Tribuna abierta

A la cultura popular, se le debe ayudar desde Mallorca, no desde Londres

Joan Méndez
14/11/2025
3 min

Estos días hemos visto cómo el Consejo de Mallorca viajaba a la World Travel Market de Londres con demonios para intentar mostrar nuestra cultura popular en el mercado británico. ¿Pero es realmente necesario folklorizar nuestra cultura para atraer turistas? ¿Y es necesario seguir invirtiendo en promoción turística cuando el propio Consejo prometió que no haría más?

La cultura popular no es una postal ni una atracción por hacerse fotos. Es un tejido vivo hecho de personas que le dedican horas, pasión y esfuerzo. Debajo de cada máscara de demonio hay alguien que ama su tierra. Debajo de cada gigante hay una persona que invierte tiempo, energía e ilusión por mantener viva una tradición que nos identifica como pueblo. Si estas personas no reciben soporte, acabaremos convirtiendo nuestra identidad en una simple caricatura.

Las entidades que mantienen viva la tradición necesitan mucho más que fotos institucionales o apariciones esporádicas en ferias internacionales. Necesitan apoyo económico estable, reconocimiento y facilidades para seguir haciendo lo que mejor hacen, mantener viva la cultura de nuestra gente. Si no cuidamos a los colectivos de baile de bote, de demonios, de xeremiers o de gigantes, no tiene sentido hacer ver después de que se les apoya desde un escaparate turístico en Londres cuando el apoyo real debe demostrarse aquí en Mallorca.

Hoy, la cultura popular vive un momento clave. Después de años difíciles, la juventud de Mallorca vuelve a implicarse con fuerza. Cada vez hay más jóvenes que aprenden a sonar las chirimías, a bailar oa quemar en un correfoc, y que se organizan para hacer crecer las pandillas de gigantes por toda la isla. Este interés es un soplo de aire fresco que demuestra que la cultura popular no es cosa del pasado, sino un futuro compartido. Pero para que este impulso tenga continuidad, es necesario que las instituciones lo pongan fácil, que ofrezcan apoyo real y que dejen de ver la cultura como un simple recurso para propaganda o atraer visitantes.

El Consell de Mallorca anunció ayudas para restaurar gigantes, cabezudos y bestias de fuego, pero sólo han llegado a los ayuntamientos. Las entidades, que son quienes realmente sostienen este trabajo, no han visto apoyo alguno. Además, los trámites han sido tan complejos que muchos ayuntamientos ni siquiera han podido presentarse. Las ayudas llegaron tarde y se gestionaron mal.

Si de verdad queremos defender la cultura popular, no podemos tratarla como herramienta de marketing. Debemos respetarla como lo que es, una expresión colectiva y arraigada en nuestra historia. Y es la juventud quien está demostrando que la cultura popular está viva y tiene futuro. Cuando vemos grupos de jóvenes gigantes, bailadores o demonios que dedican su tiempo libre a mantener viva la tradición, queda claro que el mejor patrimonio de Mallorca es su gente.

Hace pocos días, el grupo mallorquín FADES lo expresó con una claridad admirable al recoger un premio Enderrock: "Intentan folklorizar nuestros medios rellenándolos constantemente de un contenido vacío y regional. Mallorca no es una ensaimada ni una sobrasada. Mallorca es la gente que habla catalán en sus calles." Es la gente que habita.

Esta frase resume perfectamente el momento en que vivimos. La cultura popular no puede ser un producto exótico para exportar ni un mayor reclamo turístico. Debe ser una herramienta de cohesión, de orgullo colectivo y de arraigo. Lo digo como alguien que, desde hace doce años, participa activamente en movimientos de cultura popular como gigante. Si queremos que nuestra cultura siga viva, debemos cuidarla desde el corazón de nuestro pueblo, no desde los stands de Londres.

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