Filosofía

Marx, de vocación literato (y III)

Se da cuenta de la importancia que tiene la vinculación entre forma y contenido a la hora de desarrollar una filosofía del derecho

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Marx cierra la etapa juvenil con una carta escrita al padre desde Berlín, el 10 de noviembre de 1837. En este valioso documento escrito a 22 años, justifica la vocación lírica frente al padre como una etapa vital necesaria, pero superada, y dirige una mirada retrospectiva hacia su producción literaria. Hace un balance muy autocrítico, especialmente de su poesía, que considera excesivamente romántica e intelectualista. En la parte más desgarradora, se acusa a sí mismo de escribir sentimientos desordenados y construidos al azar, hacer "reflexiones retóricas en vez de pensamientos poéticos", y caer en un romanticismo idealista. Nos dice que ya había intentado remediarlo introduciendo la sátira y el humor en algunos poemas, ya través de la escritura de la novela experimental Escorpio y Félix y el drama Oulanem.

La lectura de la carta nos da algunas claves para comprender el lugar que ocupan los experimentos literarios en el conjunto de los intereses académicos y vitales del joven Marx, nos aporta un índice detallado de las lecturas literarias, filosóficas y jurídicas y permite realizar una cierta reconstrucción de su evolución intelectual. Las confesiones epistolares le sirven para orientar los pasos a seguir, e informan al padre de la decisión tomada de poner fin a la carrera literaria y centrarse en los estudios, consciente de las enormes limitaciones y carencia de talento.

Al principio de la carta, Marx ya deja entrever que se encuentra en un momento vital muy trascendente, de transición, y lo dice claramente con estas palabras: "hay momentos que son como hitos que señalan una época ya vivida, y que, al mismo tiempo, parecen apuntar decididamente hacia una nueva dirección".

La carta nos da a conocer los motivos que le llevan a abandonar la visión romántica ya adoptar sucesivamente el idealismo subjetivo cercano a Fichte, el idealismo objetivo de Hegel, que concibe la vida como el despliegue del espíritu; y un último momento representado por la conversión al hegelianismo de izquierda, de la mano de su amigo Bruno Bauer.

Marx comparte con su padre la costumbre de hacer resúmenes de los libros que lee, con anotaciones y comentarios. Así sabemos que había leído el ensayo de estética Laoccont del teórico del arte, escritor y pensador, Lessing, Erwin o cuatro conversaciones sobre la belleza y el arte del filósofo alemán Solger, la Historia del arte de Winckelmann, y también la Historia del pueblo alemán del historiador Heinrich Luden, y la teoría del derecho penal de Ernst Ferdinand Klein, con gran influencia en la discusión sobre la culpa y la imputación.

Tradición jurídica alemana

Afirma haberse dedicado durante un tiempo a introducirse en la tradición jurídica alemana con la lectura de dos de los grandes clásicos, Heineccius y Thibaut, con el fin de construir un tratado de filosofía del derecho omniabarcante, que valora negativamente en la medida en que se basa en una distinción idealista falsa entre ser y deber ser, la cual da lugar a una meta le alejan del derecho real. Es decir, elabora un tratado acientífico y dogmático tan abstracto como las matemáticas. Marx está reconociendo haber caído en un error metodológico relacionado con la comprensión de la dialéctica hegeliana.

Dentro del ámbito del derecho, dice haber traducido al alemán fragmentos del derecho de Pandectes, el Digest, una compilación de jurisprudencia romana, promovida por el emperador Justiniano I, fundamental en el desarrollo del derecho civil europeo. Marx reconoce haber profundizado en los estudios de derecho positivo y, más concretamente, en el derecho civil y la teoría de la posesión de Savigny; pero también en el derecho penal de Feuerbach y Karl von Grolmann; y en el derecho romano a través de una recopilación de definiciones jurídicas al cuidado de Cramer. Ha conocido la actualización del derecho romano hecha por Wening-Ingenheim y Mühlenbruch; además, ha leído obras sobre el proceso civil de Lauterbach; y sobre todo, textos de derecho eclesiástico, como la primera parte de la Concordia discorclantium canonum, de Gracià, y Las Instituciones, de Giovanni Paolo Lancelotti. De filosofía, recuerda haber leído Sobre el progreso de las ciencias, de Francis Bacon, y con profundidad, a Hegel y sus discípulos. También sabemos que leyó un libro sobre etología y conducta animal titulado Reflexiones generales sobre los instintos de los animales, especialmente sobre los instintos artísticos, de Hermann Samuel Reimarus.

Se da cuenta de la importancia que tiene la vinculación entre forma y contenido a la hora de desarrollar una filosofía del derecho, superando el error de haber creído que el aspecto formal del derecho podía separarse y desarrollarse al margen del contenido. En sus palabras: "la forma no quizás más que el desarrollo del contenido".

En la carta garantiza al padre su compromiso con la filosofía, y le tranquiliza diciéndole que había quemado sus relatos y poesías, lo que no es cierto, porque si lo fuera no nos hubieran llegado hasta nosotros. Le comenta que ha escrito un breve diálogo al estilo platónico titulado Cleantes o el punto de partida y del progreso necesario en filosofía, hoy desaparecido, a partir de la confluencia de arte y filosofía, y de la idea de una divinidad que se manifestaba como potencia, religión, naturaleza e historia, que le supuso un gran esfuerzo de ponerse al día sobre las ciencias naturales, la historia y la filosofía idealista de Schelling.

A finales de 1839, empieza a leer, transcribir y traducir pasajes seleccionados del libro De Anima de Aristóteles. Parece que anteriormente había transcrito y traducido fragmentos de la Retórica del filósofo estagirita, de los que no hay rastro documental alguno. Entre 1839 y 1841, Marx escribirá textos preparatorios de su tesis doctoral sobre la diferencia entre la filosofía de la naturaleza de Demócrito y Epicuro.

La poesía

La pasión poética y literaria juvenil no desaparece de repente, y aunque se atemperó con el paso del tiempo, y cuyo interés principal pasa a ser la lucha revolucionaria y la emancipación del proletariado, continuó leyendo poesía y escribiendo muy esporádicamente. De hecho, Marx no abandonó su proyecto juvenil de explorar los conflictos sociales y políticos a través de una diversidad de géneros literarios, como demuestra el hecho de que, a finales de la vida, aún concibió la idea de escribir un drama trágico sobre los Gracs, nombre con el que eran conocidos los hermanos Tiberi y Gaius Grac. Marx quería convertir a los Gracos en protagonistas de la obra, porque eran figuras históricas representativas del republicanismo romano preocupado por la justicia y la reforma social. Sin embargo, el estilo humorístico y satírico, así como los juegos dialécticos adoptados en las producciones literarias de juventud, no desaparecerán y continuarán presentes en los artículos periodísticos y textos políticos posteriores.

Los escritos de juventud están al alcance de los lectores, pero únicamente en castellano. Así, el drama Oulanem, la novela Escorpio y Félix, y la carta al padre, forman parte de un libro titulado Experimentos literarios de juventud (1837-1841) (Mnemosyne, 2024). Este libro reproduce íntegramente la edición de la novela del profesor Joan González Guardiola, publicada en 2018 en Libros Singular. Por otra parte, la poesía amorosa está editada bajo el título de Poemas (El Viejo Topo, 2000). Y finalmente, el libro Escritos de juventud (Fondo de Cultura Económica, 1982), recoge el interesante trabajo de bachillerato titulado Reflexiones de un joven a la hora de elegir una profesión.

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