La lucha feroz por un piso en Baleares: ansiedad, subida de precios en horas y contratos abusivos

Las personas que compiten por obtener una casa a un precio que puedan afrontar aumentan constantemente. Esta situación abre la puerta a los abusos por parte de los propietarios y empresas inmobiliarias

65 personas compiten en Palma por cada habitación que se alquila, mientras que la media estatal es de 22 interesados.
18/09/2025
4 min

PalmaConseguir una vivienda en Baleares se ha convertido en una feroz carrera para aquellas personas que buscan unos precios que puedan afrontar, sean de compra o de alquiler. Tener que ser el primero en realizar una visita, perder la oportunidad porque alguien ha ofrecido un precio más alto y tener que tomar una decisión inmediatamente para no ver cómo se esfuma una casa que se puede pagar son algunas situaciones a las que se enfrentan las personas que están 'a la caza' de un techo. De modo que ya no se trata sólo de buscar casa, sino que también debe hacer frente a la ansiedad de saber que, si llegas en segundo lugar, probablemente no lo conseguirás.

El portal inmobiliario Idealista aporta dos pinceladas que permiten dimensionar la situación. Por un lado, 65 personas compiten en Palma por cada habitación que se alquila –el año pasado se alcanzó 91–, mientras que la media estatal es de 22 interesados. Por otra parte, cada vez que se anuncia un piso de alquiler en Inca, 87 familias deben competir para poder vivir en él. En Palma, 64 familias se interesan por cada vivienda de alquiler –la media autonómica es de 37.

En cuanto a la compra, a principios de año había 30.000 familias compitiendo por adquirir una vivienda en Baleares, según los datos de la Asociación Empresarial de Promotores Inmobiliarios de Baleares (Proinba).

"Si veía un piso que estaba medianamente bien, tenía que telefonear de unas y varias veces. Si no era la primera, me lo quitaban porque lo mostraban por orden de lista y se lo quedaban antes", explica Lluc sobre el proceso de compra de su casa. Con un trabajo a jornada completa, la cosa se complicaba aún más porque "no se podían elegir horarios de visita". "Tenías que adaptarte completamente a ellos", dice. Por otra parte, una vez visitaba un piso tampoco tenía mucho tiempo para pensar. "Una vez visité uno a las 16 horas, llamé a las 20 horas para decir que lo quería y ya estaba vendido", continúa. De hecho, para poder comprar la vivienda donde reside, pagó la señal nada más visitarla.

Otro obstáculo que Lluc encontró durante el proceso de compra fue que algunas inmobiliarias aprovechaban la competencia para subir su precio. "El primer piso que vi se ofrecía por 210.000 euros, y cuando lo visité me dijeron que ya había una oferta por 230.000. Me dieron el fin de semana para decidir si quería mejorar la oferta. Esto me ocurrió tres veces", explica. Además, "sólo para poder hacer la oferta debía pagarse el 1% del valor del piso. Si no, ni siquiera te tenían en cuenta". Abonar miles de euros sin tener la garantía de que finalmente se podría adquirir ese inmueble, porque siempre podría haber una oferta aún mayor.

"El mercado se ha invertido. Antes, quien ponía las condiciones para una visita era el cliente. Pero ahora el comprador ya no es la parte fuerte de esa relación sino la débil", apunta el presidente de la Asociación de Consumidores y Usuarios de Baleares (Consubal), Alfonso Rodríguez. En cuanto a los cambios de precios, la situación es complicada si quien quiere comprar todavía no ha firmado ningún contrato. "Normalmente, las personas aceptan las condiciones o siguen buscando", añade. Rodríguez pone un ejemplo impensable hace unos años de lo dura que es la competencia: "Un piso de 70 metros cuadrados en un barrio obrero de Palma se vendió por 400.000 euros en menos de cinco días", remarca.

Medidas que no funcionan

El presidente de Consubal lamenta que las medidas del Govern en materia de vivienda "no están dando resultados". "Se lanzan muchos mensajes en los medios de comunicación, pero todavía tenemos un grave problema. La vivienda social no es ninguna prioridad para ellos", lamenta, además de apuntar que "deberían entrar en el mercado entre 3.000 y 4.000 viviendas" para equilibrar su oferta y demanda. "La construcción sí es importante para ellos, pero que el precio lo fije el mercado", añade.

Lluc reconoce que la situación por la que pasó por conseguir piso llegó a afectar a su salud mental. "Me generaba mucha ansiedad tener que ser la primera y tenía que estar disponible al 100% trabajando. Además, los meses que busqué veía cómo los precios iban subiendo y yo no tenía más dinero para la compra", explica.

En el caso de Sofi, una joven que buscó piso de alquiler, acabó renunciando a encontrarlo mediante las plataformas inmobiliarias porque los pisos de precios más bajos volaban y, además, estaban "en muy mal estado". "Tuve que compartir vivienda, pero seguía mirando opciones para irme sola. Era desesperante, porque parecía que no había posibilidad alguna. Cada vez que me interesaba un piso y gritaba, estaba alquilado", comenta. Finalmente, cuando Sofi había dejado de buscar, encontró vivienda gracias al boca a boca y una propietaria que prefería ganar menos y tener una inquilina de fiar.

La expresidenta del colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria (API), Natalia Bueno, señala que muchas personas que buscan vivienda se sumen "en la desesperación". "Hay muchísima demanda. Por ejemplo, publiqué un alquiler en el Port d'Alcúdia por 770 euros mensuales y hubo 180 contactos", explica. Ahora bien, después deben cumplirse determinadas condiciones, como que el precio del alquiler no suponga más del 40% de los ingresos si no se tiene un avalista. Además, el Govern exige cinco años de residencia en el caso de las viviendas del programa Lloguer Segur, una iniciativa que sólo ha captado una cincuentena de viviendas desde que se puso en marcha en octubre del 2024 –el Ejecutivo cifró entre 2.000 y 3.000 los pisos que saldrían al mercado en una primera fase.

"Con tanta demanda, debes hacer como un casting entre las personas que cumplen las condiciones", continúa Bueno, quien reconoce que se producen situaciones que "rozan la humillación". La experta asegura que, "mientras haya esta presión demográfica y venga gente con mayor poder adquisitivo, los precios aumentarán aún más y la gente seguirá compitiendo por viviendas que no sean tan caras".

Alfonso Rodríguez asegura que ha visto condiciones leoninas, sobre todo en el caso de los alquileres, porque siempre habrá alguien dispuesto a aceptarlas. "Una señora extranjera pactó el alquiler de una habitación por 450 euros mensuales. Su nieta vino a visitarla y le exigieron otros 200 euros para que pudiera estar con ella", recuerda. "Nos encontramos con contratos donde el inquilino tiene todas las obligaciones y el propietario no asume ninguna, además de que muchas veces hay penalizaciones por cualquier cosa", continúa el presidente de Consubal, además de remarcar que mucha gente alquila "sin ningún contrato ni recibo de lo que pagan". Y reitera que el problema es que "no existen viviendas asequibles, ni de alquiler ni de compra". "Se cometen muchos abusos", sentencia.

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