Más de la mitad de las familias en exclusión residencial atendidas por San Juan de Dios son monomarentales
Un estudio revela que el 68% de las familias atendidas proceden de Sudamérica, lo que confirma la fuerte incidencia de la crisis habitacional entre mujeres y migrantes
PalmaUn 55,6% de las familias que han sido atendidas por la Fundación San Juan de Dios en Mallorca entre 2018 y 2022 son monomarentales, según el estudio Familias en situación de exclusión residencial, presentado este miércoles en Palma con motivo del décimo aniversario de la entidad. Asimismo, las familias procedentes de Sudamérica representan un 68,1% del total y se convierten en el colectivo más afectado por la exclusión residencial en las Islas Baleares.
El documento se basa en el análisis de las memorias del servicio de acogida de Es Convent, donde se atendieron a un total de 1.343 personas distribuidas en 436 familias. Del conjunto de personas asistidas, el 58,4% eran mujeres y el 41,5% hombres. En cuanto al rol en la familia, destaca la figura de la madre, que representa un 30,3% del total, seguida por los hijos (27,2%), las hijas (26,4%), los padres (13,6%) y las abuelas (2,1%).
En relación con la edad de los asistidos, la franja entre 18 y 35 años concentra un 22,5% del total, coincidiendo con la edad mayoritaria de las madres. Los padres, en cambio, se encuentran principalmente entre 36 y 45 años. Entre los niños, un 37,3% tiene entre 3 y 7 años; un 26,7%, entre 8 y 12; los adolescentes representan un 24,8% y los bebés menores de 2 años un 13,5%. Estos datos permiten observar que la población infantil y joven representa una parte muy significativa de las familias atendidas.
En cuanto a la composición familiar, el informe constata que el 41,3% de las familias son biparentales, mientras que sólo un 3,1% tienen al padre como única figura adulta. Así, la mayoría de las situaciones de vulnerabilidad residencial en Mallorca afectan principalmente a madres solas, reforzando la necesidad de abordar estas problemáticas con una perspectiva de género.
La trayectoria habitacional de las familias
Las investigadoras Nuria Martínez y Susana Batle subrayaron que el estudio permite dibujar un diagnóstico preciso de la exclusión residencial e identificar posibles líneas de política social para garantizar la inclusión y la protección de los menores. Aunque el análisis se ha centrado en las familias atendidas en Es Convent, proporciona mucha información sobre la situación en las Islas Baleares.
La entrada en el recurso se produce principalmente por urgencia social (54,5%), es decir, familias que se ven obligadas a dormir en la calle la misma noche, seguida por la finalización de un contrato de alquiler. Las familias provienen en gran parte de viviendas consideradas inseguras (47,2%), de ausencia de vivienda (17,2%) o de situaciones normalizadas (16,2%). Sólo un 2,7% llegaba directamente de la calle y un 0,7% procedía de una vivienda inadecuada.
Al finalizar el proceso de acogida, un 43,8% de las familias lo hace después de completar el programa, mientras que otros abandonan el recurso por decisión propia. Las opciones de alojamiento posteriores son variadas: un 33,1% accede a viviendas compartidas; un 24,1% a otros recursos asistenciales; un 19,7%, en habitaciones de alquiler; un 1,7% vuelve a otro país, mientras que sólo un 0,2% entra en vivienda social y otro 0,2% en un hostal. Alcalde ha reconocido que muchas de las viviendas compartidas no cumplen los requisitos legales ni disponen de contrato a nombre de la familia, lo que perpetúa situaciones de vulnerabilidad.
Las personas migradas y las dificultades específicas
Martínez se ha centrado en la situación de las personas migradas que se encuentran en exclusión residencial, en su mayoría provenientes de América Latina. Según ha explicado, la migración a menudo responde a la búsqueda de seguridad para sus hijos, evitar rutas migratorias peligrosas –como podría ser el caso de Estados Unidos– o escapar de contextos con redes de narcotráfico en crecimiento. Muchas de estas familias llegan a Mallorca gracias al contacto con algún compatriota que les proporciona temporalmente un lugar donde vivir.
"Cuando llegan, suelen encontrar una sensación de desasosiego y escasez. No venían de la misma situación de la calle; tenían recursos para volar hasta aquí. Es un choque frontal entre sus expectativas y la realidad que encuentran", ha indicado Martínez. Los niños sufren situaciones especialmente dolorosas, con repercusiones directas en el estado de ánimo de los progenitores y en el miedo a que les retiren la tutela.
Entre los factores que agravan la vulnerabilidad, el estudio señala la Ley de Extranjería, que limita el acceso a recursos y vivienda, así como las políticas de vivienda, el elevado precio del mercado inmobiliario y la reproducción de dinámicas clasistas y racistas por parte de propietarios e inmobiliarias.
El informe subraya las "violencias, vulneraciones de derechos y necesidades no cubiertas" que sufren las personas migradas a su llegada a Mallorca. Son víctimas de prácticas ilegales y delictivas sin conocer sus derechos en España, dónde denunciar o cómo hacerlo sin riesgo de deportación. Por eso, las autoras recomiendan programas preventivos que reduzcan la exposición a la exclusión residencial y la coordinación con servicios de asesoramiento legal especializado.
El estudio también pone de manifiesto los factores de estrés adicionales que afrontan las personas con diversidad funcional, derivados de la dificultad para encontrar soluciones habitacionales y ver reconocida su dependencia. Las mujeres embarazadas también requieren atención médica específica y períodos de descanso adecuados, que los recursos de acogida deberían garantizar como prioridad.
Diez años de acompañamiento social
Inma Iglesias, directora de la Fundación San Juan de Dios, ha repasado la trayectoria de la entidad desde su creación. Todo empezó con familias y niños sin hogar, alojados en pensiones sin ningún acompañamiento. En 2015 se puso en marcha Es Convent, donde han pasado hasta la fecha 1.162 familias, integradas por 3.368 personas. La fundación también ha atendido a víctimas de violencia machista, refugiados de la guerra de Ucrania y solicitantes de asilo político.
Durante estos años, se han desarrollado programas socioeducativos, se ha abierto una tienda de moda solidaria en Palma y se ha prestado especial atención a personas desprotegidas durante la pandemia. En 2024 marcó un cambio estructural con la llegada mayoritaria de familias monomarentales, lo que obligó a aplicar una perspectiva de género y un abordaje específico para esta problemática.
El año pasado, la fundación logró los mejores resultados de su historia: un 84% de las familias alcanzó los objetivos del plan de acompañamiento, un 82% salió de forma autónoma y un 38% accedió a un puesto de trabajo. Los retos de futuro, ha concluido Iglesias, implican abordar la realidad oculta del sinhogarismo femenino y garantizar que ninguna mujer ni ningún niño quede fuera del sistema por falta de recursos adaptados.