivo somos capaces de reaprender, de inventar, de cuidar lo que nos sostiene y de construir las alternativas necesarias para hacerlo posible.

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