Observatorio

'Laura', Laura Pons

No resulta nada complicado entender que es una despedida, en plenitud de facultades, a conciencia, en lo más alto de su carrera

Las tres protagonistas de Laura.
01/11/2025
2 min

PalmaLaura es una despedida y también, de algún modo, un homenaje a Laura Pons. Pero, quede claro, que no se trata de un reportaje lleno de recuerdos en blanco y negro y olor a naftalina para poner de manifiesto una trayectoria. Al contrario, Laura es la mejor manera de decir: "Adiós, he hecho todo lo que tenía que hacer y un poquito más. Ahora os deje una pequeña cata de mi tarea. Una tarea que empezó sobre los escenarios prácticamente desde que nací, o incluso desde un poco antes, como debe ser, con un personaje, como uno de tantos que he estado, yo, yo, como yo". Los encargados de esta divertida elucubración –alocada y muchas cosas más–, Rafel Gallego y David Mataró, no han descascarado en el baúl de las nostalgias, tampoco del historial, resumen antológico, ni nada que se le parezca, que, por otra parte, habría sido lo más sencillo y convencional. Lo que han hecho ha sido un vestido a medida para una gran dama, donde han bordado toda una serie de características, y algunas muy sutiles menciones autobiográficas, con las que la actriz demuestra inconmensurable talento y muestra buena parte de toda su existencia sobre los escenarios. Este personaje, que también se llama Laura, tiene una hija y una limpia, con las que, de repente, se encuentran en una situación extraña, de la que no haremos espóiler, pero que sirve para hacer un repaso, aquí sí, aunque de otra casta, de todo lo que habían hecho y, por supuesto, se habían guardado de cuento.

Interpretadas por Laura Pons, Enka Alonso y Mariona Hau y dirigidas por Marga López, con una puesta en escena que combina con mucha pericia sencillez y sofisticación ya un ritmo que en algunos momentos hace que el desaguisado argumental resulte vertiginoso, en el mejor sentido de la acepción. Cada nueva confesión multiplica y supera a la anterior. Cada situación resulta exponencialmente más alocada que la que la precede, como un inmenso in crescendo, el cual se resuelve con un salto mortal, dos tirabuzones y una canción, interpretada por la principal protagonista. Laura Pons exhibe todo un abanico de sus virtudes con exquisitez, sin apenas cambiar el registro, con la naturalidad de que lo hacen las más grandes y con inestimable compañía. Una tríada elegida con buen ojo, que hace que este repertorio de errores y disparates que van surgiendo nos haga pasar una y otra vez de la sonrisa en la carcajada y que la complicidad entre ellos parezca espontánea, auténtica. Pero, sin embargo, no resulta nada complicado entender que es una despedida, en plenitud de facultades, a conciencia, en lo más alto de su carrera, que aún lo hace más loable y admirable, y que, en ningún caso, además, tiene nada convencional.

PS- Larga vida a Laura, ya Laura Pons.

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