Observatorio

Son Puig-gros no es una metáfora

Originalidad, fidelidad y precisión, podría ser un titular adecuado

Febrero y Fraude en Los carniceros, de Frontera y Más Fiol.
29/09/2025
2 min

PalmaSon Puig-gros es la finca que Miquel, que hizo de cerdito cuando era niño, obtuvo con las ganancias de un souvenir en Palmanova. Él se ha convertido en el señor de la gran posesión y sus cientos de cuarteradas. En Son Puig-gros, los nuevos señores hacen una cena para celebrar el evento con amigos, familia, antiguos propietarios y vecinos. Ésta es la contextual región donde se desarrolla la historia deLos carniceros, de Guillem Frontera, su primera novela, con la que fue galardonado con el premio Ciutat de Palma. Corría el año 1969, cuando todos pensábamos que un luminoso nuevo mundo se abría frente a nuestra mirada, mientras que el joven antiguo alumno de La porciúncula, aspirante a poeta e incipiente novelista, veía y nos explicaba lo que ninguno de nosotros era capaz de ver, intuir ni otra cosa similar. Por eso, Los carniceros no es una obra premonitoria ni Son Puig-gros, tan sólo una metáfora, sino la evidencia de que el cuerno de la abundancia venía acompañado de un peaje, muchos aranceles y sin marcha atrás.

Más de cincuenta años después, Miquel Mas Fiol, de la mano de Producciones de Hierro, la coge por su cuenta y nos frota por los morros una sentencia que no duele, pero ofende de lo lindo, como es "él ya os lo decía", que, por supuesto, Frontera nunca pronunció. En cualquier caso, por muchas razones, Los Carniceros será siempre un retrato hiperrealista de un mundo que, como pronostica la obra, ya no es ni volverá a ser lo que era. Por otra parte, una traslación desde la novela a los escenarios siempre tiene no pocas dificultades, ya no sólo por fidelidad al original, que también, sino por evidentes cuestiones de lenguaje. Mas Fiol, con tan sólo tres actores: Catalina Florit, Xavi Frau y Lluís Febrer, no sólo nos cuenta la historia de muchos más de tres personajes, además, hace que ellos cuenten directamente al público, el qué y el porqué de todo, más allá de los diálogos. Mucho más allá, ya que la función comienza como un programa de mano y la presentación de los protagonistas, que, por cierto, recomiendan efusivamente la lectura del texto del director y autor de la traslación y dramaturgia que figura en el de papel, que también es mucho más que una declaración de principios.

Originalidad, fidelidad y precisión, podría ser un titular adecuado. Originalidad para tan peculiar estructura y envoltura. Fidelidad porque sobre el escenario no falta nada de todo lo que escribió el autor, añadiendo alguna licencia poética, o de otro tipo, como por ejemplo que un camarero se convierta en camarera y que hace que la situación sea aún más contundente, y que los actores incluso interactúen con el director, pero está todo. Precisión, porque no existe la menor duda, en ningún momento de la obra, de quién es quién y dónde y en qué situación o lugar se encuentran, que además de una esmerada traslación y siempre con el mismo decorado necesita tres protagonistas capaces de cambiar de rol y todas sus circunstancias en una fracción de segundo y con una eficacia que, para redondearlo, ni.

PS– Ahora mismo la volvería a ver.

stats