Historia

'Na Margalida Santa', el crimen machista del franquismo que cantó Tomeu Penya

En 1980 el artista de Vilafranca publicó su primer disco con una canción dedicada a una jornalera de la finca familiar, que el 21 de febrero de 1959, a 20 años, murió asesinada por su marido, con quien sólo llevaba casada tres semanas

Contraportada de El Caso. 28/2/1959
6 min

PalmaEl investigador de Vilafranca de Bonany Jaume Sansó Caldentey aún recuerda el impacto que en 1980, a 17 años, le causó la canción Margalida Santa, incluida en el primer disco de su paisano Tomeu Peña. "Habla de una mujer que, de pequeño, hacía de jornalera en casa de sus padres. Nomia Margalida Gayà Bennàssar, Santa. En 1959 fue asesinada por su marido, Mateu Font Font, Figuereta. Pocas horas después, éste se lanzó bajo las ruedas del tren, cerca de Petra. Al oír la canción, de pronto pedí a mis padres quién era aquella mujer". En 2024, con motivo del 65 aniversario del suceso, Sansó tira de hemeroteca para conocer más detalles. quedó sumido en el olvido. Para los mayores era un tema tabú, al igual que todos los hechos relacionados con la Guerra Civil".

Gayà nació en 1938 en las afueras de Petra. Hija de campesinos, era la pequeña de la casa con tres hermanos y cinco hermanastras fruto del primer matrimonio de su madre a un hombre de quien envió. familia de Tomeu Penya. Su prometido también era petrero, nacido en 1931. Pronto dejó las tareas del campo para ponerse a hacer de cantero y, finalmente, de operario de cantera. Punta. Ella tenía 20 años y él, 28.

Portada a 'El Caso'

Ante la imposibilidad de acceder a la instrucción judicial del crimen, Sansó le ha reconstruido consultando a la prensa de la época. La noticia de ese "drama conyugal" incluso sería recogida en la portada deEl Caso, el gran semanario sensacionalista del franquismo, fundado en 1952. "Cinco días antes, el asesino decidió dejar de trabajar en la cantera de Petra para ir a la de Manacor porque algunos compañeros le hacían bromas de mal gusto. Le decían que su mujer le era infiel. A un día antes, a primera hora, compró. un vecino le insistió en que era 'para hacer sopas'". El asesinato se habría cometido a las cuatro de madrugada del 21 de febrero de 1959. A las seis de la mañana, en las proximidades de Petra, el tren de Manacor en dirección a Inca arrolló al agresor. De nada sirvió que el conductor le tocara repetidas veces el silbato para que se apartara de la vía. El cuerpo de la víctima quedó totalmente destrozado.

Margalida Gayà Bennàssar, Santa. Fotografía cedida por Miquel Campaner

Aparte de consultar a la prensa, el investigador ha entrevistado a gente del pueblo que, a pesar del silencio social, todavía tiene bien presente el atroz crimen. "Algunas mujeres, al pronunciar el nombre de Santa, de repente se ponían a llorar". Una de ellas le relató los hechos de la siguiente manera: "Fue una vecina quien dio el aviso de alarma. El mismo día del suceso fue al domicilio familiar para saludarla. 'Me ha hecho mala espina encontrar la casa cerrada', dijo a su madre. Entonces era bastante habitual que la gente dejara la casa abierta". Al constatar que todo estaba en silencio, la vecina dio una vuelta al edificio y entró por una puerta trasera que daba al corral y que estaba abierta. "Nada más entrar vio sobre una mesa un cuchillo de grandes dimensiones bañado de sangre. En el suelo, las manchas conducían hasta la habitación de la joven pareja. Presintiendo lo peor, miró y halló el cuerpo de Santa sobre la cama, con el cuello abierto y en medio de un baso. se había lanzado en el tren era el autor de la muerte de Margalida".

"Parecía buena gente"

Enseguida la casa de la víctima se llenó de vecinos con ganas de cotillear. "Un grupo de hombres –apunta Sansó– la sacó sobre una escalera, tapada con una manta. Se la llevaron hasta el cementerio. Durante el recorrido se sintieron chasquidos de luto y llantos de mucha gente que no sabía devenir. El día del funeral la iglesia de Vilafranca se llenó". Poco a poco los periódicos fueron informando del trágico suceso. Gayà había muerto por varios acuchillados en el cuello. Nunca se despejó el móvil del crimen. "Se descartó el motivo económico. Una hipótesis que se manejó era que Margalida se negaba a dejar Vilafranca para irse a vivir a Manacor, donde Mateu acababa de encontrar trabajo. También se dijo que estaba embarazada. Esto estaba en sintonía con el rumor que circulaba por el pueblo y que decía que la pareja se había casado mucho".

Un periodista deEl Caso entrevistó a los hermanos y hermanastros de la víctima, quienes aseguraron que nunca tuvieron noticia de desavenencias o disputas entre la pareja. "Margalida, según su hermana, tenía el carácter dócil y alegre, y Mateu parecía buena persona". El diario La Última Hora haría una pequeña referencia al perfil psicológico del asesino: "Nunca se le notó ningún síntoma de perturbación mental". "Sin embargo -afirma Sansó- dentro de la tradición oral vilafranquera perdurá la idea de que Mateu era un hombre celoso y con un comportamiento introvertido". La tragedia quedó inmersa en el misterio de la "intimidad conyugal", en palabras de Diario de Mallorca. El caso se archivó, dado que el agresor había muerto.

El recuerdo de Tomeu Peña

El cantante Bartomeu Nicolau Morlà, más conocido como Tomeu Penya, tenía nueve años cuando se produjo el crimen. "Yo era demasiado pequeño y no me dejaron ver el cuerpo de Margalida. Los padres me dijeron que había habido sangre por todas partes. Tenía un muy buen recuerdo de ella. Venía a nuestra finca a cosechar higos. Era morena y muy buena chica". Pronto en Peña le enviaron a estudiar con los frailes de La Porciúncula (Arenal). Sin embargo, llevará poco tiempo. El villafranquero acabaría sucumbiendo a los cantos de sirena del boom turístico, que le permitió explotar su gran vocación musical. Tocó por hoteles y salas de fiesta con diferentes grupos, entre ellos Los 5 del Este. Con su guitarra también haría giras por Europa en países como Alemania, Dinamarca y Suecia.

En 1979, a 30 años, cansado de rodar mundo, Penya decidió establecerse en su pueblo natal. Enseguida congenió con Pere Fons, el nuevo párroco de la parroquia, que se había convertido en un gran dinamizador cultural. "Yo tenía bastante material escrito en catalán. Él me animó a publicarlo. Entonces se estilaba más cantar en castellano o inglés". Fue así como nació el primer disco del 'cowboy mallorquín' titulado Tomeu Penya canta en la Villa. Una de las nueve canciones era Margalida Santa. "Ya la tenía dentro de la cabeza desde que me picó el gusanillo de la música. Tuve que hacer un esfuerzo para recordarla porque a 16 años tuve un accidente de coche con un amigo que me provocó una grave conmoción cerebral. Sufrí amnesia e incluso olvidé la capacidad de tocar la guitarra".

El disco se presentó a finales de mayo de 1980 en el teatro de Vilafranca. Habían pasado 21 años de la muerte de Gayá. "Y se ve –decía una estrofa de la letra– que aquí se homo pierde se cordura / todo furioso desde ninguna, se fue / ay, pobre Margalideta Santa / por celos se tuyo homo te mató". Peña quedó sorprendido con la buena acogida que tuvo en el pueblo la canción. "Yo sólo quería tener un recuerdo para una persona que formó parte de mi infancia. La familia de ella estuvo muy agradecida. En cambio, por parte de él, me dijeron que algunos se enfadaron bastante".

'Crimen pasional'

Desde la perspectiva que da el paso del tiempo, Jaume Sansó ofrece una lectura crítica del tratamiento mediático de ese asesinato. "Durante el franquismo la prensa hablaba de 'crimen pasional' para referirse a los casos de violencia machista. Se consideraba que formaba parte de la intimidad familiar. Eran tiempos en los que la violencia estaba normalizada, no sólo dentro de la casa, sino entre vecinos dentro de un café en peleas motivadas por un hurto o por una estafa. triste realidad que escondían las escenas de matanzas familiares llenas de alegría".

El investigador tiene clara una cosa: "Si el suceso de Vilafranca tuvo tanta cobertura mediática fue porque se trataba de una pareja recién casada. Y eso daba morbo. En cambio, se habría ignorado si hubiera sido un anciano quien hubiera matado a su mujer de toda la vida. Entonces se daba más importancia a casos de mares. fue el de la curandera de la Soledad (Palma), que en 1939 ofreció sus remedios mortales a vecinas que tenían malas relaciones conyugales". El próximo sábado, 29 de noviembre, después de 66 años de silencio, Margalida Gayà Bennàssar, Santa, será homenajeada en Vilafranca con motivo del Día internacional contra la violencia machista. A las 11 de la mañana, en el parque Pere Fons, Sansó pronunciará una conferencia y, a continuación, se llevará un ramo de flores a su tumba.

"Uxoricidio por causa de honor"

Durante el franquismo las mujeres eran consideradas ciudadanas de segunda y, por tanto, no tenían plena capacidad jur ídica. Siempre debían estar bajo la autoridad del padre o del marido. Estaba la 'licencia marital' que obligaba a las casadas a tener la autorización del marido para la realización de múltiples gestiones básicas, como abrir una cuenta bancaria o disponer de bienes propios.

El Código Penal franquista volvió a incorporar el "uxoricidio por causa de honor", que había abolido la Segunda República. Era la 'prerrogativa' que tenía el marido de matar o lesionar a su esposa ( uxor en latín) en caso de haberla sorprendido en flagrante adulterio. El mismo 'derecho' tenía al padre que encontrara a la hija menor de 23 años en circunstancias similares. La norma se eliminó en 1963. Más tiempo duró, hasta 1978, el delito del adulterio femenino, que preveía para las mujeres casadas penas de prisión de entre seis meses y cinco años. A los hombres, en cambio, sólo se les podía sancionar en caso de mantener una relación extramatrimonial prolongada en el tiempo que pudiera demostrarse (era el conocido delito de amancebamiento ).

Por otra parte, la violación sólo se consideraba un delito contra la honestidad y no contra la integridad física. El agresor quedaba exento de cualquier acción penal si obtenía el perdón de la 'ofrecida' o accedía a casarse con él. En esta línea, la violación dentro del matrimonio no estaba tipificada como delito, puesto que el acto sexual era visto como un deber al que las esposas no podían negarse. Suficientemente explícito era el apartado dedicado a las obligaciones conyugales recogido en el libreto Economía doméstica para bachillerato y magisterio , que en 1958 editó la Sección Femenina de la Falange. "Si tu marido –decía– sugiere la unión, accede humildemente, teniendo siempre en cuenta que su satisfacción es más importante que la de una mujer. Cuando alcance el momento culminante, un pequeño gemido por tu parte es suficiente para indicar cualquier gozo que hayas podido experimentar. Si tu marido te pides prácticas sexuales inusuales. tu marido caiga entonces en un profundo sueño".

Según el sistema patriarcal franquista, las mujeres se dividían entre 'honestas' y 'viciosas'. Las primeras eran los 'ángeles del hogar', sumisas y obedientes. Y las segundas eran las que salían del orden establecido, las que ni se casaban ni se hacían monjas. Estas últimas eran las que habían 'caído en el pecado' (madres solteras, prostitutas y cualquier chica de conducta 'rebelde'). Para ellas se crearon instituciones como los Patronatos de Protección a la Mujer con el objetivo de 'reeducarlas'. En el caso de mujeres que habían quedado embarazadas a consecuencia de una violación (fuera del matrimonio), se consideraba que la culpa era de ellas.

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