La posidonia todavía retrocede a pesar de la protección
La actitud individual de los navegantes a la hora de fondear ha mejorado mientras que la calidad del agua empeora por la mala depuración. Los expertos reclaman una mayor implicación de las instituciones públicas


PalmaLa posidonia aún pierde terreno, pese a la creciente concienciación sobre la importancia de su conservación, las acciones privadas y públicas en su defensa y una normativa específica que impera desde hace siete años. Los datos constatan que el ritmo de su destrucción ha descendido de forma considerable, pero, desgraciadamente, también evidencian que "aún no podemos hablar de recuperación de superficie en términos absolutos", lamenta Núria Marbà, profesora de investigación del Imedea (CSIC-UIB) y especialista en esta planta fundamental para el ecosistema.
En todo caso, "la realidad es mucho mejor que hace sólo una década y se demuestra que, con el compromiso ciudadano y el de las instituciones, estamos a tiempo de salvar el ecosistema más importante de las Islas", concluye la investigadora.
El último informe de la Red de Posidonia –tiene 26 estaciones principales, además de otras siete que pertenecen al GEN-GOB de Ibiza– revela que el índice de conservación de la posidonia (uno de los indicadores más relevantes) es sólo moderado o deficiente en un 60%. En el caso de Eivissa, un 77% se encuentra en esta situación. "Analizando estos datos queda claro que falta mucho trabajo por hacer. A pesar de la mejora respecto de hace unos años, la posidonia sigue sufriendo demasiadas agresiones", explica la técnica del Informe Mar Balear (Marilles), Margalida Monserrat.
Las dos acciones humanas que más perjudican a la posidonia son los fondeos y el vertido de aguas mal depuradas o directamente sin depurar. Según los especialistas, "se nota una mayor sensibilización, especialmente de la población local, que va muy alerta a la hora de fondear". "En las escuelas hacemos campañas de sensibilización y se hacen muchos controles. Ya hay 19 informadores que recorren el litoral todos los días", explica Marcial Bardolet, jefe del Servicio de vigilancia de la posidonia. Se trata de un organismo del Gobierno que desde 2020 ha comprobado 587.322 anclas. De éstas, se ha tenido que mover un 7% para estar sobre la planta protegida, según las cifras oficiales.
No siempre es posible convencer a los patrones de que lo están haciendo mal. "También nos encontramos algunos grandes yates reincidentes. En todos estos casos, avisamos a los agentes de Medio Ambiente para que levanten acta. La posidonia es lo suficientemente importante como para multar a aquellos que no la respetan y que además ignoran las advertencias", afirma Bardolet. Según datos de la Dirección General de Medio Natural, entre 2020 y 2024 se han levantado 406 actas en barcos para fondear sobre posidonia. Fuentes de la Dirección General explican que "no todas las actas llegan a sanción, es necesario comprobar los hechos, instruir y, además, los denunciados tienen derecho a alegar". "Para tener una idea, en 2024 se levantaron 50 actas y hay 24 expedientes en marcha y cinco sanciones. Evidentemente, las multas pueden llegar a ser más".
El pésimo ejemplo de Pollença
Por mucho que la actitud de los navegantes ha cambiado radicalmente, la náutica todavía genera muchos problemas, y el Puerto de Pollença es un claro ejemplo. El municipio reproduce en el mar la falta de control y la vorágine de ilegalidades que también durante décadas han reinado en el suelo rústico. Según un estudio llevado a cabo por la entidad local Arrels Marines, existen entre 1.600 y 2.300 estructuras de fondeo irregulares en la bahía de Pollença. Son los tradicionales 'muertos', algunos de los cuales ya no se utilizan, pero queda el hormigón o el hierro que se utilizó para construirlo, lo que supone "un impacto muy importante". "Todo tiene un límite y, a escala local, podemos analizar la acción humana al por menor. Hay que regular más y mejor el fondeo, porque, si observamos la cartografía (imagen adjunta) de la posidonia se ve dónde se producen las manchas y la afectación", explica Gigi Torras, técnica de esta entidad.
"Es importantísimo que las instituciones públicas se impliquen a la hora de poner orden, porque las entidades y los ciudadanos podemos hacer mucho, pero, al final, si las normativas existentes no se hacen cumplir, la gente acaba ignorándolas, y eso tiene unas consecuencias muy claras sobre el fondo marino", reivindica Torras.
Aun así, la navegación no es la principal causante de los males de la posidonia. "Entre otras cosas porque los comportamientos mejoran año tras año", recuerda Núria Marbà. "El gran problema es la calidad del agua que vertemos al mar. Según nuestras estimaciones en el Informe Mar Balear, la calidad del agua empeora, principalmente por la presencia de nutrientes que proceden de una depuración deficiente", lamenta Margalida Monserrat, de Marilles.
La población ha crecido de forma exponencial, así como la llegada de turistas. "Las infraestructuras no están al nivel, lo que provoca un vertido que perjudica a la posidonia. Se observa con facilidad la coincidencia de los emisarios marinos y la degradación de las praderas", continúa Núria Marbà, del Imedea. Además, la científica destaca la importancia de poner al día los sistemas de saneamiento de aguas residuales, porque, "en el caso de las Islas, a diferencia de otras zonas como la Península, hay poca presencia de hierro. Y este elemento ayuda mucho a reducir la toxicidad que genera la materia orgánica cuando se degrada dentro del agua. Estamos obligados a ser muy cuidadosos.
Por si fuera poco, en los últimos años ha aparecido un nuevo enemigo para el pulmón del mar Balear: el calentamiento del agua provocado por el cambio climático. La temperatura más alta, que en algunos casos ya no sólo frota, sino que supera los 30 grados, provoca un estrés térmico que afecta gravemente a la planta. Según un estudio en el que ha participado precisamente Núria Marbà, si se mantiene esta tendencia, "en finales de siglo habremos perdido el 90% de la posidonia". "Sería una tragedia y todos debemos actuar sin pensar que es una inercia que no podemos cambiar", asegura. Por el momento, a corto plazo, el objetivo es que ya no se pierda ni un palmo más de la superficie cubierta por esta planta imprescindible.
El Servicio de Vigilancia de la Posidonia de la Consejería de Agricultura, Pesca y Medio Natural ha adquirido un programa informático que permite monitorizar en tiempo real los macroyates (de más de 24 metros de eslora) y ofrece otras informaciones como la dirección del viento y variables para calcular dónde se encuentra su ancla. En caso de que se compruebe que está sobre posidonia, se pasa un aviso a la embarcación o se le envía un agente, debido al gran impacto que tienen estas ferretillas de entre 400 y 500 kilos.