Observatorio

Nada es casual

El nivel y resultado fue tan elegante como brillante

Irene Más y Pedro Aguiló interpretando 'O sacrum convivium' en la Mercè.
hace 15 min
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PalmaViajar en el tiempo, una manía que los humanos hemos soñado por pan y por sal fue posible gracias a Studium. Para empezar, cambiaron su madriguera por la iglesia de la Mercè consagrada en 1661 –nada es casual–, el tiempo en que todos los compositores que conforman la nómina de protagonistas de este concierto estaban escribiendo todas las piezas que pudimos escuchar el pasado lunes. Por otra parte, lo hicieron con una configuración que muy probablemente sería muy parecida a las del siglo XVII, dos violines, Ramon Andreu y Bernat Martí; un violonchelo, Rosa Cañellas; un órgano, Pedro Aguiló, y dos sopranos, Irene Mas y Raquel Ribas. No era necesario cerrar los ojos, ni subir al DeLorean del doctor Emmet 'Doc' Brown, ni entrar en la máquina que imaginó H:G. Wells, como tampoco ni siquiera que los músicos de la pequeña orquesta de Studium Aureum, dirigidos por Carles Ponseti, empleen instrumentos de época. Todo era mucho más sencillo, tan sólo escuchando pudimos disfrutar de un sabroso y abundante paseo por el barroco italiano. Con tan pequeño esfuerzo nos encontramos con hasta diez músicos coetáneos y compatriotas. Se inició la velada con Girolamo Frescobaldi, con Canzon seconda, para dos violines y continuo. Ya desde los primeros acuerdos fue suficiente para saber que el teletransporte había sido un éxito. Por si había dudas, se añadieron las dos sopranos para interpretar el Salve nobilísimo virga Jesse, de Michelangelo Grancini, y así sucesivamente hicieron acto de presencia, Dario Castello, Giovanni P. Cima, Salamone Grassi y Arcangelo Corelli, entre otros.

No es necesario hacer un comentario sobre cada una de las piezas. El nivel y resultado fue tan elegante como brillante, con este tipo de giuoco della copie, que diría Bartók, y que significa juego de parejas, diálogos y complicidads entre los dos violines, entre las dos cantantes y entre el bajo y el continuo. Por si había dudas de éste giuoco, quedó patente con la interpretación de O sacrum convivium, para dos sopranos y continuo, de Cima, cuando Irene Mas quedó junto al órgano de Pedro Aguiló, mientras que Raquel Ribas y Rosa Cañellas se trasladaron a una de las capillas laterales, como un eco de los que cantaban los primeros. Una pincelada más, eficaz, anecdótica, porque el conjunto, esta miscelánea del barroco italiano temprano y medio, desde la selección a la interpretación fue un estimulante y exquisito viaje en el tiempo.

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