08/08/2025
2 min

Gordillo, Broto, Susana Solano, Joan Cortés, Aina Perelló, García Sevilla, Eva Lootz, Olimpia Velasco, Laia Ventayol, Lara Fluxà, Eulalia Valldosera, Núria Marquès y un largo etcétera igualmente interesante son los artistas que en Mallorca debemos agradecer a la galería Maior, que durante 35 años.

Tres décadas y media de arte, se dice pronto, pero no se hace. Y es que cuando en 1989 Jero Martínez abrió la galería Maior en Pollença, tenía dos condicionantes poco comunes en el panorama artístico mallorquín del momento: era una mujer en un sector absolutamente dominado por los hombres y, además, abría una galería en un pueblo, de tradición artística, sí, pero lejos de Palma y del circuito del arte contemporáneo. No parecía la combinación más fácil para garantizar su continuidad.

Jero no sólo resistió, sino que construyó una trayectoria sólida, alejada de estridencias, basada en la coherencia y la fe absoluta en el arte. A su lado, Amador –artista y pareja– ha sido parte de ese camino. Desde Pollença –y unos años largos también desde un espacio en Palma– y con artistas que han marcado y marcan la creación contemporánea, muchísimas mujeres en un contexto artístico que también las ha silenciado, Maior puede presumir de ser una verdadera plataforma de promoción del arte.

Hace tres años, además, tienen un nuevo espacio: Coster, en la Pollença rural. Allí, entre campos y piedra seca, el arte respira sin prisa. Este jueves, Coster acogió la fiesta de los 35 años: más que una celebración, una declaración de fidelidad a una forma de entender la cultura. En tiempos de proyectos efímeros y oportunistas, Maior es ejemplo de perseverancia y de cómo la visión y la convicción de una mujer han contribuido a cambiar el mapa del arte en Mallorca.

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