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Del cierre de Son Dureta al cóvido: un cuarto de siglo de sanidad balear

Infraestructuras nuevas, modernización y una crisis sin precedentes han marcado un cuarto de siglo de sanidad pública

Una técnica sanitaria en el Hospital General, durante la pandemia.
25/12/2025
4 min

PalmaEn los últimos 25 años, la sanidad pública de las Islas Baleares ha vivido una profunda transformación marcada por la construcción de nuevos hospitales, el cierre del viejo Son Dureta, la modernización tecnológica y el impacto brutal de la pandemia del cóvido-19. Desde finales de los años noventa hasta la fecha, el mapa sanitario balear se ha redibujado completamente y ha configurado el sistema que conocemos ahora.

Durante décadas, el Hospital Son Dureta (inaugurado en 1955 con el nombre de Residencia Sanitaria Virgen de Lluc) fue el centro de referencia de toda la isla. Sin embargo, con el paso de los años sus instalaciones quedaron obsoletas y, a principios de 2000, con el PP en el poder, se tomó la decisión política de levantar un nuevo hospital de referencia, Son Espases, descartando el acuerdo previo del Pacto de Progreso con el ejecutivo estatal para reformar las instalaciones del antiguo hospital. El proceso culminó en enero de 2012, cuando se certificó el cierre definitivo de Son Dureta después del traslado de todos los servicios a Son Espases.

La década de los nuevos hospitales

El aumento de población en Mallorca y los déficits de capacidad de Son Dureta obligaron a planificar una nueva red hospitalaria. Así, a finales de los años noventa e inicios de 2000 se impulsó la descentralización territorial.

El Hospital de Manacor se inauguró en abril de 1997, tras la presión ciudadana que reivindicaba la apertura de un segundo hospital en Mallorca. Estas movilizaciones incluyen la histórica manifestación de octubre de 1987, en la que se reunieron más de 11.000 personas.

En diciembre del 2001, se inauguraba Son Llàtzer, conocido inicialmente como Palma II, un hospital que la prensa de la época calificó de "pionero en Europa". Con su puesta en marcha, se implantó un sistema informático que conectaba a todos los departamentos del centro hospitalario.

Seis años después, en febrero de 2007, abría el Hospital Comarcal de Inca para reforzar la atención sanitaria en la Part Forana del norte y centro de Mallorca. El plan sanitario de 1987 ya reivindicaba la construcción de un hospital en el Raiguer. Durante estos 20 años de trayecto, la ciudadanía, encabezada por la Plataforma Pro-hospital, alzó la voz repetidas veces para que este proyecto se convirtiera en realidad.

Por su parte, Menorca dispone del Hospital General Mateu Orfila, construido entre 2004 y 2006, que dio relieve al obsoleto Hospital Virgen del Toro. En Eivissa, el nuevo hospital de Can Misses se puso en funcionamiento en el 2015 y sustituyó al viejo centro del mismo nombre, inaugurado en 1985.

El nuevo centro de referencia

El 10 de octubre de 2010, la obra de Son Espadas, el mayor proyecto de la sanidad balear, se entregará al IB-Salut. Tuvo un coste de 235 millones de euros y ocupa una superficie aproximadamente dos veces y media superior a la de Son Dureta. A partir de noviembre empezó el traslado progresivo de unidades desde Son Dureta, en un proceso que se alargó más de un año. El nuevo hospital –con alta tecnología, grandes bloques quirúrgicos y equipamiento pionero– pasó a ser el centro de referencia de Baleares y se convirtió en la mayor infraestructura sanitaria construida en las Islas.

La adjudicación y la construcción de Son Espases fueron objeto de una investigación judicial que acabó con la condena del entonces presidente del Gobierno, Jaume Matas; la consejera de Sanidad, Aina Castillo; el director general del IB-Salut, Sergi Beltran, y el consultor Jesús Peinado. A Matas, se le condenó por prevaricación continuada, inducción al fraude a la Administración y tráfico de influencias. Cuando el Tribunal Supremo ratificó la condena, concluyó que Matas había ejercido "presión moral y jerárquica" sobre Castillo y Beltran con el objetivo de favorecer a una empresa concreta.

La pandemia

A partir de principios del 2020, el cóvid-19 sacudió toda la red sanitaria. Los hospitales de las Islas reorganizaron plantas enteras y formas de trabajar para asumir el alud de pacientes cóvido. La persona que lideró la gestión de la pandemia en las Islas, Patricia Gómez, explica en el ARA Baleares que el momento de máxima angustia llegó en invierno de 2021, con las UCI llenas en Ibiza y Formentera. Finalmente, sólo se derivó un paciente en Mallorca, pero ese episodio generó una preocupación extrema.

Gómez recuerda también como uno de los episodios más duros la muerte de personas que tuvieron que pasar sus últimos días solas, además del recuento diario de muertes que marcaba la gestión. Todo ello, añade, mientras Salut tomaba decisiones muy duras con un fuerte impacto económico, como el cierre de actividades, con el convencimiento, “compartido con la presidenta Francina Armengol", que primero había que salvar vidas para después poder recuperar la economía.

La etapa postpandemia

Tras la pandemia se ha iniciado una etapa de recuperación y refuerzo de la red sanitaria, pero en la que también se han hecho evidentes carencias estructurales, como la falta de profesionales y la consecuente saturación del sistema sanitario, tanto público como privado. El presidente del Colegio de Médicos, Carles Recasens, también señala que "ha habido una pérdida de salud, no sólo derivada directamente del cóvido, sino también relacionada con la pandemia de las enfermedades mentales".

Según explica, la etapa pospandemia está marcada por "la polarización, el extremismo y el aumento de la crispación", una tensión que también se traslada a las consultas y servicios de urgencias. Recasens apunta igualmente que la irrupción de la inteligencia artificial ha transformado el escenario sanitario. "No sólo por las herramientas que pueden utilizar los médicos, sino porque muchas veces la IA puede influir sobre las personas y cuando llegan al hospital lo hacen intoxicadas de información", comenta.

En los últimos tiempos, las redes sociales también han dado más visibilidad a los movimientos negacionistas, anticientíficos y anticiencia. "Aunque son minoritarios, hacen mucho ruido en las redes y ponen en riesgo la salud de la población", alerta Carles Recasens. Ante este fenómeno, la comunidad científica sólo puede responder con "la evidencia científica, la razón y el sentido común".

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