45 años en El Caserío: “Si la fábrica está viva es gracias, sobre todo, a los trabajadores”

CiudadelaMargot Sastre, presidenta del comité de empresa, lleva 45 años trabajando en la antigua planta de El Caserío. Cercana a la jubilación, ha vivido todas las etapas y propiedades desde que en 1980 entró a trabajar: la Industrial Quesera Menorquina, de la familia Montañés; la compra, en 1992, por parte de Kraft; la decisión, en el 2008, de la multinacional de cerrar la fábrica; la lucha de los trabajadores por encontrar un comprador e impedirlo; la entrada de Rumasa en 2009; el concurso de acreedores, y la sociedad laboral con el equipo directivo que dio forma a Quesería Menorquina y garantizó su continuidad.

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"Los trabajadores somos una parte muy importante de que se haya llegado hasta aquí", remarca Sastre. "Cuando Kraft quería cerrar, priorizamos la continuidad de los puestos de trabajo en la indemnización millonaria que, seguramente, nos habría dado". Y sigue. "Con Rumasa sufrimos el suplicio de trabajar con un ladrón, un delincuente. Está probado. Recortaron a nuestra costa, nos robaron incluso la cuota sindical y nos tuvieron cinco meses sin cobrar". Y, para poder continuar, en la etapa posterior de 2011 a 2021, "se resistió también gracias a los trabajadores, que sufrimos un ERTE, el despido de más de 40 personas y nos tuvimos que rebajar el sueldo un 20%, una pérdida que aún no hemos recuperado. En 2014 teníamos que decidir".

Por ello, la representante de los trabajadores destaca que "no notaremos realmente el cambio que ahora se ha producido hasta que no se empiece a revertir la situación y recuperamos el dinero perdido. Es un agravio que afecta a nuestra jubilación y que hemos incluido en el nuevo convenio que ahora estamos negociando". Esto sí, admite Sastre, "ahora al menos se empieza a invertir, ya no tenemos deuda concursal y hay más liquidez. Solo carece de que con un buen proyecto de negocio y unos trabajadores implicados volvamos a ser una máquina competitiva".