La sustitución demográfica

22/12/2025
3 min

Entre algunos progresistas está mal visto hablar de sustitución demográfica. Como lo dice Vox –en relación a la inmigración de países de religión musulmana– encuentran que el concepto está manchado. Es lo mismo que ocurre con la inmigración, que consideran que queda también mal que se llame inmigrantes a los inmigrantes porque talmente les llaman los xenófobos neofascistas, así que han decidido que 'personas migradas' o 'migrantes' es más amable, aunque las diferentes palabras definan –como es lógico– situaciones diferentes de la persona: ' parte e inmigrante allá donde llega.

Sin embargo, le digan cómo le digan, no cambian la naturaleza del hecho: la sustitución demográfica es una realidad. Y lo es porque la enorme cantidad de inmigrantes que han llegado durante el último medio siglo ha dado la vuelta al cuerpo social preexistente. El experto en la evolución poblacional Pere Salvà decía –en una entrevista con servidor publicada en septiembre– que los isleños que vivíamos en la provincia en 1975 hoy somos –y teniendo en cuenta el crecimiento vegetativo– el 25% del total de los vecindarios empadronados.

El alud inmigratorio ha sido tan enorme que es quimérico pensar en revocar la situación. Especialmente en los ámbitos lingüístico-cultural y político. Por supuesto que entre todos los llegados y sus descendientes debe haber a la fuerza que se hayan adscrito a la lengua y culturas históricas e incluso que hayan llegado a votar formaciones autoctonistas. Pero debería sufrirse un grado de ingenuidad fronterizo con la patología para pensar que es la norma.

Sin embargo, hay gente que se lo piensa y que defiende que 'eso tiene solución', que se puede revertir la situación lingüístico-cultural y algunos sueñan que incluso la política. Es verdad que tiene que haber gente para todo y que si todo el mundo pensara lo mismo, la vida sería muy aburrida. Pero entre poco y demasiado...

Ante una realidad tan hostil existe la tentación de refugiarse en la fantasía y la negación. Es tan psicológica y humanamente comprensible como inútil, de nada sirve. Recuerdo que a principios de la década de los años ochenta había un personaje del mundo nacionalista local que quería convencer a cualquiera de que le escuchara que como –según aseguraba– buena parte de los docentes eran catalanistas, el futuro de Mallorca sería catalanista y nacionalista. Una cosa es ser optimista sobre el porvenir de la misma causa y la otra no tener los pies en el suelo.

Este tipo de fiebre ideológica –decir análisis sería excesivo– todavía se nota. Quienes la padecen suelen despreciar a los demás porque encuentran que son traidores, autoodiadores, derrotistas, enemigos y cosas por el estilo de malas. Para ellos debe forzarse la realidad, aunque el resultado sea ridículo.

Con la sustitución demográfica pasa mucho. Un par de miles de personas en una fiesta en un pueblo se considera una muestra de la incontestable fortaleza del autoctonismo social y, en cambio, que un concierto del cantante mallorquín en castellano e inglés Rels B reúna a más de 25.000 almas empadronadas no significa nada. No es incompatible que guste a Rels B y –pongamos por caso– ser socio de la Obra Cultural, pero –a reserva de la posible visión sesgada y decrépita de un boomer como servidor– es razonable pensar que no son muchos los que tengan esa 'doble militancia'. Tampoco se da relevancia a la fiesta popular más importante del año que es, con mucha diferencia, la ya tradicional de Halloween... Y tantos otros ejemplos por el estilo que podrían sacarse a rollo y que no son más que casos concretos de cómo está emergiendo en la superficie el fenómeno global que en la profundidad se ha estado gestando durante décadas: la sustitución demográfica.

Uno de los más trascendentes es el ámbito político, hijo predilecto de la misma muda poblacional. Entre otros ejemplos, la irrupción de Podemos y Vox se explica justamente por eso. Sucedió entre la estupefacción del personal político preexistente, que fue incapaz de reaccionar en primera instancia para pasar después, ahora, a mimetizarse, a la izquierda, con la nueva incorporación, ya depender del recién llegado, a la derecha. La razón se debe a que aceptaron que, después de haberse negado a asumirlo antes, el voto en clave nacional es tan intenso que determina los resultados electorales y les fuerza a tomar decisiones que no quisieran.

En resumen, la sustitución demográfica es tan trascendental que estamos ante el fenómeno social más importante de la historia balear desde la masacre de los moros y la ocupación de su territorio por los cristianos, que se inició en 1229.

Sus efectos se notan ya a todos los . Las cosas son cómo son y no cómo nos gustaría que fueran. La madurez de una persona consiste en aceptar que no todo tiene remedio. La de una sociedad, también.

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