29/07/2025
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El Centro Pompidou de París cerrará durante cinco años por reformas y no podría haber bajado la persiana de forma más espectacular: en marzo empezó cerrando la biblioteca, pocos días después, la colección permanente y, durante este verano y hasta septiembre, las exposiciones temporales, la librería y la tienda. Con una excepción: la biblioteca, que ya no funciona como tal, habrá podido visitarse del 13 de junio al 22 de septiembre de una manera excepcional, intervenida por una exposición antológica del fotógrafo alemán Wolfgang Tillmans pensada expresamente para este espacio, con el título Rien ne nuevos y preparado − Tout nuevos y preparado (Nada nos preparaba – Todo nos preparaba).

Debo confesar que antes de ver esta exposición no conocía la obra de Tillmans. O mejor dicho: la conocía, pero no sabía que fuera de él. Me había impresionado desde el principio, por ejemplo, la cubierta de la novela Un lugar para Mungo, de Douglas Stuart, publicada en catalán por Edicions de 1984 y traducida por Núria Busquet Molist, en la que dos chicos se comen la boca con voracidad, sudadas las patillas, uno con una camiseta desteñida y el otro con un chándal azul. Una fotografía de cubierta, The Cock (Kiss) (2002), que los editores de todas las traducciones de la novela han tenido el acierto de reproducir. Y conocía, también, la portada del último disco de Frank Ocean, Blonde (2016), una imagen sensualísima del cantante con el pelo teñido de verde y con una sugerente e inquietante tirita a un dedo, pero tampoco sabía que fuera una obra de Tillmans, Frank, in the Shower (2015).

La exposición de Wolfgang Tillmans (Remscheid, 1968) que se puede ver estos días en París es, pues, una buena muestra de ese arte que está ahí, pero que no siempre destaca. Que logra capturar tanto el espíritu de una época, su estética, que a veces pide algo de perspectiva para ser apreciado. Tillmans es un ávido retratador de personas y grupos marginalizados, sobre todo del colectivo queer, de la gente joven y de los espacios liminales que estos adesiara habitan de manera medio clandestina, entre la fiesta y la comunidad. Es una especie de safari por el lado más quinqui de la vida, por las periferias de las capitales europeas y sus entramados de naves industriales abandonadas, por un mundo estibado de efebos vestidos con calcetines y chándales de Adidas. Es, también, un tratamiento originalísimo del cuerpo desnudo que recuerda al delicioso Soñar con dioses (1993), de Toni Catany, a la vez que una preocupación por la veracidad, o como mínimo por sugerirla, que acerca su arte al fotoreportaje oa la crónica visual, pero que no llega. La fotografía de Wolfgang Tillmans es la contemporaneidad más radical mezclada con estudios atemporales sobre la forma y el color, naturalezas muertas y vivas, frisos urbanos, retratos de artistas y de rostros desconocidos, visiones casi robadas que son siempre estimulantes. Y pienso que debe ser muy bueno, para poder cerrar un museo abriendo tantas perspectivas. Ahora, nos va a tocar esperar.

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