Por qué MÁS debe aprender a ser mayor sin dejar de ser útil

10/11/2025
4 min

Mi partido, MÁS por Mallorca, ha convocado su congreso para dentro de un mes. Y no he podido estar de meterme cucharada, qué tenemos que hacer, somos así. Porque para un observador externo —o, incluso, para un militante medianamente despierto— la situación del espacio ecosoberanista empieza a parecerse a ese momento en el que entras en una habitación y no recuerdas qué habías ido a hacer. Tienes ganas de hacer algo (¿útil?), sí, pero te ha cogido el Alzheimer político de repente y acabas removiendo papeles viejos y simulando que estás muy ocupado. Y así estamos: muy ocupados, pero sin saber exactamente en qué.

MÁS, ese invento simpático que surgió cuando ni la CUP ni Podemos existían, tenía una misión clara cuando nació: aglutinar a los rebotados. Hablo del 15M, el movimiento anti-TIL y las clases medias cansadas de recortes, corrupción, Rajoy y Bauzà. En este contexto, y con mucho acierto, el PSM, Els Verds y algunos ex de IU vieron la jugada y pensaron: "Mira, si aquí montamos una coalición electoral con esta tropa, quizás nos voten incluso los modernos de Palma". Y coló. Pero claro, el problema es que lo que debía ser una plataforma electoral ha acabado simulando que es un partido. Con sedes, con estatutos y con todo, pero sin tener claro si somos un grupo de amigos, una asamblea de vecindarios o una sucursal de alguna ONG.

El resultado de todo ello está claro: una crisis existencial permanente.

Un buen ejemplo de este lío son las alianzas electorales. Como MÁS no ha terminado de hacer su "refundación" política, cada vez que se habla de pactar con alguien, parece que acabe el mundo. Los catalanistas de siempre se estiran el pelo nada más oír hablar de Sumar o de la izquierda española, como si esto fuera traicionar la causa. Los más izquierdistas, en cambio, se enfadan si alguien del partido habla de Catalunya o de soberanía. Casi nadie se da cuenta de que el debate no es con quien pactamos, sino si sabemos realmente quiénes somos (espóiler: no mucho).

Mientras, la militancia va algo perdida, como jugando al Quien es quien de la izquierda: "Este es feminista, pero habla castellano; éste es ecologista, pero votó Podemos; ésta es soberanista, pero vive en Calvià…". Y así nada se puede construir sólido. El peligro es caer en la autocomplacencia y encerrarnos en un "sólo nosotros somos los auténticos" que destruya cualquier opción de unidad de izquierdas por simple orgullo. Y no haría falta: MÁS podría ser el centro de un proyecto mallorquinista abierto, progresista, ecologista y feminista, capaz de ilusionar a la gente que mueve el país desde abajo: quien organiza el Correllengua, defiende la sanidad pública o lucha contra el turismo masivo, por ejemplo. Pero para ello hace falta liderazgo, ideas claras y algo menos de miedo a perder el control. En resumen: toca desacomplejarse.

Ante este panorama, me he animado a hacer una pequeña lista de deberes pendientes. Sin grandes discursos ni aires de salvadores, aquí van algunas ideas que creo que deberíamos debatir los mallorquinistas de izquierdas para despejarnos de una vez. En primer lugar, el municipalismo debe ser nuestro eje: es donde estamos fuertes, donde la política todavía tiene rostro y sentido y donde se puede transformar la realidad. Es necesario coordinarnos mejor y hacer de esta red local nuestro motor, una forma de hacer política en positivo. También debemos aprender a hablar de otra forma, con un lenguaje cercano y comprensible, y dejar de ser el "Partido del No": la crítica es necesaria, pero la gente quiere oír propuestas y respuestas concretas. Además, nos toca superar la indefinición y aprender de la experiencia de gobierno: haber sido socio del PSOE nos ha mostrado que gestionar no es lo mismo que decidir. La autonomía no basta, y gobernar sin soberanía es hacer de administradores de un sistema pensado para que nada cambie mucho. También debemos hablar de España y de Europa, de retos reales como el auge de la extrema derecha o la inmigración, y recordar que formamos parte de un proyecto europeo como la Alianza Libre Europea, que da sentido a nuestro soberanismo moderno y abierto. Y, sobre todo, es necesario superar en el 2015, asumir las derrotas y perder el miedo a liderar. Somos alternativos por nuestro modelo de país, no por querer ser más de izquierdas que nadie.

Y por encima de todo esto, es necesario reafirmarnos en nuestros ideales: catalanismo, ecologismo y progresismo. Hablar claro y pisar más barro y menos moqueta. Sólo así podremos tejer la alianza más efectiva de cara al 2027. Con un objetivo claro: ganar votos, reconstruir un bloque de izquierdas y, a ser posible, echar a Prohens de una vez. Ya se ha escrito mucho, ya se han hecho ponencias suficientes: ahora toca leerlas, definirnos y actuar.

Ahora bien, tengo la sensación de que los disparos del congreso irán en otro sentido. Ya sabemos cómo va esto: se hablará mucho de nombres, de listas, de quien sube y quien baja, como si todo se resumiera en quien sale más guapo en la foto. Y es una lástima, porque, aunque los nombres tienen su peso —y lo digo claro: a mí me gusta Luis Apesteguia—, nada de eso es realmente importante si no hablamos del fondo. Lo que realmente cuenta es si queremos volver a ser útiles a la gente de esta isla. Porque Mallorca, esta isla de guiris, constructores y hoteleros omnipresentes, necesita más que nunca un partido mallorquinista, de izquierdas y ecologista. Un partido valiente, con ideas propias y con la mirada puesta en el futuro, no en las sillas. Porque si este congreso no sirve para recuperar la brújula, todo lo demás —los nombres, las cuotas, las fotos— será sólo ruido de fondo. El tiempo dirá.

stats