El gráfico elaborado por Marta Martínez (UIB) retrata la evolución del índice de aridez en las Islas Baleares, es decir, cómo es el balance entre la lluvia, la evaporación y transpiración de la tierra. Mientras que en la sierra de Tramuntana y en Menorca la tendencia es positiva porque gana la humedad, en el sur de Mallorca y en Ibiza los datos confirman claramente un recorrido hacia la aridez, o con un balance negativo. El caso más preocupante es Formentera, donde la situación es ya crítica.
Un tercio del territorio de Baleares está en proceso de desertificación
Casi el 30% de la superficie se encuentra en una situación preocupante fruto de un incremento de la aridez, es decir, de la degradación del terreno por mayor evaporación de agua. La acción del hombre es la principal causa del problema
PalmaUn tercio del territorio de las Islas Baleares está en proceso de desertificación. Los datos delAtlas de la Desertificación de España que acaban de publicarse confirman que este fenómeno afecta aproximadamente a 1.600 kilómetros cuadrados de la superficie total del Archipiélago. Pero lo primero que advierten los expertos es que "desertificación no quiere decir que se esté dibujando un desierto. Es un proceso de degradación del terreno, fruto de una serie de causas, y lo que sí es cierto es que ocurre allí donde hay aridez", explica el geógrafo de la UIB, Enrique Morán. "Por tanto", insiste, "cuando se ofrecen porcentajes de desertificación, sobre todo debe hacernos reflexionar el hecho de que son territorios donde se ha empobrecido y degradado el suelo. Por tanto, aunque no haya un cambio muy grande en cuanto a la vegetación, que es el último que se produce, ya ha comenzado un debilitamiento que no es nada positivo".
Y es que los expertos consideran que la desertificación en sí misma es una degradación del territorio, ya que con su avance los ecosistemas pierden fertilidad, capacidad de regeneración y calidad ambiental, un proceso influido tanto por el clima como por la actividad humana. Según lo reciente Atlas de la Desertificación de España, hasta un 87% del territorio balear se considera zona árida, y, por tanto, susceptible de sufrir desertificación. De estas zonas áridas, un 33,7% ya está degradado, lo que equivale aproximadamente a un tercio del territorio total de Baleares (el 29,3%), lo que sitúa al Archipiélago entre las regiones más vulnerables del Estado.
Uno de los principales autores del Atlas, Jaime Martínez Valderrama, que además es científico en la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA) y forma parte del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha asegurado al ARABalears que "es importante entender que el proceso sólo tiene lugar en las zonas, ha un porcentaje muy elevado del territorio que es zona árida, y por tanto tiene muchos espacios donde, si se dan una serie de circunstancias, se pueda producir la desertificación", afirma. Las zonas áridas son aquellas en las que existe una desproporción entre el agua que llega y la que se pierde por evaporación. Las zonas áridas pueden incluir desiertos reales, pero también paisajes semiáridos y subhúmedos secos, donde la vegetación es limitada y los suelos son vulnerables a la degradación, como es el caso de Baleares.
El cambio climático no es la principal causa
En contra de lo que pueda pensarse, el cambio climático no es, al menos todavía, el principal causante de los procesos de degradación y desertificación. Si se observan las curvas de precipitaciones acumuladas de los últimos años, "puede verse que hay ciclos, pero en realidad, podemos concluir que, de momento, ni las precipitaciones han bajado tanto ni la temperatura media ha crecido lo suficiente como para considerar que están teniendo un efecto muy significativo que haga aumentar la degradación del suelo", afirma Enrique Morán. De hecho, incluso Menorca y la sierra de Tramuntana tienen tendencia al incremento de la humedad, mientras que donde sí se observa un escenario preocupante es en Formentera y en el sur de Ibiza (ver gráfico principal), zonas en las que sí existe una clara evolución hacia la aridez.
Entonces, si el clima de momento no es la principal causa, los científicos coinciden en que "es la mano del hombre que afecta más al suelo y contribuye a su degradación", asegura Morán. El consumo de agua se ha disparado en los últimos años en las Islas, y teniendo en cuenta que más del 70% del suministro proviene de los acuíferos, esto provoca un importante perjuicio, ya que la salinización progresiva "es un problema importantísimo, porque es muy difícil que se puedan recuperar y porque la sal marina entra y va subiendo hasta llegar al subsuelo", advierte.
Pero el hecho de que el clima de momento no haya sido tan significativo como pueda parecer no es ningún motivo de tranquilidad para los expertos, ya que es precisamente la combinación de factores lo que preocupa:"La subida de temperaturas provocará más evaporación y transpiración de la tierra. un escenario que nos obliga a tomar medidas con cierta urgencia", dice Morán.
Los autores delAtlas de la Desertificación consideran que, por tanto, es más importante que nunca "cartografiar estos procesos para entender dónde y cómo se está produciendo la degradación", ya que su trabajo es una "foto fija", afirma Martínez Valderrama. El hecho de que haya pocos trabajos con este nivel de detalle y que utilicen su método no facilita su comparación, pero buena parte de los especialistas coinciden en que, tanto en el conjunto de España como en las Islas, la situación empeora. "En los últimos años la población que vive en las zonas más áridas ha crecido un 25%. Porque, como es el caso de Baleares, nos gustan las zonas áridas, ya que es donde hace más calorcito y donde se está mejor, donde hay más terrazas", afirma el autor.
Por supuesto, este fenómeno de incremento de población también tiene mucho que ver con el aumento del turismo que "busca lo mismo, buenas temperaturas, huyendo de los cielos grises del norte de Europa. Y claro, en el momento del año en que hace más falta el agua, más población y visitantes acuden a las zonas áridas hídricos", explica Jaime Martínez Valderrama.
Precisamente, "los datos incluidos en el Atlas son extensivos y detallados, con mapas sobre zonas áridas, uso del suelo, recursos hídricos, biodiversidad e impacto humano", con la intención –dicen los autores– "que estas herramientas puedan ser útiles tanto para científicos como para gestores y responsables políticos". La adecuada comprensión de la desertificación "es clave para frenar su evolución y preservar los recursos naturales", especialmente en territorios vulnerables como las Islas Baleares, afirma Martínez Valderrama.
En España, el 67,1% del territorio se considera árido, con un 40,9% ya desertificado y un 60,9% en riesgo de desertificación, según los datos oficiales del Atlas. Comparativamente, Baleares presenta un porcentaje mucho más elevado de zonas áridas, pero una proporción de degradación similar dentro del territorio susceptible. Otras comunidades como Cataluña poseen un 53,5% del territorio árido, con un 30,4% ya desertificado.
Los territorios insulares, con el mayor riesgo
El incremento de la sequía, combinado con la vulnerabilidad natural de los ecosistemas insulares, aumenta significativamente el riesgo de desertificación y puede extender el territorio afectado más allá del tercio actual del territorio. El caso más paradigmático es Formentera, en el que el balance entre los recursos hídricos disponibles de forma natural y la presión humana es "completamente insostenible", confirma Enrique Morán.
En cuanto a las buenas noticias en materia de estado del suelo en las Islas, cabe destacar el aumento de la masa forestal, fruto del abandono del campo. Pero esto tampoco es del todo positivo en términos de disponibilidad de agua, ya que "esta situación comporta al mismo tiempo un mayor consumo de agua, un recurso ya limitado", recuerda Morán.
Los especialistas también advierten que lejos de menguar, la presión urbana y turística sigue creciendo, lo que genera todavía una mayor sobreexplotación de los acuíferos y un aumento de la erosión del suelo, "procesos que aceleran la degradación ambiental y hacen más vulnerables los territorios frente a la aridez", según el geógrafo de la UIB. Esta combinación de factores climáticos, ecológicos y humanos convierte a Baleares en un territorio especialmente frágil, en el que la desertificación puede avanzar con rapidez si no se adoptan medidas preventivas.
La actual situación muestra que la desertificación no es sólo un riesgo futuro, sino un problema presente que ya afecta a una parte significativa del territorio balear. Las consecuencias de este fenómeno pueden ser profundas, afectando a la productividad del suelo, la disponibilidad de agua, la biodiversidad y la sostenibilidad de las actividades económicas, especialmente el turismo, que depende directamente de los recursos naturales y del paisaje. "Es un tema que mucha gente no entiende, porque cuando hablas de aridez y desertificación muchos no pueden evitar pensar que es un problema lejano y ajeno. Yo siempre explico que el 80% de la población de España ya vive en una zona árida, y por tanto no hay que esperar a ver un paisaje determinado, sino que hablamos de nuestro entorno", insiste Martín.
Los expertos reclaman que las autoridades públicas hagan una acción inmediata y coordinada "porque lo que no podemos hacer es regar más porque hace más calor y se evapora más agua, o tener más turismo que consume este recurso imprescindible en el peor momento del año", concluyen.