Carme Riera: “Mi hijo pegaba potadas en mis libros porque sentía que le tomaban mi madre”
Escritora


PalmaCincuenta años después de publicar su debut, Te dejo, amor, el mar como prenda, la escritora Carme Riera (Palma, 1948) ha dejado por escrito algunas reflexiones en torno a la literatura en Gracias, un título que dedica a sus lectores y que publica Edicions 62. El libro sirve para descubrir también algunos aspectos no tan conocidos sobre la autora, como que empezó a escribir en catalán gracias a Aina Moll, quien encuentra que el informe del censor sobre su primer libro "lo acierta bastante" y que es una gran fan deLos Simpson.
Nunca os hubiera imaginado viendo Los Simpson, ni mucho menos haciéndoles un homenaje a un libro vuestro.
— Me gustan muchísimo, creo que hacen una crítica humorística brutal, ya veces cuando buscas los nombres por los personajes te venden cosas de gente que conoces u homenajes así. Y esto me pasó con Barbara Simpson, deUna sombra blanca.
¿Los veis todavía ahora?
— ¡Por supuesto!
En Gracias queda claro que ha hecho de la literatura su vida.
— Bien, ha sido más bien una manera de vivir. Si hubiera tenido que vivir de la literatura estaría muy delgada [Ríe]. He hecho de profesora toda la vida, piensa que los autores, cuando publicamos un libro, sólo recibimos un 10%, que es muy poco.
¿O sea que no se puede vivir de la literatura?
— Bien, si eres alguien muy importante, un Ken Follett… Quizás sí, pero nada más. Para mí la literatura ha sido un motivo de vida, pero no una manera de ganármela.
Y todo empieza de pequeña, con aquellas historias que oía contar a su alrededor.
— Yo siempre digo que somos escritora por todo lo que sentía de pequeña. Ya era tímida, de pequeña, y por eso escuchaba detrás de las puertas, y todo esto me creó esa cosa fantástica de ir a buscar las palabras que no entendía. Cuando decían "esta señora llora porque el señor le pone los cuernos", yo no sabía qué quería decir, eso de poner cuernos, y lo pedía. Por aquel entonces los adultos eran un mundo y los niños, otro, y la gente charlaba y contaba cosas. Era interesantísimo, apasionante, y el mallorquín que empleaban era precioso, muy rico.
En todo esto una figura clave fue su madrina.
— Sí, existía un vínculo enorme. Las madrinas eran muy importantes, lo que te contaban servía de nexo entre el pasado y el presente, aunque creo que todo esto ya se ha perdido. De hecho, hoy he oído una noticia espantosa, que las adolescentes confían sus pensamientos a la inteligencia artificial. Esto es espantoso.
¿Qué le confiaba su madrina? ¿De qué le hablaba?
— Casi todas las historias eran como relatos. Por ejemplo, su padre no quería que ella se casara con el novio que tenía entonces, y como iba a confesarse, con un hermano de Antoni Maura, por cierto, el confeso le dijo que no le daría la absolución si no le dejaba. ¡Imagínate, hasta dónde llegaba el control de todo!
¿Y lo dejó?
— Claro que lo dejó, y pensó en hacerse monja, pero tampoco se lo permitieron. Y entonces se casó con otro hombre, que fue mi abuelo.
"Yo tengo la suerte, en mi opinión inmensa, de tener dos lenguas, lo que sé que no gusta mucho ni aquí, a muchos catalanes, ni allá, a muchos castellanos. Pero a mí me parece un lujo del que no quiero prescindir", escriba a Gracias. Parece que se defiende de algo, como si se sintiera cuestionada, por decirlo.
— Sí, siempre ocurre, que hay gente que le gustaría que defendiera sólo el catalán, o sólo el castellano, pero yo defiende las dos lenguas. Estoy en la frontera [Ríe]. El catalán debe potenciarse, sólo faltaría, si no lo hacemos aquí no lo hará nadie, es una lengua extraordinaria para explicar cosas, como lo es también el castellano, con la que puedes hablar con argentinos y ecuatorianos y… Para mí, ver el mundo a través de las lenguas es una riqueza enorme.
Vox ha pedido al Parlament balear que no se traduzcan al catalán las intervenciones de sus diputados.
— Esto es una bendición enorme, me parece una falta de… De todo, lo encuentro un doi. Precisamente lo interesante es tener las dos lenguas y que funcionen a la vez.
En el libro habla mucho de sus lectoras, que de los que son más que los lectores. ¿Es una sospecha o una certeza?
— Una certeza. Yo siempre he conectado mucho más con las lectoras, de la editorial también me lo dicen, aunque también tengo a muchos y muy buenos lectores, y les estoy muy agradecida.
También explica que durante el Sant Jordi de 1975 en que acababa de salir La prenda, como se suele referir, mientras se sentaba esperando firmar libros vi pasar a su hijo, que todavía era pequeño, con los compañeros de la guardería. Y eso les hizo dudar si eres una mala madre, si "mejor que escribir cuentos era tener mención de los hijos". ¿Os ha pesado mucho a lo largo de los años lo de sacrificar la vida familiar?
— Mi hijo mayor, ese que digo que vi ese día, pegaba potadas en mis libros porque sentía que le tomaban mi madre. A veces incluso tachaba mis manuscritos, porque yo escribía con él sentado encima. Y yo lo entiendo perfectamente, todo esto. He tenido que hacer muchos esfuerzos, y he recibido muchos reproches porque no jugué con él tanto como debería haberlo hecho, y eso lo siento muchísimo. Pero yo entonces preparaba oposiciones, y escribía y… A veces he pensado si tendría que haberme levantado de aquella mesa y debería haberlo dejado todo, ya veces no sé cómo hice todo lo que llegué a hacer.
Éste Gracias aparece junto con una edición especial para el quincuagésimo aniversario de Te dejo, amor, el mar como prenda. Ahora que vuelve a salir, ¿se siente todavía reconocida?
— Dudé si teníamos que revisarla y ponerla al día, pero la editora me dijo que si había sobrevivido estos cincuenta años debíamos dejarla como estaba, y encontré que tenía razón. Ahora bien, me he dado cuenta de que hay palabras que aparecen, como culpa o moralidad, que ya no se utilizan. Me han parecido términos de época, de otro tiempo, cuestiones que hoy en día ya no tienen su peso.
En esta edición se recupera el prólogo que le dedicó, en la primera de todas, Guillem Frontera.
— Y estoy muy contenta, mucho, pero me ha pasado algo espantoso [Ríe]. Yo el Te deje… lo dediqué a mi marido, y se ve que hace ya un puñado de ediciones que quitaron la dedicatoria. Como todos estos años yo no me he fijado, ahora me he encontrado con esto, que en la nueva edición no sale tampoco la dedicatoria original, y le he tenido que pedir a la editora que le explique que ha sido a causa de esto, ¡que no he sido yo quien la ha quitado! [Ríe].u