Maite Salord, según su hermana: "A seis años vimos que escribía muy bien"

Fina Salord, hermana de la escritora nos cuenta los secretos mejor guardados de su infancia

Maite Salord con su hermana años atrás
09/11/2025
3 min

PalmaAño 1965. Domingo, 10 de octubre. Hace un día radiante de otoño, soleado. Y la alegría acaba de ser completa cuando la familia Salord y Ripoll, de Ciutadella, recibe la noticia de que ha llegado al mundo la pequeña de cinco hermanos: la ahora conocida escritora Maite Salord y Ripoll. La hijita vino justo cuando el hermano mayor, Pedro, con el que se llevan 17 años, dejaba la isla para irse a estudiar a Barcelona. Fina Salord, la hermana de en medio, con la que se llevan 10 años y con la que comparte la pasión por las letras y la filología, nos cuenta la infancia de la menor de la casa.

"Pere había partido y estábamos todos un poco tocados. Pero Maite llevó mucha alegría, su carácter lo puso todo muy fácil. Hace años que defino a Maite con una palabra: 'viveza'. Era tranquila y sonriente, y tenía un punto de exploradora intenso". Sobre la sonrisa, Fina explica que en la foto que acompaña al texto, que es del sábado de San Juan de 1971, Maite no se ríe. "Le pedí por qué no sonreía, ya que no es habitual. Recordamos que era antes de bajar al Caracol del Born, y que ella todavía era muy pequeña para llevarla cerca de los caballos. No tenía ninguna carcajada porque ya sabía que la dejaríamos en casa y los demás bajaríamos a la fiesta".

Del punto más explorador de Maite, Fina recuerda que alguna vez les dio algún susto; como cuando, a seis años, desapareció con un hijito. "Estábamos asustados porque no sabíamos dónde estaban y los encontramos encima de los peñascos, a punto de bajar al puerto. ¡Los exploradores!".

La exploración también encontró camino a través de las lecturas. Mi madre era muy aficionada a la lectura. Y sobre esta pasión por las letras, hay otro recuerdo que la hermana mayor de Maite tiene todavía bien vívido en la memoria: "Yo daba clases de latín a una hijita, y Maite entraba y salía constantemente. Un día, para quitármela un poco de encima y que estás entretenida, le dije que le escribiera sobre una cosa. emocioné y fui corriendo a mostrarle a mi madre. Le dije: '¡Mira qué bien escribe!'.

Los libros forman parte de la naturaleza de Maite, pero también la experiencia de una vida muy familiar y de mucha colectividad. Hacían el vermut, tenían un huerto, en casa solía haber música y disfrutaban de tomar el fresco con sus vecinos. "De alguna manera, es la infancia que ha recreado en su última novela, El tiempo habitado (2024)". También la música fue clave en su vida. Estudió guitarra, solfeo, e iba a Barcelona para examinarse en el Liceu. Cuando debía escoger si se dedicaba plenamente a la música o seguía otro camino, eligió hacer filología. "Eso sí, hubo músicos que me descubrió ella:

Maite siempre ha sido "muy equilibrada, con un gran sentido de la belleza y de la responsabilidad", dice la hermana. Lo demostró al poner la política por delante, haciendo una renuncia (a la escritura) dolorosa, pero que asumió con convicción".

Hoy, según Fina, su hermana conserva "esa alegría y viveza natural, una apertura y una rapidez de reflejos que le vienen de dentro; es así con la escritura, con la organización y el buen gusto, por tener la casa limpia y preciosa, o por cocinar deliciosamente". Como si Maite estás provista de una especie de intuición difícil de explicar.

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