PalmaNoviembre tumbaba el cuello no hace mucho, el final delaño parecía resistirse a acabar porque el frío no tenía margen de acción. Fueron las semanas de lluvia intermitente las que insinuaron que era posible que el tiempo cambiara y en una nada nos hemos encontrado en mitad del último mes y con las fiestas anunciándose en todas partes. Mañana empezaremos el tercer domingo de Adviento y ya sólo quedará otro antes de que comience Navidad, una de las fiestas más importantes del calendario cristiano.
El Adviento es el tiempo litúrgico que abre el año cristiano y prepara la celebración de Navidad. Empieza cuatro domingos antes del 25 de diciembre y termina la víspera de Navidad. Es, por tanto, un período de unas cuatro semanas, variable según el calendario, que invita a la espera, la preparación y la esperanza. La palabra 'adviento' proviene del latín 'adventus'('venida', 'llegada'). Inicialmente hacía referencia tanto a la venida de Cristo en el tiempo como a la venida futura al final de los tiempos. Tradicionalmente, el tiempo de Adviento era visto como un tiempo de calma y recogimiento. En la Iglesia ortodoxa el Adviento es una época en la que se practica una abstinencia estricta de ciertos alimentos. También aquí suponía un período de penitencia que era calificado de la Cuaresma de Navidad. Miquel de Binifar cuenta en La cocina de los ermitaños (Miquel Font, 1996) que los cartujos sólo hacían una comida fuerte en los días de Adviento y se abstenían de consumir huevos y productos lácteos.
La afirmación de vida y gastronomía
Después de semanas de Adviento, la mesa de Navidad es una afirmación de vida, de familia, una de las fechas primordiales de nuestro calendario. Las fiestas van estrechamente ligadas a la gastronomía, a las comidas familiares abundantes y largas. La porcella, los escaldums, la sopa y las aves de corral son algunos de los alimentos más presentes en la mesa estos días, como los turrones, los amargos y los mantecados. Había otros que se consumían de fin de año, pero que en las fiestas de Navidad adquirían significados diferentes y formaban parte de costumbres desaparecidas, como es el caso de las aplanadas, refrendas, delgadas o raíces. En todos los casos se trata de una torta plana que se hacía con los restos de la pasta del pan. Según el DCVB la raza es una torta hecha de la pasta que queda pegada a la patera cuando han hecho los panes o una torta aplastada y sin cortadas. La prima es un pan aplanado, más delgado que los ordinarios y con un agujero en medio, que se cuece con los otros panes, pero se saca del horno antes de que se asa la corteza. En Tortosa, en cambio, es una torta redonda, de muy poca grosor, hecha de harina sin cuarta ni salvado, con levadura, aceite y semillas, y generalmente con pasas o nueces que se hace para ciertas festividades, sobre todo por los días de San Nicolás y de Santa Caterina. El Recetario Llabrés (s. XIX) estuche dos recetas de primas, las primas de Santa Magdalena, donde además de la levadura se añade azúcar clarificado y huevos, y la prima de aceite, mucho más sencilla y que se cocinan añadiendo aceite a la pasta del pan. Otras versiones aprovecharán las raíces de las matanzas o sólo se enriquecerán con un poco de azúcar, como ocurre con la prima que Antoni Tugores recoge en Campanet para su obra Memoria de la cocina mallorquina. Según el padre Ginard, en Inca era costumbre que las mujeres se escondieran este tipo de torta debajo del manto para ir al sermón de la Calenda. Los niños, boquiabiertos, creían que el sermonero las tiraba desde arriba. Entonces las mujeres, aprovechando la ocasión, las tiraban al suelo y los niños se las comían allí mismo sin darse cuenta del engaño. Las tortas llegadas del cielo debían de hacer la misa más entretenida y buena de llevar para los más pequeños, que a esas horas debieron tener el pensamiento puesto en las golosinas más que en los predicadores.
Primas de aceite
Fundir la levadura con el agua y añadir las dos cucharadas de harina. Dejaremos que repose unas horas o hasta que empiece a fermentar.
Mezclar la levadura madre con los huevos. Fundimos el agua con media taza de agua y lo vertemos en los huevos. Pondremos la harina y lo amasaremos como si laváramos ropa. Romper la pasta en pedazos y volver a unirla. La continuaremos amasando, añadiremos un chorro de aceite, la amasaremos unos minutos más y dejaremos que blanda. Dividiremos la pasta en pedazos de unos 75 g. Haremos una bola y la adelgazaremos.
Pondremos las bolas en una palangana y dejaremos que blandan hasta que doblen el volumen.
Hornear a 170 ºC unos 10-15 minutos y sacarlos cuando empiecen a dorarse.
Ingredientes
Para la levadura madre
l 25 g de levadura
l 25 g de agua
l 2 c/s de harina de fuerza
Para hacer las primas
l La levadura madre
l 750 g de harina de fuerza
l 150 g de azúcar clarificado
l 5 huevos
l Aceite
La receta de hoy es una versión de las primas de aceite publicada por Tomeu Arbona en La repostería tradicional de Mallorca. Se trata de una fórmula sencilla en la que el único inconveniente es el frío a la hora de tovar.