23/09/2025
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Hablamos hace pocos días con el escritor Sebastià Alzamora y con el editor y poeta Jordi Cornudella, en la presentación de la nueva edición de Bearn o la sala de las muñecas: seguramente, la madurez de una cultura también puede medirse por el cuidado que ésta tiene de sus autores patrimoniales. Leer, releer, volver a poner en solfa las ideas y los universos creativos de los escritores que nos han precedido es una muy buena manera de recordarnos de dónde venimos y, sobre todo, desde dónde podemos coger impulso para avanzar. Esta nueva edición de Bearn en Edicions 62, que recupera la revisión definitiva que hizo Josep A. Grimalt e incluye cuatro lecturas de Alzamora, Carlota Gurt, Carme Riera y yo mismo, debe parecerse mucho a la manera en que se deben relacionar los países normales con su patrimonio artístico: desde la contemporaneidad, con una rigor histórico y filológico. ¡Sí! Bearn vuelve a las librerías porque, como decía Jaume Fuster, todo libro que no hemos leído es una novedad.

Segunda instantánea: el pasado mes de agosto, el Consell de Mallorca y el Ayuntamiento de Andratx anunciaban el inicio del proyecto de creación de la Casa Museo Baltasar Porcel, que gestionará, como ya hace de forma exquisita con los espacios dedicados al propio Villalonga, a Blai Bonet y al Padre Ginard, la Fundación Mallorca Literaria. Será, seguro, una buena oportunidad para leer con ojos de hoy uno de los grandes narradores y polemistas (con permiso de Villalonga) que ha dado Mallorca, y quién sabe si la creación de este espacio contribuirá a espolear la reedición de su obra, aparcada de forma casi completa desde su traspaso en el año 2009. juancarlista y pujolista Baltasar Porcel le habría encantado, y lo más importante: un proyecto que abres como Solnegro, Caballos hacia la oscuridad y Las primaveras y los otoños, entre otros, merecen.

Y todavía un tercer flash: la reedición de dos obras primordiales de la primera poeta moderna en lengua catalana, Maria Antònia Salvà. Este otoño, Barcino recupera Espigas en flor y El regreso con una introducción de Lluïsa Julià, una de las principales expertas en la autora de Llucmajor, y con un epílogo de la poeta Maria Callís. Así, si en 2020 teníamos que lamentar la imposibilidad de encontrar sus obras en las librerías en pleno Año Salvá, ahora la podremos leer por partida doble. Y será grande: los lectores que se acerquen encontrarán la que siempre he defendido que deberíamos osar leer como una especie de Dickinson en lengua catalana, una autora introspectiva, visionaria, arraigada en la viveza de las palabras y en la sensibilidad más honda, precursora del feminismo y del ecologismo en las .

Parece, pues, que los editores, los filólogos y las instituciones están haciendo su trabajo: poner al alcance del público el legado de nuestros mejores autores, sobre todo cuando éstos no están para defenderlo. Ahora sólo falta que se animen los lectores.

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