Un coreano en el corazón de Palma
Se cumplen 60 años de la muerte de Eaktay Ahn, creador del himno de su país y de la Orquesta Sinfónica de Mallorca, quien es el único personaje con un monumento en el paseo del Born


PalmaLa única persona que tiene un monumento en el paseo del Born de Palma no era un rey, ni un general, ni un político, ni un santo. Ni tampoco nació en Mallorca, pero la amó con todo su alma. Era un artista: un músico, de origen coreano y de fama mundial, que compuso el himno nacional de su país y que se estableció en esa isla, donde creó y dirigió su orquesta, antecesora de la actual Sinfónica balear. Recordemos a Eaktay Ahn cuando se cumplen sesenta años de su muerte, 16 de septiembre de 1965.
Este personaje singular vino al mundo el 5 de diciembre de 1906 en Pyongyang, la que ahora es la capital norcoreana. A pesar de su historia milenaria, Corea es un país que ha tenido mala suerte a lo largo de más de un siglo: colonia japonesa de 1910 a 1945, el norte fue liberado por los soviéticos y el sur, por los estadounidenses, generando una división que ha llegado hasta nuestros días. Con el paréntesis sangriento, además, de la guerra de 1950 a 1953, cuando el norte intentó, sin éxito, apoderarse del sur, con el resultado de una partición –hasta ahora– definitiva.
Ahn pertenecía a una familia de buena posición –"hijo de reyes", según Correo de Mallorca. La vocación musical la sintió desde pequeño y eso hizo que su hermano le regalara un violín y un fonógrafo. En la escuela, aparte de la formación, también existía un enterrado sentimiento independentista contra la dominación nipona, con el que Eaktay Ahn pronto simpatizó. Esto le creó ciertos problemas con la Policía japonesa, así que tuvo que falsificar su documentación para poder trasladarse a Tokio –la metrópoli– para estudiar música. Su primer instrumento fue el violonchelo; después se convertiría en compositor y director. Pero era capaz de tocar prácticamente cualquier instrumento.
La muerte de su padre, en 1928, debilitó la economía familiar, y Eaktay tuvo que ganarse la vida tocando en un restaurante. Además, se le rompió el violonchelo. La Policía japonesa le prohibió dar conciertos. La salida evidente era el extranjero. Y, efectivamente, se trasladó a Estados Unidos, y después a Europa. Entre San Francisco y Berlín compuso una nueva música para el himno de Corea, Aegukga, que hasta entonces se había interpretado utilizando la melodía deAuld Lang Syne, la canción escocesa con la que reciben el año nuevo en las películas estadounidenses.
"¿Tiene orquesta en Mallorca?"
En Viena se produjo el encuentro con lo que sería su mentor, el también compositor y director de orquesta Richard Strauss. Éste le ofreció que le sustituyera a un concierto que debía dar en Budapest, y fue el primer concierto de relevo de una carrera que le llevaría a dirigir algunas de las mejores orquestas del mundo. En la capital húngara se le recuerda con un busto, y eso que, cuando la visitó en 1940, le pidieron si era un espía: no estaría muy acostumbrado a la presencia de orientales.
En 1946, Eaktay Ahn estaba en Barcelona, donde acababa de casarse con Dolores Talavera, la mujer de su vida y madre de sus tres hijas. Ambos recibieron la visita de Julio Sanmartín, secretario del Círculo de Bellas Artes de Palma, fundado sólo cinco años antes y cierto oasis de inquietud cultural en la grisura del primer franquismo. Sanmartín le preguntó si podría venir a Mallorca. "¿Tiene orquesta?", pidió Ahn, pensando que le invitaban a dirigirla. Pero justamente se trataba de eso: Mallorca no tenía orquesta y en el Círculo habían pensado que quizás él sería la persona adecuada para crearla.
Dolores Talavera decía que, con Mallorca, lo que sintió su hombre fue un enamoramiento repentino. "¡Qué bonito!", exclamó, así como contempló por primera vez a Palma al llegar con el barco. Esa misma tarde aceptó hacerse cargo de la futura Sinfónica: "Tener una orquesta en esta isla es como tener un sitio en el cielo", dijo a su mujer. Esa primera Navidad en Palma, el músico coreano escuchó por primera vez el Canto de la Sibila, que le dejó bien impresionado. En Valldemossa, descubrió una de las primeras palabras que aprendió en el catalán de Mallorca: "Horabaixa", que encontró mucho musical.
Eaktay Ahn se puso manos a la obra de repente. Llegaron a Mallorca a mediados de noviembre de 1946, y el 14 de enero siguiente la flamante Orquesta Sinfónica de Mallorca ofrecía su primer concierto en el teatro Principal de Palma, lleno a rebosar. El ingeniero Antonio Parietti –presidente del Círculo de Bellas Artes– y el músico Josep Balaguer –propietario de Can Balaguer– fueron dos de sus principales colaboradores. Y, sobre todo, Marc Ferragut, el hombre que creó el Auditórium. "Necesito más violines" para la orquesta, le decía Ahn, y Ferragut movía cielo y tierra para encontrarlos.
Todo afabilidad y simpatía, Ahn era, en cambio, muy exigente a la hora de llevar la batuta. "Nos mata", decían los músicos. "Este hombre de frágil apariencia", aseguraba una periodista, se transformaba "en un tigre, un león, un gigante". Exigió que echaran a un crítico que se había colado en un ensayo, porque, si no, no seguía. Según el testigo de la hija del concertino, "acababa con la camisa completamente empapada tras los ensayos y había que cambiarla". Lo de 'sudar la camiseta' lo ponía en práctica literalmente. Bien curioso en un hombre que había nacido en Corea, un país conocido como "la tierra de las mañanas en calma", y que había venido a parar a "la isla de la calma".
Batutas hechas en Manacor
Así, no es de extrañar que no ganase para batutas y que muchas se rompieran en los ensayos. Y eso no era poco, porque se lo llevaban de París, que era donde las fabricaban a su gusto. Así fue hasta que el músico de Manacor Llorenç Morey se ofreció a hacerlas él mismo. Debían ser ligeras y resistentes. Y, en efecto, desde entonces, todas las batutas de Eaktay Ahn fueron manacorinas, en madera de sicómoro, con empuñadura de corcho. Por cierto, de esta villa le gustó mucho su escudo, que, como es bien sabido, representa una mano con un corazón.
Eaktay y su mujer se instalaron en un chalet en Son Matet, en la zona de San Agustín de Palma. Vecino suyo era el coleccionista y mecenas griego Juan de Saridakis, el propietario de Marivent –ahora residencia de verano de los reyes de España; los pocos días que vienen–, con quien estableció una buena amistad. Mallorca se convirtió en el hogar del matrimonio y de sus tres hijas mallorquinas: Helena, Ana Cecilia y Leonor. La casa disponía de un pequeño jardín, donde se aficionó a hacer de payés a ratos. Criaba gallinas y los polluelos se tomaban con él unas confianzas inauditas, subiendo al piano para hacerle compañía mientras estudiaba.
Pronto se hizo muy popular en Palma, como describe Dolores Talavera, "su figura oriental con el salacot blanco, la cartera abarrotada de partituras en la mano, atravesando las calles a pasos largos y rápidos". Su lugar de reunión habitual con músicos y amigos en general era la desaparecida Granja Reus, en la calle Sant Feliu. Como él pronunciaba 'Granja Leus', su entorno empezó a referirse a este local como 'La Gran Jaleo'. "Todos los mallorquines me conocen", decía a la mujer, "son cariñosos conmigo, dan calor a mi corazón. No puedo sentirme extranjero aquí, ya que casi me hacen sentir un mallorquín más".
En junio de 1950 estalló la guerra de Corea, que, como es lógico, le afectó terriblemente. Los mallorquines, pese a no caracterizarse por su expresividad, también se sintieron preocupados por aquel conflicto que tanta pena hacía pasar a su ilustre huésped. El cobrador del tranvía le preguntaba si había leído el diario, porque llevaba mucha información sobre lo que ocurría en su país.
En 1955, un pico cerrado el conflicto, Eaktay Ahn pudo, por fin, viajar a Corea. Era la primera vez que volvía a su país, después de veinticinco años. El recibimiento fue apoteósico. Pero también fue a Japón y, en Tokio, un corazón japonés interpretó el himno que él había compuesto. Los antiguos enemigos se reconciliaban gracias a su música.
Las actuaciones en el exterior le ocupaban tanto tiempo que, en 1959, pasó la batuta de la Sinfónica de Mallorca a Gerardo Pérez Busquier. Había dirigido 230 conciertos con el conjunto mallorquín y había estrenado 23 obras de compositores isleños. Continuó sus viajes y tanta actividad le acabó pasando factura y cayó gravemente enfermo. "En Palma me curaré", aseguraba a Dolores. Pero Palma no obró el milagro, falleció el 16 de septiembre de 1965, a tan sólo 58 años.
La casa museo que fue su residencia en Palma y una calle en Can Pastilla recuerdan a Eaktay Ahn, así como el monumento al paseo del Born, con la escultura de Joan Costa The shadows of sound ('Las sombras del sonido'). Un coreano que entregó su corazón a Mallorca, presente para siempre en el corazón de Ciutat.
La anécdota la relata la viuda de Eaktay Ahn, Dolores Talavera, en la biografía que le dedicó. Ahn dirigía un concierto en México y, en el entreacto, dos mallorquines residentes de hacía años en ese país se acercaron a saludar al director de la Sinfónica de Mallorca... Y se encontraron con la sorpresa de que era un coreano. "Habíamos llevado tortas de templo hechas en casa", le explicaron, algo desconcertados, imaginando que se trataría de un mallorquín. "Me entusiasman las tortas de templo", respondió Ahn. "Vuelvan cuando acabe el concierto y nos las comeremos juntos". Y, efectivamente, aquellos dos mallorquines mexicanos de adopción y ese coreano mallorquín de adopción pasaron un largo rato hablando de Mallorca, mientras hacían los honores en las tortas.
A Eaktay Ahn le gustó todo de Mallorca. También el folclore. Se inspiró en la música tradicional de la isla para componer el poema sinfónico Mallorca , que estrenó en la inauguración de la Sala Augusta de Palma, en 1948. Un segundo poema sinfónico fue Lo Pi de Formentor , a partir del texto de Costa y Llobera. "No hay en el mundo un público como el mallorquín", afirmaba, y había conocido a muchos.
Quien fue embajador en Corea Delfí Colomé recordaba cómo, día 5 de diciembre de 2006, al cumplirse el centenario de su nacimiento, en Seúl, la orquesta de la cadena KBS le rindió homenaje con un concierto, entre cuyas obras estaba su mismo poema sinfónico Mallorca : copeos , boleros, coreanos, transitando por ese puente que había trazado Eaktay Ahn con su vida.
Información elaborada a partir de la biografía de Eaktay Ahn por Dolores Talavera y textos de Bernardo Obrador, Bartomeu Bestard (Diario de Mallorca), Delfín Colomé y Eunsook Yang.