Esparcir estiércol en foravila: "Todo el mundo es muy natural y ecológico hasta que siente olor a mierda"
Las quejas por esta actividad han crecido en los últimos años

PalmaBiel Barceló tiene una granja de casi 300 cerdos y 100 cerdas en la carretera de Vilafranca a Porreres. Siembra él mismo el cereal que da a los animales y, para ello, esparce las heces que producen porque, según asegura, "reactiva la tierra y es mucho mejor que el abono". Aunque procura echarlo y taparlo lo antes posible "para evitar problemas" con los vecinos (entre una cosa y otra pasa una hora aproximadamente), es consciente del olor que hacen. "Por muy bien que el escampis, toda la mierda huele", admite mientras está al lado de un caramull de estiércol a punto de extender.
En los últimos años han aumentado las quejas por el olor de estiércol a foravila, según ha explicado este lunes el director general de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, Fernando Fernández. Por eso, Barceló explica que el estiércol "es el más natural" que hay para la tierra y reprocha que "todo el mundo es muy ecológico hasta que siente olor a mierda".
Por su parte, el conseller de Agricultura, Pesca y Medio Natural, Joan Simonet, ha recalcado que los campesinos tienen el derecho de echar el estiércol a sus sementeros. "Está protegido legalmente con una serie de normas y mientras se cumplan debe respetarse". Además, advirtió a la población debe saber que "si quiere alimentos de proximidad y sostenible el estiércol forma parte esencial". En el mismo sentido, consideró que "la ciudadanía de cada vez está más desconectada de la realidad de foravila".
En el mismo sentido, Fernández ha detallado que tanto los agricultores como los ganaderos tienen un plan para controlar qué cantidad y dónde se ha esparcido el estiércol. "Detrás de este derecho que tienen los campesinos a revalorizar el estiércol, hay una normativa bastante rigurosa que es posible controlar", aseguró. Pero, en lugar de venderlo a otros ganaderos –un remolque puede llegar a costar aproximadamente 150 euros– Barceló prefiere quedárselo, aunque reconoce que "le sale caro", ya que debe emplear una pala para meterlo en el remolque, un arado para esparcirlo y dos personas que conduzcan a los vehículos.