Tribuna abierta

¿Qué le hemos hecho en la isla de Eivissa?

Una panorámica de la Playa den Bossa
Miquel Àngel Roig-Francolí
06/08/2025
5 min

Ante todo, quiero expresar mi inmenso y sentido agradecimiento por esta medalla que me ha concedido, sobre todo porque hay mucha gente de Vila que la merece tanto o más que yo.

Salí de Ibiza en 1971 para ir a estudiar a Madrid y, después, en EE.UU. en 1982, hace 43 años, ¡Dios está! Pero nunca, ni por un segundo, he perdido mis raíces ni mi cultura ibicencas, lo que, por otro lado, sería difícil. Yo vengo de los Francolins, una gente que llegó a Ibiza muy pronto de la conquista catalana de la isla. Durante los siglos XIV a XVI éramos una familia notable en la política y la sociedad civil ibicenca y tuvimos casa importante en la Villa. Tanto mi padre como mi madre, que en paz descansen, eran de Corona. Yo nací en la plaza del Parque, en aquellos años en el corazón de Vila. Después me crié en el monte Molins y, posteriormente, en un piso del paseo de Vara de Rey, sobre Correos, porque mi padre trabajaba como administrador. Es decir, no se puede ser mucho más ibicenco, aunque ahora tenga dos pasaportes: uno español y uno de Estados Unidos. De hecho, la única vez en décadas que no pasé meses de verano en mi casa de las afueras de Santa Eulària, maravilloso pueblo, fue el verano de ese año de mal recuerdo para todos, 2020.

Volver cada año a mi casa a una pequeña y retirada valle de la Venta de A ibicenco, de la costa y el mar del norte de la isla, de paseos por lugares tan entrañables como la costa roja del Pozo del León o por Dalt Vila, incluida una parada obligatoria en la magnífica casa histórica de la familia Francolí, ahora Museu Puget; este estribillo anual, como decía, es una parte esencial y necesaria de mi vida y de mi salud mental y creativa, mientras he tenido la suerte y el privilegio de poder desplegar una carrera internacional como compositor sinfónico y profesor universitario.

Reconozco que para un chico ibicenco, que salió de Ibiza en 1971, a un tiempo en el que, al contrario de ahora, prácticamente no había ninguna posibilidad consistente de formación musical en la isla, esta trayectoria tan improbable me resulta algo inexplicable. No puedo estar más que agradecido por las oportunidades que he tenido en mi vida para desarrollar esta carrera artística y profesional, y por éste y otros reconocimientos que he recibido para hacer lo que siempre me ha gustado y apasionado.

Ahora vivo en un país donde los votantes, de forma autodestructiva, han puesto en el poder político a un delincuente condenado, corrupto, autócrata, racista y mentiroso que está destruyendo el gobierno, la burocracia, la economía, los sistemas educativos y científicos, las universidades y el tejido social del país. Y no hablemos del daño que está haciendo en el mundo. Pero pensamos un poco: ¿resulta tan extraña esta tendencia autodestructiva a los ibicencos? ¿Qué imagen crees que tiene Ibiza en el extranjero? ¿Qué cara cree que hacen mis conocidos cuando les digo que somos de Ibiza? Hay una imagen de Ibiza por ahí fuera prácticamente sinónima de Sodoma y Gomorra combinadas, una especie de isla sin ley donde todo es posible (¡en que espero que no acabemos como esas dos ciudades bíblicas!). Aburre mucho tener que dar tantas explicaciones pedagógicas que Eivissa no es sólo una party island desenfrenada, que hay muchas Ibizas, y que la isla es una maravilla de historia, naturaleza, gente acogedora y amable, y belleza por doquier. Hoy, si me lo permite, querría hablaros como ibicenco que somos, informado y comprometido.

¿Qué le hemos hecho a esta isla? ¿Qué han hecho, o qué no han hecho durante décadas, las instituciones que pudieron encaminar y regular el modelo turístico, económico y territorial de Ibiza? A qué playas podemos ir ahora los ibicencos sin la molestia de la masificación, ni el agresivo bombardeo sonoro de los beach clubs, ni la presencia de materias fecales, ni el agua verde a causa de las microalgas? ¿Cómo hemos permitido que el turismo que domine la isla sea el de ocio nocturno, fiesta constante, excesos y abusos? ¿Cómo hemos consentido que se haya convertido en un nido de drogas y narcotraficantes, junto a las mafias y criminales que acompañan a estas plagas? ¿Cómo hemos tolerado que sea prácticamente imposible encontrar vivienda asequible y que haya autocaravanas y poblados de chabolas por todas partes? ¿Cómo hemos permitido que barrios enteros de residentes no puedan dormir, noche tras noche, por el rumor insoportable de macrodiscotecas al aire libre o de fiestas ilegales en viviendas turísticas? ¿Cómo dejamos que la isla quede casi sin reservas de agua y, mientras, se siga construyendo como si el futuro no existiera y el agua se pierda a toneladas en los hoteles, piscinas y céspedes? ¿Cómo hemos tolerado que un símbolo tan benéfico de la isla, como nuestras icónicas lagartijas, hayan sido casi exterminadas por una invasión tan evitable pero descontrolada de serpientes? ¿Cómo hemos permitido que nuestras carreteras estén colapsadas por un tráfico excesivo durante meses al año? Y podría continuar.

Seamos claros: todos sabemos que eso que digo es verdad. ¿Y cuándo reaccionará el pueblo ibicenco? Bien, ahora ya es demasiado tarde. Como en EEUU, el daño ya está hecho y será muy difícil de arreglar, la derrota. Aún así, no podemos seguir igual, y si lo hacemos estamos hablando de una clara actitud autodestructiva y suicida, que es la que hemos tenido hasta ahora. Lo que ha ocurrido en Ibiza no es una evolución, sino una trágica involución promovida y permitida por los ibicencos mismos y controlada por los intereses del gran capital, tanto ibicenco como de fuera. Y al gran capital, igual aquí que a EEUU, no le importa ni un ápice el bienestar del pueblo ni la preservación del territorio.

¿Por qué le digo todo esto en esta ocasión gozosa y de celebración? Precisamente porque con esta medalla, junto con la Medalla de Oro del Consell de Eivissa y el premio Ramon Llull, dos honores que ya he recibido anteriormente, me dais una voz. Y, como ibicenco que ama tanto la isla como nuestra ciudad de Ibiza donde nací, creo que no puedo utilizar mi voz de mejor manera que animando al pueblo ibicenco y sus representantes a tomar medidas y actuar con contundencia contra la explotación desmedida e insostenible de la isla. Es todavía mucho lo que podemos preservar de nuestra maravillosa cultura, lengua, territorio y entorno natural, y tenemos una obligación histórica de hacerlo. Ibiza está ya más allá de un límite razonable y, para empezar, es urgente que detengamos su crecimiento.

Para terminar, quiero repetir mi profundo agradecimiento al Ayuntamiento ya la Ciudad de Ibiza por este galardón, sin olvidar nunca que sic transit gloria mundi, las glorias del mundo son transitorias. Creo que también es un buen momento para anunciar que he acordado con Fanny Tur Riera la donación de los archivos completos de mi carrera en el Archivo Histórico de Ibiza y Formentera. Y ahora ya sí que acabaré, deseándole a todos mucha salud y muchos años y buenos ese día de nuestra Patrona.

Viva Ibiza y, entre todos, salvamos lo que todavía podemos salvar de nuestra isla. ¡Muchas gracias!

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Discurso de aceptación de la medalla de oro de Eivissa

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