Una isla de película
Hace cien años, en 1925, se estrenó 'Flor de espino' y se rodó 'El secreto de la pedriza', las dos primeras producciones mallorquinas de ficción que han llegado a nuestros días


PalmaNo hacía ni treinta años que se había dado a conocer el nuevo invento –la primera proyección en la isla data del 27 de enero de 1897– y los mallorquines ya se planteaban que lo de hacer películas podía ser entretenido e, incluso, podía dar dinero. Hace un siglo, en 1925, se estrenó Flor de espino y se rodó El secreto de la pedriza. Son las dos primeras películas de ficción, y con producción y equipo locales, que se filmaron en Mallorca, entre las que llegaron hasta nuestros días.
Antes de estos dos títulos emblemáticos ya se habían grabado unas primeras filmaciones autóctonas con argumento: constan unas pocas producciones de la Protectora de Palma, parece que de no mucha calidad. Pero todo el material precedente, puntualiza Josep A. Pérez de Mendiola, crítico de cine, colaborador del ARA Baleares y buen conocedor de este período, "se ha perdido". Es por eso que Flor de espino constituye el título fundacional del cine mallorquín, seguido, a corta distancia, deEl secreto de la pedriza.
Los años 20 del siglo pasado, tras el estremecimiento de la Gran Guerra, fueron de bonanza económica para las Islas. En ese momento lo que despuntaba era la industria. El turismo preconizado por Miquel dels Sants Oliver y su grupo Els Insensats era todavía muy incipiente.
Aun así, pronto se vio que el cine representaba una herramienta muy interesante para promocionar la nueva industria de los viajeros. No en vano, no sólo los documentales, sino también las producciones que contaban una historia, destacaban por sus abundantes paisajes naturales y monumentos. Flor de espino 'reciclar' imágenes de las bellezas de la isla que previamente había grabado Josep Truyol, uno de los pioneros del séptimo arte en Mallorca.
Parece que fue en el selecto Círculo Mallorquín de Palma donde un grupo de amigos concibieron la idea de hacer una película: se trataba de Flor de espino. Dobleres para ello no carecían. De hecho, los ingresos por la proyección se destinarían a una causa benéfica: las Hermanitas de los Pobres de Ciudad.
Los Pickford y Fairbanks caseros
Flor de espino narra una historia entre la comedia de enredos y el cuento de hadas moralizante: Jorge –heredero de buena familia– llega a Mallorca con su criado, Fernando, para conocer la promesa, por supuesto también rica y noble, que su padre le ha adjudicado. Como no acaba de ver claro este compromiso, señor y siervo se intercambian los papeles: cada uno hará el del otro. Pero Jorge –el supuesto criado– se enamora de una campesina, Anita. Contra la voluntad del padre, se casa con ella. Al desvelarse que Anita es heredera de una fortuna considerable, todo acaba final feliz.
Quien se inventó esta historia fue el poeta y dramaturgo Josep Maria Tous i Maroto, si bien como autor del guión figura junto al realizador y productor Jaume Ferrer, un odontólogo con consulta en el centro de Ciutat, apasionado por el cine. Los intérpretes fueron miembros destacados de la buena sociedad mallorquina, entre ellos Ana Delgado de Zaforteza –hermana de Carmen Delgado, esposa de Juan March hijo–, Jorge Dezcallar –marqués del Palmer– y Fernando de España Dezcallar. La pareja artística Delgado-Dezcallar, según el cronista Luis Fábregas, nada tenían que envidiar a Mary Pickford y Douglas Fairbanks, dos de las grandes estrellas del Hollywood de la época.
Los 179 rótulos –imprescindibles en toda película del momento, ya que, como es sabido, eran mudas– se han atribuido al poeta Guillem Colom. Está claro que están en castellano, como casi todo esto con cierta proyección pública entonces. El primero ya indica que, si la promoción turística no era el objetivo, podía haber sido: "Palma de Mallorca, uno de los rincones más bellos de EspañaLos escenarios, parte de ellos aportados por sus propietarios aristócratas, fueron, entre otros, Bellver, La Seu, Can Vivot, Son Verí, Son Fortesa en Puigpunyent y la Granja y Canet, en Esporles.
Flor de espino se estrenó en el teatro Principal de Palma el 25 de junio de 1925, al parecer con notable éxito. A continuación se realizaron proyecciones en el Círculo de Obreros Católicos en Palma, en el teatro Defensora en Sóller y en Inca, Manacor y Artà. En la proyección en Sóller, a beneficio de la entidad Cultura de la Mujer, la presentación de la película corrió a cargo del 'padre' de la historia, Tous y Maroto.
Si por el escritor Antoni Serra Flor de espino es "una historieta insustancial de amores para halagar la sensibilidad a flor de piel de la aristocracia mallorquina", su contemporánea El secreto de la pedriza "tiene carácter reivindicativo y no pocos elementos críticos respecto a la sociedad", centrada, como estaba, en "el contrabando en un espacio temporal donde la miseria era una realidad incuestionable, sobre todo en el mundo rural". Pérez de Mendiola va más allá: El secreto de la pedriza es "la película más importante que se haya rodado en las Islas" y "se encuentra entre las mejores de las rodadas en todo el estado español".
Fue una empresa mallorquina, Balear Films, quien puso en marcha este proyecto. La constituyeron un grupo de amigos que se reunían en el comercio de gramófonos de Joan Mas Quetglas, en la actual calle de Sant Domingo en Palma. Al principio, pensaron en llevar a la pantalla la novela Géminis, de Antoni Frates Sureda. Finalmente, optaron por El secreto de la pedriza.
Contrabandistas contra carabineros
El secreto de la pedriza era un novela del escritor de Vilafranca del Penedès Adolf Vázquez Humasqué, fundador, por su parte, del club de fútbol Alfonso XIII, el actual Real Mallorca. El título hace referencia al topónimo la Pedrissa, en Deià. Parece que el autor se inspiró en un caso real, el misterioso 'crimen de Tuent', al que habría encontrado la muerte un carabinero. La novela se publicó con un prólogo de Gabriel Alomar y Villalonga, quien se mostraba muy elogioso, al calificarla como "la mejor y más típica sobre asuntos mallorquines".
Pieza clave deEl secreto de la pedriza fue su realizador, Francesc Aguiló, quien además fue uno de sus protagonistas, junto a Rosita Barberán, Ketty Murci y Manuel Cortés. No deja de ser curioso que los dos actores principales llevaran linajes de los considerados 'chuetas' –tenidos por los únicos descendientes de los judíos conversos, cuando la realidad es que fueron muchos más–: justamente en el mundo del espectáculo, siempre de espíritu más abierto y liberal, fue donde estos encontraron un ámbito donde no sentirse tan sistemáticamente discriminado. Aguiló se había trasladado a vivir a Barcelona, donde creó una escuela de teatro, y coincidió con el mallorquín Fortunio Bonanova en Don Juan Tenorio realizado por Ricard de Baños.
A diferencia del amable y 'blanca' Flor de espino, El secreto de la pedriza es una historia bastante cruda protagonizada por contrabandistas: una actividad por supuesto ilegal pero habitual en Mallorca antes del boom turístico. En la película, la hermana de un contrabandista sufre el acoso de un carabinero y, al defenderse, lo mata. El hermano de ella se deshace del cadáver. Esto le llevará una sucesión de complicaciones, incluida la pasión que siente por la hija del jefe de la pandilla, que se ha prometido con otro.
Un argumento así, con un final no precisamente feliz, no parece utilizarse como herramienta de promoción turística. Pero, si nos atenemos a la publicidad del filme, 'vender' Mallorca formaba parte de los objetivos: "Argumento originalísimo, rebosante de sugestivas escenas vibrantes de emoción, desarrolladas en los imponentes acantilados y maravillosos paisajes de la Isla Dorada (Mallorca)". No a todo el mundo le parecía tan buena idea, a juzgar por este comentario de la época: "Lo peor será si un turista quiere que le mostramos el secreto [la Pedriza]. ¡Cómo para ir por aquellos caminos de contrabandistas, para satisfacer la curiosidad de cuatro tontos!".
El secreto de la pedriza se estrenó en enero de 1926 en el teatro Principal de Palma y fue todo un éxito, pero los productores se encontraron con un efecto nada deseado. El público no se ponía de parte de los 'buenos' –los carabineros, la autoridad–, sino de los 'malos' –los contrabandistas–, lo que generó la protesta del cuerpo de orden público. La película fue objeto de un nuevo montaje, añadiendo escenas de carácter folclórico y cambiando su final. La leyenda acompañó sus proyecciones a Mallorca: se decía que, en alguna villa, los contrabandistas habían aprovechado la asistencia de los carabineros a la sesión para poder llevar a cabo su actuación sin tropiezos. Y es que ya lo sabéis: el cine es la fábrica de los sueños.
Tanto Flor de espino como El secreto de la pedriza estuvieron perdidas más de medio siglo, hasta que la búsqueda casi detectivesca de José A. Pérez de Mendiola logró recuperarlas y reintegrarlas al patrimonio cinematográfico balear. Además, la Fundación Sa Nostra las puso al alcance del gran público, en formato DVD y acompañadas de un libreto explicativo, en la colección Temps moderns , nombre de la revista de cine que, dirigida por Jaume Vidal, fue editada por esta misma entidad.
Fue en Ibiza, curiosamente, donde alguien habló en Mendiola de una persona cercana a los creadores de El secreto de la pedriza . En su casa, en un trastero, guardaba una caja de madera con "lo negativo y positivo" de la película, así como un documental de promoción turística a partir de sus imágenes. Con la autorización del propietario y con la colaboración del editor Miquel Font, Mendiola logró que las instituciones, tanto de Mallorca como del exterior, aportaran los fondos necesarios para la restauración.
En cuanto a Flor de espino , en una de sus visitas a la Filmoteca Española, en Madrid, el propio Mendiola localizó una carpeta con el título de esta película en la cubierta. Sin nada dentro. No podía ser: si estaba la carpeta, debía haber algo más. Y, en efecto, a un montón de latas de 35 milímetros, aún pendientes de catalogarse, compareció Flor de espino en nitrato. También en este caso, los organismos públicos hicieron posible la rehabilitación del original.
Información elaborada a partir de los textos de Luis Fábregas, Jaume Vidal, José Luis Martínez Montalbán, Antonio Serra, Miguel S. Font Poquet, José Antonio Pérez de Mendiola y Catalina Aguiló, Cristóbal Miguel Sbert, Magda Rubí, Margalida Pujals, Miguel Ángel Casasnovas, Francisco Sáez Isern Blázquez.