Observatorio

La excelencia conquista Pollença

La violinista neerlandesa Janine Jansen, acompañada por la Camerata Salzburgo, fue la encargada de inaugurar la 64 edición del Festival de Pollença

Janine Jansen y Gregori Ahss, en Pollensa.
10/08/2025
2 min

Pollença"Tempo impettuoso de Estate" dice la acotación que Vivaldi escribió como consigna por cómo debía interpretarse el tercer movimiento del verano de sus famosas Cuatro estaciones. Éste fue el pequeño gran regalo, con correspondencia a los aplausos, que nos ofrecieron Janine Jansen y Gregory Ahss con un pequeño grupo de cuerdas de la Camerata Salzburgo, que no hizo otra cosa que corroborar que éramos testigos de una velada memorable, donde la excelencia no dejó de estar presente ni un solo instante. Ya desde los primeros acuerdos del Ricercare a 6 de La ofrenda musical, BWV 1079, de Johann Sebastian Bach, en versión para orquesta de cámara de Shane Woodborne, el listón del concierto se situó tan arriba que ni se veía. La lectura no podía ser más esmerada ni más barroca, por lo que más de treinta profesores conseguían unas texturas de una profunda meticulosidad, tan ligeras como pulcros. Era sólo el principio del primer concierto del 64 Festival de Pollença, con un claustro de Sant Domingo donde no cabía ni una aguja. Ambiente de gala, auténtica, en el mejor sentido de la acepción.

Por su parte, Janine Jansen y su Stradivarius, al que llamaron Barrére, hicieron acto de presencia con el ataque repentino que hace el instrumento protagonista nada más empezar el Concierto para violín en mi menor, op. 64, de Felix Mendelssohn, una prenda exclusiva para los elegidos. Un movimiento poliédrico con todo un surtido de combinaciones donde intervienen prácticamente todos los instrumentos de la orquesta de forma tan sugestiva como delicada, hasta llegar a una cadenza casi imposible, que Jansen ejecutó con una exquisitez inalcanzable. Con una nota sostenida del fagot, sin tregua, empezó el segundo movimiento, de una ternura infinita, impecable y diáfana la ejecución, que requería unas agilidades de prestidigitador y convertía el emplazamiento en una Arcadia donde sólo había sitio para la magnificencia. Tan sólo una fracción de segundo para encarar un tercer movimiento que de nuevo requiere la magia de los virtuosos, con una sucesión de arpegios, arriba y abajo, inverosímiles y deliciosos, rubricados con otra cadenza y una coda de majestuosa intensidad.

Parecía que cualquier otra cosa que viniera después siempre sería muy inferior. Error. La Camerata Salzburgo, elegante hasta entonces, no bajó el listón con la interpretación de la Sinfonía núm. 4, conocida como Italiana y que Felix Mendelssohn definió como "un cielo azul en la mayor". No menos elegante es la composición, con la que Ahss y su formación dieron otra lección de delicadeza y transparencia, o de cómo una sinfonía puede sonar como una pieza para orquesta de cámara, sin estridencias sinfónicas, convertidas en delicados pasajes, sin perder pujanza ni robustez. Tampoco acabó ahí la cosa. Los salzburgueses nos recompensaron los muchos aplausos con elscherzo de la Sinfonía núm. 1, también de Mendelssohn. Noche de excelencia en Pollença.

stats