¿Cuántos diagnósticos necesitamos?

PalmaQue las Islas Baleares deben diversificar su economía, que no pueden basar su crecimiento en el consumo de recursos naturales es algo que se dice desde finales de los años 90. Por tanto, hace más de tres décadas que sabemos que hay que apostar por la tecnología, por la agroindustria, y, en definitiva, innovar. Se han realizado estudios, encuentros, simposios, talleres y todo tipo de análisis que no hacen más que coincidir en el riesgo de depender sólo de una actividad (en realidad son dos, turismo y construcción, pero muy relacionadas).
Entonces, la economía isleña es un paciente que tiene miles de diagnósticos. Y, aun así, parece que todavía se dedican más recursos a seguir comprobando cómo late el corazón del enfermo que a pensar y, sobre todo, a definir, hacia dónde podemos tirar. La máxima concreción que encontramos no pasa de recomendar a otros sectores, sin un plan concreto. No sería la balear la primera economía que se reconvertiría, en España hay casos al menos parciales de reinvención o adaptación a los tiempos modernos que han funcionado razonablemente bien.
Por tanto, ¿cuántos diagnósticos más hacen falta para tomar decisiones? Seguramente ninguno más. Lo que sí falta, y esto nos interpela a todos, es superar el debate actual, orientado únicamente a encontrar culpables de la saturación o de la falta de alternativas.
Empresariado, clase política y sociedad civil deben hacer un ejercicio de honestidad para sentarse cara a cara y encontrar propuestas concretas, estratégicas, y enfocadas a romper ese bucle del que no sabemos salir, digan lo que digan, basado en subir cada año las llegadas de turistas y los impactos resultantes. Y para ello es necesario un liderazgo que ahora mismo no acaba de ver.