Observatorio

Babilonia en Cap Rocat

Pablo Mielgo dirigía su formación, la Orquesta Sinfónica Illes Balears, y de nuevo exhibió un nivel que parecía multiplicarse por todo ello

La Netrebko, explosiva Abigaille de Nabucco.
04/08/2025
2 min

PalmaEs difícil poder expresar con palabras la dimensión musical del evento que tuvo lugar en Cap Rocat en la última función de la quinta edición del Festival que año tras año va aumentando prestaciones de forma exponencial. Si el año pasado fueron Jonas Kaufmann y Sondra Radvanovsky quienes interpretaron el final largo de Turandot, escrito por Franco Alfano, que tantas leyendas ha suscitado, para la ocasión los organizadores han multiplicado la apuesta hasta el punto de ofrecer Nabucco, entera, en versión concierto y un reparto que sólo se puede calificar de impresionante. Anna Netrebko, la soprano, hoy por hoy, más mediática del universo operístico, fue la encargada de encabezar una nómina de auténtico lujo, la misma que hace tres noches la cantaba en la Arena de Verona y que hace pocas semanas la cantó por primera vez en Berlin, treinta y un años después. Para muchos el papel más difícil de la larga lista de sopranos que han desfilado por el repertorio de Giuseppe Verdi. Ésta fue la primera para soprano dramática deagilita, y con la que se acuñó el término 'spaccavocio' ('revienta voces'). Netrebko cantó una Abigaille de un brillo escaso, con un surtido de recursos donde no faltaba nada, como un decálogo por cómo alcanzar la peana que ya le tienen reservada a la eternidad. Ben yo te invenne, un espectacular y envenenado recitativo, podría ser un buen ejemplo, pero el canon se hace inalcanzable, redondeado por una gracia interpretativa que tampoco vienen a plaza. Placer inalcanzable.

Pero Netrebko no cantaba sola. Nada menos que Luca Salsi como Nabucco y Christian Van Horn como Zaccaria escoltaban a la diva. El primero ofreció una interpretación muy esmerada, con muchos matices con los que ofrecía todo un muestrario de los muy diferentes estados de ánimo de su personaje, mientras que un Van Horn majestuoso fue toda potencia perfectamente controlada y rellena de colores. No destacar la aterciopelada voz de la mezzosoprano Caterina Piva, como en Fenena, y la intensidad y capacidad expresiva de Caterina Marchesini, pese a la pequeña dimensión de su papel como Anna, sería también una injusticia.

Francesco Demuro, Moisés Marín y Manuel Fuentes cumplieron con creces sus papeles, pero el otro gran personaje de Nabucco es el corazón, para la ocasión y como ya es habitual el de Cap Rocat, dirigido por Joan Company, sin el cual, la monumentalidad de la composición no se aguantaría ni poco ni nada. Entonces, monumental el corazón, que convirtió al emblemático Va, pensiero en una anécdota, comparado con el resto de las múltiples intervenciones que encaraman la ópera, la tercera de Verdi, la primera que lo despegó hasta donde no ha bajado ni un milímetro a lo largo de los años. Pablo Mielgo dirigía su formación, la Orquesta Sinfónica Illes Balears, y de nuevo exhibió un nivel que parecía multiplicarse por todo ello y que hizo que, cuando acabó la función, los eximios protagonistas se giraran para aplaudir tanto a la orquesta como al corazón. De las mamballetas del público, no hace falta hacer mención. Ya pueden imaginarlo.

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