Toni Vaquer y Voodoo Children Collective dominan el arte de estirar el jazz
Uno de los elementos más destacados de la noche fue el diálogo entre las dos baterías, planteado desde la complementariedad y no desde la confrontación
PalmaEl proyecto de Toni Vaquer mantiene su vocación de explorar formatos inusuales y de integrarlos en un único lenguaje sonoro. En Voodoo Children Collective, esta apuesta se concreta en una fusión singular: instrumentos clásicos que permiten "estirar la música como una goma" conviven con tubos de big band más secos y definidos, configurando un discurso que constantemente evoluciona sin perder coherencia. Vaquer asume un papel que va más allá de la dirección: presenta, contextualiza y dedica cada pieza, convirtiéndolas a menudo en gestos de reconocimiento hacia los músicos del proyecto.
Uno de los elementos más destacados de la noche fue el diálogo entre las dos baterías, planteado desde la complementariedad y no desde la confrontación. Esta solidez rítmica apoya un repertorio que transita con naturalidad por territorios complejos. Las composiciones, de arquitectura ambiciosa y fuertemente trabajada, mantienen una audición sorprendentemente amable, como si el proyecto hubiera limado deliberadamente todas las aristas para facilitar la entrada del público.
Las influencias evocan proyectos como Snarky Puppy tanto por el interés en las texturas como por la forma de articular ritmos ternarios jazzísticos con binarios funkys y pulsaciones de raíz más étnica. Esta combinación genera un sonido amplio y flexible muy característico del colectivo.
El setlist recorrió varios registros: de la delicadeza de Django en el motor rítmico de Katana o Little Nada Dragon, pasando por la intensidad concentrada deElegy. Las dos últimas piezas contaron con la participación del corazón infantil de la escuela de jazz A Ran de Mar de Portocolom, que aportó un soporte vocal luminoso y de gran impacto emocional, reforzado por la presencia de la glosa y otros elementos de música de raíz.
El conjunto ofreció un concierto que confirma la capacidad de Vaquer y de su colectivo para ampliar los límites del jazz y hacer un espacio de diálogo abierto. Un proyecto que estira, transforma y devuelve la música con una vitalidad propia.