Observatorio

Studium. Nueva temporada

El concierto se inició con un prólogo lo suficientemente lujoso y que, de algún modo, señalaba el nivel de la velada

Cecília Rodríguez y Violeta Alarcón interpretando 'Sorgi, o Signore, e spargi'.
22/10/2025
2 min

PalmaStudium Aureum inaugura nueva temporada y una formación corregida y aumentada, como por ejemplo con cerca de setenta componentes sobre el escenario, entre cantores, músicos, solistas y, naturalmente, el director. Carlos Ponseti, el músico silencioso. La pieza elegida tiene también elementos suficientes de especial interés, aunque, siendo una pieza de Mozart, no figura en los programas habitualmente. Davide penitente K 469 es una cantata que le encargó la Tonkünstler-Societät (Sociedad de músicos) de Viena, con motivo de la Cuaresma. Corría el año 1785, un año bastante ajetreado por el genio, durante el cual firmó hasta dieciséis obras, entre las que encontramos tres conciertos para piano, una sonata para piano y violín, un cuarteto para piano y cuerdas… y ya sabemos que la música religiosa no estaba entre sus preferencias. Una buena razón para emprender el Kyrie y el Gloria a su inacabada, vete a saber por qué, Gran misa en do menor K.427. Quizá por eso hay tan escasas interpretaciones. La selección áurica, por tanto, y como en tantas ocasiones, tiene valor añadido.

Pero el concierto se inició con un prólogo bastante lujoso y que, de alguna manera, señalaba el nivel de la velada. La soprano Cecília Rodríguez fue la solista, acompañada por la vigorizada orquesta, encargada de interpretar a un brillante Exultate, jubilate K 165, que el de Salzburg compuso para lucimiento de su castrado predilecto, Venazio Rauzzini, mientras ambos estaban preparando la ópera Lucio Silla. El motete es como un pequeño concierto, con dos arias, un recitativo central y uno Aleluya final, fascinante y cautivador, que dejó claras las aptitudes de la protagonista. Una voz con mucho color, aterciopelada e impresionante en las resoluciones.

A continuación, llegó Davide penitente, una cantata de diez movimientos, ya con el reforzado corazón como coprotagonista, acompañando a las sopranos Cecília Rodríguez y Violeta Alarcón, y al tenor Antonio Aragón, encargado de interpretar el aria A té, tra tanti affanni, mientras que la otra de nueva creación, interpretada por la primera soprano, Tra el oscuro ombre funeste, aportan a la composición un particular aire operístico, así como el terceto de solistas Tutti le mie speranze, y un final poderoso, algo entremezclado, pero no menos imponente, con la cadenza también interpretada por los tres solistas, el coro y la orquesta, rubricó un concierto de categoría, intensidad y gran magnitud.

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