En 2021, en las Islas Baleares había 652.123 viviendas.
Onofre Rullan
07/12/2025
5 min

Según el censo del INE, en 2021, en las Islas Baleares había 652.123 viviendas; el 68% eran residencias principales; el 16%, segundas residencias, y otro 16% estaban desempleados. El mismo año, había 1.183.415 residentes, lo que supone una media de 1,8 residentes por vivienda. Es decir que un hogar de cuatro personas debería disponer de 7,2 viviendas en una hipotética distribución igualitaria. Pero a pesar de estos datos, para solucionar la emergencia en el ámbito de la vivienda, se invoca, como mantra, una única fórmula para enderezar la situación: faltan viviendas. Contesta usted mismo la pregunta que se formula en el título de este artículo.

En el caso balear se insiste en dos motivos para explicar la crisis: somos un territorio limitado y nuestra economía está muy vinculada al turismo. De ello, se derivaría que la base económica turística, sobre este territorio limitado, sea un potente reclamo de mano de obra, residentes y turistas, que aumenta la población y demanda más y más viviendas. Para abaratarlos el enfoque neoliberal propone aumentar la oferta, como si el mercado de la vivienda funcionara como el de los tomates que, cuando se cosechan muchas, bajan de precio, ya que se trata de un producto perecedero a muy corto plazo. Como todo el mundo puede reconocer, esto no es el caso de las viviendas que, aunque se hacen muchas, siempre suben de precio. Para los neoliberales estas nuevas viviendas deberían comercializarse a precios libres, otros querrían precios de protección oficial y no faltan las propuestas mixtas, pero todas proponen construir más viviendas. A los promotores les faltan manos por aplaudir. Hablemos.

Primera cuestión: ¿Territorio limitado para ser islas? Todo depende de con quién y qué variables nos comparamos. Los precios de Baleares, similares a los de Córcega y Cerdeña, son superiores a los de Sicilia. Tanto Córcega como Cerdeña y Sicilia son mucho mayores, menos 'limitadas', que todas Baleares juntas; pero las dos primeras son menos densas a pesar de ser igual de caras que Baleares, a diferencia de Sicilia, mayor, densa y barata. Malta es más densa y cara que Menorca; las Cicladas son más pequeñas que Menorca, tienen precios similares a los de Menorca y más baratos que Malta y que el resto de Baleares. En resumen, "la limitación territorial encarece" no se basa en ninguna evidencia.

Insularidad vs. aislamiento

Lo que ocurre es que a menudo se confunde aislamiento con insularidad. Existen muchas situaciones y emplazamientos que limitan más que la insularidad, como determinadas zonas de montaña o desiertos. Más aún, las islas son a menudo imanes de atracción turística y nodos de comunicaciones marítimas que nada tienen que ver con el aislamiento. Compare los flujos de pasajeros de los aeropuertos de Palma, Ibiza o Tenerife con los de Valladolid o Ciudad Real y verá claramente la diferencia entre insularidad y aislamiento.

Segunda cuestión: El crecimiento turístico necesita constantemente más mano de obra y, por tanto, hace falta más población que necesitará vivienda. Vale, pero el disparador del proceso no es la llegada de inmigrantes, sino el constante incremento de la producción inmobiliaria y la promoción turística, en otras palabras, lo provoca la inversión residencial y turística. No se hacen casas para acoger a los trabajadores que vienen a hacer casas, se hacen casas para venderlas o alquilarlas al mejor postor.

El urbanismo que permite más densidades y plazas va por ahí, aumentar la oferta para atraer demanda. Todas las políticas de incremento de la oferta residencial que se comercializa en el mercado libre, en territorios tan conectados como los nuestros, se convierte automáticamente en un imán de población de todo tipo. Y como en los mercados no regulados, los inversores buscan rendimientos a corto plazo y los precios les pone la capacidad de pago de los compradores, la ecuación queda cerrada: la promoción busca a los clientes más adinerados, no a los más necesitados. Hasta el estallido de la burbuja de 2008 nunca se había construido tanto y nunca habían subido tanto los precios de la vivienda y, en estos momentos, hay zonas de la Península donde la población merma y los precios de la vivienda suben.

Esta política de más y más, con diferentes altibajos, es la seguida los últimos decenios en Baleares. Por eso la antigua campaña del GOB 'suficiente urbanizaciones' (1988) ahora alterna con 'bastante turismo'. De no más cemento a, también, no más turistificación, coches, masificación...

A menudo se ha defendido que el urbanismo es la clave para enderezar la situación de la vivienda. Las reservas mínimas de Viviendas de Protección Oficial (VPO) en suelo urbanizable o en urbano sometido a reforma van por ahí. Sin desestimar esto último, hoy ya se pone de manifiesto que este tipo de medidas son insuficientes si mantenemos el modelo turístico o, más genéricamente, el modelo económico. Pero aquí nos asalta la gran pregunta, ¿hacia qué modelo nos quisiéramos dirigir? Sin entrar en esta discusión, se puede admitir que gran parte del problema de nuestro modelo, en cuanto a lo que afecta a la vivienda, es que se basa en la revalorización y aumento de los precios inmobiliarios, en la garganta que supone comprar una vivienda en espera de que, aunque envejezca, sigue aumentando de precio. Todo el tiempo que trabajamos no ganamos dinero, decía Verga. En otras palabras, por parte de los actores de nuestro modelo inmobiliario la especulación no es un daño colateral, es el móvil.

Arrinconar las Viviendas de Protección Oficial (VPO) a favor de las más caras Viviendas de Precio Limitado (HPL), hacer viviendas en los solares destinados a equipamiento, ceder menos terrenos por equipamiento, incrementar densidades o legalizar las viviendas a suelo rústico, son medidas que no nos sacarán más. Estas actuaciones animan a las operaciones inmobiliarias, atraen más mano de obra, más inversores y población adinerada compradora de viviendas que hacen subir los precios.

¿Se necesitan más viviendas? Fuentes de determinados ámbitos académicos, Banco de España, promotores, consultoras de inversiones y el GOIB dicen que sí, y lo cuantifican en una horquilla que va de los 30.000 a los 91.000. Todo ello cuando en Baleares hay 105.434 viviendas vacías.

Hay que empezar a pensar en limitar las revalorizaciones del parque construido limitando precios y no sólo de los alquileres, ¿por qué no también de venta?; o pensar en la compra o en el tanteo y retracto de las viviendas de grandes tenedores en zonas tensadas, como se está empezando a hacer en Cataluña. Esto ayudaría al acceso a la vivienda. Si se puede expropiar para hacer autopistas, bases militares o aeropuertos, ¿por qué no puede pensarse en limitar precios y en el tanteo y retracto a las ventas de los grandes tenedores en las zonas tensadas?

En definitiva, hacer más viviendas a precio libre (o bajo el eufemismo del precio limitado) persigue conseguir rendimientos de la inversión a corto plazo y con expectativas de incremento en futuras revalorizaciones. Éste es un móvil que habría que desanimar.

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