24/11/2025
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Los sesenta miembros de MÉS por Mallorca que se reunieron en asamblea recientemente decidieron por mayoría seguir dentro de Sumar. No puede decirse que fuera una sorpresa. Ni tampoco lo fue, cinco meses antes, que MÁS saliera adelante cuando la cúpula se inclinaba a favor de partir, tal y como lo decidió, por su lado, la homónima formación menorquina.

El caso de los vecindarios de los mallorquines no se puede comparar. Menorca es mucho más pequeña y no se nota tanto –lo que no quiere decir que no exista– como en Mallorca un fenómeno electoral que marca decisivamente las decisiones estratégicas de todos los partidos y sobre todo de los autoctonistas –nacionalistas, soberanistas, insularistas y regionalistas–: el voto sobre el censo. Que a pesar de que no se analiza casi nunca en público, da una información esencial para el análisis: la capacidad de penetración social de cada proyecto político.

Antes de seguir conviene hacer un recordatorio. La parte progresista del autoctonismo en Mallorca, la que representaba sobre todo al PSM (1977-2010), debatió desde sus orígenes orgánicos –por cierto: en febrero hará medio siglo que se fundó el seminal PSI– cuáles de los dos ejes ideológicos debía prevalecer: el de izquierda-derecha o el de nacional. No se trataba de mera filosofía política. De la decisión dependían las alianzas estratégicas. Si pesaba más el primer eje siempre se acabaría por apoyar al PSOE, por mucho que molestara o incluso irritara lo que hiciera, dijera o defendiera. Si por el contrario el segundo eje resultaba ser el más importante, suponía poner la idea nacional diferenciada por encima de los intereses de los partidos de la nación española, de la que –como es de sentido común– el nacionalista quiere liberarse o como mínimo –por el caso isleño– arrebatarle más autogobierno y, por tanto, el apoyo al PSOE o al PP sería .

Casi ni que decir cuál fue el eje triunfador. Tanto que el PSM pasó a dotarse de una marca más izquierdista: MÁS. Y el proceso no ha hecho más que intensificarse desde entonces, hasta llegar a la decisión del mes de junio cuando la dirección vio que entre las bases se había extendido, más de lo que pensaba, la voluntad de seguir enlazado al PSOE, no saliendo de Sumar. La adaptación de la cúpula era cuestión de –poco– tiempo y, en efecto, la firmeza de la decisión de abandonar el grupo de Yolanda Díaz duró más o menos por el estilo que otros anuncios de plantarse frente a los socialistas.

¿Por qué este tipo de decisiones? La respuesta está en el análisis del voto sobre el censo, que indica la penetración social al margen del contexto de cada cita con las urnas, de los resultados sobre los votos válidos y de la distribución de escaños en cada ocasión. Sirve de poco o nada si sólo se analiza a una elección, dos... pero si se dispone de una serie histórica suficientemente larga y se agrupan todas las candidaturas por bloques ideológicos –por el caso: autoctonista y nacional– la información que da es esencial para entender muchas decisiones políticas, como las de MÁS.

En el espacio de este artículo no se puede entrar en el análisis cuantitativo detallado del comportamiento electoral sobre el censo. Basta con explicar que en 1983 los autoctonistas –PSM, UM, CIM...– sumaron a Baleares un 15,3% sobre los electores. En el 2023 –ambos MÁS, El Pi y partidos aún menores– fue un 7,9%. La disminución fue de 7,4 puntos porcentuales. O sea: una pérdida del 48,36% respecto a hace cuarenta y dos años. Casi la mitad menos de penetración social.

El fenómeno, por supuesto, también afecta al insularismo-regionalismo –UM, El Pi...–, que está mucho peor que MÁS, pero a efectos de este último –que es el objeto del presente artículo– el declinante voto sobre el censo explica algunas decisiones que ha tomado.

El cambio social y electoral es tan hostil al eje nacionalismo-españolismo que en su día el PSM se encontró con la evidencia de que cada vez tenía menos penetración social y se impuso como reacción la dialéctica izquierda-derecha. El resultado ha sido que hoy MÁS es, como el PCE-EU-Sumar y Podemos, una formación que, diga lo que diga, lo que hace siempre es demostrar ser miembro del espacio de izquierda española que lidera el PSOE.

La decisión de transmutarse que tomó el PSM respondía si no a una cuestión de mera supervivencia –que aún no era así– sí a la necesaria respuesta ante el declive evidente que el voto sobre el censo manifestaba bien a las claras: perdía ninguna vez más anclaje en la sociedad. Así que el partido no tuvo más remedio que decidir entre seguir igual o reinventarse.

Entonces –a partir del 2007 y hasta el 2013– con la aportación de la marca roja que provenía del antiguo comunismo español además de una pátina de color verde pálido renació como MÉS, una formación sobre todo izquierdista a la que hoy el eje sobio sus dirigentes.

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