10/10/2025
Escriptor
3 min

En política, sucede que a veces incluso los elementos peores dicen, sin hacer cuentas, algo cierto. Es lo que ocurrió con la portavoz de Vox en Baleares, cuyo nombre obviaremos porque de todos modos los propios políticos de Vox renuncian a ninguna idea propia y remiten siempre a su líder supremo, Santiago Abascal. Sin embargo, durante el debate de política general esta portavoz logró decir una verdad: "Prohens es presidenta del Gobierno gracias a los votos de Vox". Tristemente, es así. Es la primera vez (y debería ser la última) que Baleares tiene una presidenta condicionada por las exigencias de un partido fascista, que pueda bravear que, si está en el cargo, es porque ellos se lo permiten. Habrá quien de repente diga que Armengol estaba condicionada por la extrema izquierda, pero ésta es una falacia que hay que acostumbrarse a desmontar: no hay, en la política de Baleares, ningún actor político que se acerque a nada parecido a la extrema izquierda. Afortunadamente, es necesario añadir. Por tanto, las equivalencias entre la extrema derecha de Vox y una supuesta extrema izquierda representada por MÉS, o por Podemos o Sumar, son mentirosas y harían reír si no contribuyeran a la confusión que, precisamente, favorece a la extrema derecha.

Otra verdad involuntaria la soltó el portavoz del Partido Popular, Sebastià Sagreras, cuando salió a alabar, como tiene por costumbre, el discurso de Prohens. Para ello, afirmó que había hecho "un discurso como ella misma". No diga otra. Fue un discurso mediocre, falsario, en el que una vez más Prohens no sacó a rollo ni una sola idea propia y se limitó a seguir las instrucciones y el argumentario de un PP cada día más obsesionado por su competición con Vox, que a su vez es el único socio con el que se puede plantear gobernar a las Españas. Si todos los varones y baronesas del PP fueran tan aplicados a la hora de seguir órdenes como son Prohens y el PP de Baleares, seguro que el liderazgo de Feijóo no iría tan muste como ahora.

Siguiendo este patrón, los ciudadanos de Baleares tuvimos que empujarnos sintiendo cómo la primera autoridad del país se rebajaba a defender una indecencia como las pruebas dentales a los inmigrantes, que constituyen un verdadero ataque a la dignidad humana. De hecho, por lo general el discurso de la presidenta consistió en un intenso y sórdido señalamiento de los inmigrantes como causantes de los problemas de estas islas, empezando por el de la sobrepoblación. Ni una palabra sobre las principales causas, con diferencia, del cambio demográfico y de la emergencia habitacional en Baleares: la especulación urbanística y territorial y el turismo de masas, dos fenómenos estrechamente ligados entre ellos que causan una acelerada degradación social y medioambiental, que puede tener consecuencias graves en un futuro próximo. Como estas son las actividades a las que está ligado el PP, la salida fácil es atizar el odio contra quienes llegan en pateras, avivando así la fractura social y la crispación en las calles.

Tampoco cabe esperar mucho más de quien intenta adornar su discurso con citas de lustre, pero acaba diciendo que El Pino de Formentor, el inmenso poema de Miquel Costa i Llobera, fue escrito por mosén Alcover. Quizás en vez de un pino quería hablar del puu, un material que encontrará descrito en el puu Diccionario Català-Valencià-Balear, cuyo magnífico diccionario sí fue autor Antoni Maria Alcover, junto con Francesc de Borja Moll. Después de más de media legislatura de ataques contra la lengua catalana querer agarrarse al Decreto de mínimos ya un clásico de la literatura mal citado, es revelador de quién gobierna en Baleares, y de cómo lo hace.

stats