27/10/2025
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El debate sobre el futuro turístico en Baleares no sirve de demasiado más que de propaganda de unos partidos contra otros –con los respectivos grupos sociales que les ayudan–, pero no para encontrar una solución a la avalancha de visitantes que padecemos: 15,6 por residente, producto de la maquinaria –creada por los señores de la política y la economía balear– de todo mano de más mano de más mano de más mano de más mano de mano social.

Este año llegarán más de 19 millones de turistas. No, sin embargo, los 20 que se habían previsto inicialmente. La diferencia no será consecuencia de ninguna decisión política sino de los precios demasiado altos para un tramo de clientes, los que se van a otros sitios. Si cuando estalló la polémica por la saturación en toda su intensidad (2019) llegaron 16,5 millones de visitantes y este año superaremos los 19, es obvio que la relativa ralentización del crecimiento –sobre lo previsto– no nos ahorrará la continuación del espectáculo político basado en el hecho de charlar mucho para no decir nada.

En julio del 2022 el entonces consejero de Turismo, Iago Negueruela (PSOE), calificaba la saturación como una mera "sensación" que tenían quienes la criticaban, pero advertía que "a los trabajadores" lo que les interesaba no era nada de eso, sino el trabajo bien pagado. Ahora acude a manifestaciones contra la saturación. Contra la del PP. Porque contra la que impulsa el Gobierno de Pedro Sánchez (PSOE) no es que no se manifieste, es que no dice ni pío. Y no es que el presidente no lo expresara bien claro en verano: confiaba en que el número de turistas que llegue este año al país pase de los 94 millones del 2024 a al menos 100. Como en el Archipiélago acogemos un 20% del total, para satisfacerlo deberían llegar otros 1,2 millones.

Marga Prohens (PP), que en el 2018 se fotografiaba tras un cartel a favor de la llegada de más turistas, descubrió el año pasado el rédito político y electoral que podría darle a imitar a Francina Armengol en el uso de la propaganda, en especial en todo lo referido al turismo. Se inventó lo de la "contención", se apuntó a decir que también es "sostenible" en lo que sea necesario, "circular" incluso, si es necesario, y al "no podemos crecer más". Eso sí, sin decrecer turísticamente porque "nadie quiere", según dijo en una sesión parlamentaria. Y de paso acusó al PSOE de ser el responsable "de la saturación".

La gran aportación teórica de la presidenta al debate es este punto –"la contención"– que debe estar bien en medio entre la reducción y la progresión del número de visitantes. Cuando en una entrevista se le pidió que concretara qué cantidad aproximada de turistas debería contenerse, al menos cerca de los 18,7 millones de 2024, de los 17,8 de 2023, de los 16,5 de 2022 o de los 19 y buscas que se prevé para este año, la respuesta fue de manual. la pregunta de cuántos turistas no debería sobrepasarse: muchas palabras para ninguna concreción.

Si PP y PSOE (44 escaños sobre los 59 que forman el Parlamento; 35 en el 2019 y 34 en el 2015, en los peores momentos para el bipartidismo) huyen de cualquier concreción y se limitan a desplegar propaganda uno contra el otro, qué posibilidades productivo (los Más, 6 escaños; Unidas Podemos, 1) puedan forzarlas a hacerlo? Y eso sin contar en la ecuación el neofascismo (Vox 5 y Grup Mixt 3), que está a favor de más turistas.

Otro interrogante pertinente, más allá de los partidos, es: si el principal resort para controlar la afluencia turística son los aeropuertos de Aena, empresa privada un 51% de cuyas acciones está en manos de la pública Enaire que depende del Ministerio de Transportes (PSOE), por qué nunca se ha convocado una manifiesta saturación, tal y como demostró Sánchez?

En resumen: las manifestaciones contra la masificación –con la asistencia de parte de los saturadores– se convertirán en tradición, continuará el debate entre contención y decrecimiento, y mientras tanto Aena seguirá "mejorando" los aeropuertos y la saturación se hará –se ha hecho– crónica. Y ya veremos.

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