Xesca Ensenyat, una presencia más allá de la muerte física
Marc Cerdó dialoga con su madre, la escritora e hija ilustre de Pollença, en la novela 'Una luz sumergida'


PalmaEl primer protagonista de esta historia es un niño, un niño de unos ocho o nueve años que observa detenidamente a un canterano, y lo hace empujado por una curiosidad infinita, por una sed insaciable. Dentro de ese mueble, seguramente más alto y sin lugar a dudas mucho más antiguo y mucho más abrumador que él, se estucha toda una vida, aunque el niño desconoce exactamente qué contiene. Sospecha que todo son papeles, y sabe cierto y seguro que son importantes para su madre, palabras que pueden ser tan definidoras como definitivas. "¿Puedo meter la nariz y leer algo?", se atreve a pedir, al final, un día. "Si algún día veo que lo haces, si transgredes esta norma, todos estos papeles serán quemados y no quedará más que las cenizas, ¿me sientes?", responde la madre. "Al estar yo muerta, adelante las chascas. Pero hasta entonces no intentes acercarte".
Han tenido que pasar más de quince años de la muerte de la madre, la escritora Xesca Ensenyat (Port de Pollença, 1952 - Inca, 2009), para que el niño, ahora convertido en el escritor Marc Cerdó (Pollença, 1974), haya llegado a encontrar la manera de mantener: imposible como inevitable y que ha trasladado a la novela Una luz sumergida, que apenas ha publicado Club Editor y que el propio Cerdó resume así en uno de los capítulos: "Cuando era pequeño había instantes en que yo te temía, también había otros en los que mi corazón brotaba de amor por ti. Tomo lo determine de buscar, entre los papeles que te sobrevivieron, respuestas a la respuesta".
"En realidad es un retrato literario", expone Cerdó, "y llamaremos novela porque tenemos que decir algo, pero no es en ningún caso una biografía sobre Xesca Ensenyat porque eso nunca se podrá escribir. Ella se cuidó de mutilar, descabezar e intervenir todos los textos niñez. Y una vez leídos, indexados y clasificados todos, me di cuenta de que toda esta documentación estaba fuertemente intervenida por ella, así que lo que podía hacer era acercarme desde la literatura, escribir una memoria de manera artificial a partir de testigos, de fragmentos inéditos y de otros conservadores, sin intentar discernir qué cosas eran. ordenar la realidad, y yo necesitaba ordenar mi vida sin perder el interés de aquel lector que no supiera nada, ni de mí ni de mi madre".
De 'enfant terrible' a voz silenciada
Ubicar Xesca Enseñado en el panorama literario es tarea complicada, y puede parecer incluso contradictoria: su obra recibió numerosos reconocimientos, desde el Ciudad de Palma de novela por Villa Coppola, en 1984, hasta el Ramon Muntaner, en 1992, por Cuando venía la escuadra, una especie de memoria novelada de la Mallorca preturística que en 2015 fue adaptada al teatro con dramaturgia de Joan Yago, dirección de Joan Fullana y con Catalina Solivellas de protagonista.
Con una obra al nivel de otras escritoras con las que más o menos compartía generación, como Antònia Vicens, Maria Antònia Oliver y Carme Riera, especialmente caracterizada por un uso vigoroso y virtuoso del lenguaje, la singularidad de su figura y sus reservas a la hora de relacionarse y de tenerse bien en la entorno de la obra como de la versión en determinados entornos resume Cerdó en el libro. "Tu incapacidad para someterte a una disciplina –carencia que compartías con un número significativo de compañeros de generación–, un impulso irrefrenable de subvertir el orden establecido, y el afán de transgredir convenciones, te relegaron con el paso de los años deenfant terrible a la triste condición de voz silenciada", se lee.
"Vivía con mucha amargura el aislamiento en el que fatalmente acabó", reconoce su hijo, "porque realmente estaba muy sola, aislada socialmente. Y en uno de sus textos lo dice de una manera muy gráfica, que se acerca al mar y ve que las ondas no le salpican y se entristece porque ella quiere querer á querer querer . escritor sin lectores es algo muy grave".
- Marc Cerdó
- Club Editor
- 160 páginas
Sin embargo, la obra de Xesca Ensenyat la ha tenido y tiene, aún ahora, lectores. De hecho, este julio ha sido declarada Hija Ilustre de Pollença y se ha convertido en la cuarta mujer de la veintena de personas que han recibido este título –las tres anteriores eran religiosas, dos de ellas de los siglos XIV y XVI– y la primera originaria del Port de Pollença. Y ya no sólo es su obra, que es leída hoy en día, sino con Una luz sumergida lo ha sido también su vida. Leída, interpelada y reescrita. "Para mí el gemelo de todo es una pregunta", comparte Cerdó, "que es de qué manera los muertos entran en nuestras vidas y nos empujan a actuar. Esta idea es fundamental, es lo que me empujó a escribir. Si no tenemos cuidado, los muertos mueren totalmente y yo no quería que mi madre fuera una muerte muera. vida de los vivos. Existe una prolongación de la existencia, una presencia que se expande más allá de la muerte física. Los muertos convierten a los supervivientes en fabricantes de un relato", comenta el autor.
Una persona genial
Así, en las 150 páginas de la novela, se intercalan aforismos, textos judiciales, cartas, fragmentos de dietarios y otros tipos de textos que se intercambian madre e hijo, escritores y protagonistas, para dar forma a un "tratado de la fascinación", en palabras de la poetisa Blanca Llum Vidal. Y todo comienza, por supuesto, con el acceso del autor al material que contenía el mencionado canterano. "Contenía paquetitos amarrados con lanera de palangre, y allí había de todo. Contratos de edición, dibujos de reputados artistas, dietarios, novelas inéditas, pruebas literarias…", relata Cerdó, quien en el mismo libro confiesa que fue todo un reto construir una memoria a partir de ese archivo. "En tu vida ya era un imperativo interpretarte en cada punto; y una vez muerta, yo no dejo de leerte entre líneas", escribe Cerdó en la novela.
"Ella no tenía claramente delimitada la frontera entre la realidad y la ficción y eso, para la vida moral de las personas, y también para la vida práctica, es altamente devastador y destructivo. En literatura la mentira es imprescindible, aunque no hay que notar que lo es. Pero en la vida real uno que pasa por mentiroso queda en el desprestigio y en el ostracismo, y cuesta mucho recuperar la confianza perdida. Y eso es lo que le ocurrió con la gente más cercana, conmigo mismo, sin ir más lejos”.
Así, en el libro se refleja ese amor "a veces tóxico, a veces oxidativo ya veces catastrófico" que unía al escritor con su madre, a la que, sin embargo, no duda en calificar de "persona genial". "Tenía el poder de convocar espíritus del más allá. Te retenía apegado a la silla hasta que no paraba de hablar. Y entonces, de repente, ya era hora de acostarse. Cuando ella acababa de charlar ya no había nada más que hacer, pero mientras hacía uso de la palabra era algo que no se puede explicar, era realmente .
El autor, que ya había cuidado de publicaciones póstumas de su madre, como la obra inacabada Otra vida, afirma que la escritura de esta novela se le ha resistido durante diez años. "Yo he fracasado mucho y me he equivocado mucho, he cometido muchos errores por el camino. En el 2014 ya hablaba con Maria Bohigas, mi editora, sobre este proyecto, y fui haciendo intentos, pero ella me los devolvía y me decía que todavía estaba lejos de lo que yo decía que quería hacer, pero al final creo que me lo he hecho, pero al final creo que me lo he. novela, porque estuve a punto de dejarla correr. Y ahora es ya de los lectores", comenta Cerdó.
Y comparte un último recuerdo con su madre, uno que, una vez leído Una luz sumergida, adquiere muchas, y muy poderosas, dimensiones. "Yo recuerdo que ella, de alguna manera, me adiestraba. Cuando íbamos por Can Pescador me decía: 'Dime tres adjetivos para describir el color del cielo'. O me pedía una frase donde apareciera el mar, un árbol y ese mollet de marès que veíamos en el horizonte M'. y de redacción de la escuela. Creo que ella quería que yo fuera una prolongación suya".
La nueva novela de Marc Cerdó, quien ya había publicado títulos como Cor mentider y Males companyies , ambas también con Club Editor, encaja dentro de una temática que el autor define como "casi un género": los libros sobre las relaciones entre hijos y progenitores. "Yo escribo sobre una madre, es cierto, pero es una madre anticonvencional", expone Cerdó, "además lo hago con una visión nada complaciente de la idea de la maternidad. No he erigido un templo o un altar, ni mucho menos, hacia mi madre". Entre el largo listado de obras donde se habla de esta relación, el escritor mallorquín afincado en Barcelona cita textos como Carta al padre, de Franz Kafka; El libro de mi mare , de Albert Cohen, y La madre, de Maksim Gorki, entre otros, además de películas como Todo sobre mi madre, de Pedro Almodóvar. También hablan otras películas como Big fish , dirigida por Tim Burton y protagonizada por un hombre que repasa la vida de su padre en busca de la realidad que se esconde detrás de todas las capas de fantasía que él cree que ha añadido, el cortometraje Carta a mi madre para mi hijo , de Carla Simón y de guión y actrices principal y secundaria, el año 2019. La figura y el recuerdo de la madre protagoniza también la novela Milady (Empúries), de Neus Canyelles y el segundo poema de Sala Augusta seguido de Lengua materna (Proa), de Sebastià Alzamora, donde el llucmajore de adiós / derecha en el balcón / cuando te alejabas".